XIII

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NARRA DAILA

No sabía en qué día vivía  ni que hora era, supongo que eran más o menos las 2 de la tarde porque el sol que entraba por mi ventana era fuerte.

Desde que Ovidio entró a mi habitación y se fue, esa fue la única comunicación que he tenido con alguien. Traté de buscar mi teléfono por todos lados pero no estaba por ningún lado. Tal vez Ricardo lo tomo después de la presentación.

Me encontraba mirando por la ventana y solo miraba a hombres con armas por todos lados. Aunque tratará de escaparme por la venta sería imposible llegar hasta la entrada de la casa sin que ellos se dieran cuenta así que esa idea estaba fuera de mi mente.

Escuché la manija de la puerta moverse así que corrí acostarme a mi cama y taparme toda con las sábanas.

"Señorita, Daila." Escuché una voz de una señora susurra.

Me quite las sábanas de la cara y mire a una señora ya mayor parada en la puerta.

"El señor Ovidio me pido que viniera por usted para ir a comer," ella informó.

"¿A donde está el?" Pregunté.

"El fue hacer unas cosas pero dijo que cuando se desocupara vendrá de inmediato a verla," ella respondió.

Sin pensarlo salte de la cama y tome mi maleta. Creo que esta era la oportunidad perfecta para escapar. Si salgo de esta casa podría pedir ayuda a la policía y así estaré en casa muy pronto.

"Necesito que por favor me ayudes a salir de aquí. Ovidio me trajo a la fuerza," dije desesperada.

La señora al parecer no tuvo ningún reacción. Era como si todo esto fuera totalmente normal para ella.

"Tome un baño de agua caliente y cuando termine vendré por usted para que coma," ella dijo y después se fue cerrando la puerta con seguro de nuevo.

Esto parecía una película de suspenso. Pensé que Ovidio era una persona diferente pero me doy cuenta que es igual que cualquier narco.

Seguí la orden de la señora así que me di un baño de agua caliente y poder relajarme y tal vez eso me ayude a pensar en un plan para pedir ayuda.

Salí del baño y me puse unos jeans y una camisa negra pegada y unos convers negros. Como no sabía a qué hora vendría la señora me senté en el pequeño sillón que había en la habitación y prendí la televisión y me sorprendió ver un programa de chismes hablando de Rose.

"Fíjate que fueron captadas las chicas de Rose en una playa de Miami pero Daila no se encontraba con ellas y hay rumores que a esta chica se le subieron los humos y quiere ser solista," dijo la conductora del programa.

Me quede boquiabierta y en shock. No puedo creer hasta donde pueden llegar estos programas solo para tener audiencia. Yo jamás me he sentido mejor que las chicas.

"El problema es de la empresa porque la tratan como a una princesa y dejan a un lado a las demás chicas, las cuales son súper talentosas y hasta mejor que ella," dijo un conductor.

"Se nota que hasta las demás chicas no les cae bien Daila porque por su culpa se olvidan de ellas. Sus fans han notado que las chicas son muy unidas pero con Daila se ve que casi no," Siguió hablando el conductor.

Estaba tan molesta que tuve que apagar la televisión porque no quería seguir escuchando sus mentiras y chismes. No puedo creer que los dejen hablar así en televisión.

"Señorita," escuché la voz de la señora sacándome de mis pensamientos.

Me levante del sillón de inmediato porque me moría de ganas de salir de esta habitación.

"El señor Ovidio me pidió que le preparara unas enchiladas verdes," ella dijo.

Acaso Ovidio me investigo que sabe que las enchiladas son mi platillo favorito. Aparte de mi familia y las chicas los que sabían de ese dato eran mis fans más fieles.

"Y me pidió que no me moviera de su lado hasta ver qué se haya terminado toda la comida," ella siguió diciendo.

Sonreí porque sentí bonito que Ovidio se preocupara tanto por mi. Sentí algo extraño en mi estomago y mi cara caliente.

La señora salió de la habitación y yo la venía siguiendo, las dos bajamos por unas escaleras y nos dirigimos al comedor donde solo había un plato con unas riquísimas enchiladas verdes, un vaso de agua y uno de jugo de naranja.

"Siéntese, por favor." Ella ordenó.

Tome asiento y solo tome un poco de agua porque me moría de sed. Estaba indecisa, me moría de de hambre pero tampoco quería subir de peso. Cuando estaba apunto de probar bocado la puerta de la entrada se abrió asustándome. Era Ovidio con unos hombres armados.

"Llegue a la mera hora," dijo él quitándose su gorra y dejándola en la mesita que había junto a la puerta.

"En seguida le traigo unas enchiladas," la señora dijo y después se retiró.

"Gracias," el respondió.

Yo solo estaba observando a los hombres que traían armas. No sabía si estar tranquila o no. Lo único que se venía a la cabeza era que si por alguna razón yo hacía enojar a Ovidio, él con solo una orden podía matarme con esas armas. Ovidio noto que yo me sentía incómoda con los hombres adentro de la casa.

"Se pueden retirar y quiero que vigilen bien porque no quiero ninguna sorpresa," Ovidio les ordenó.

Los hombres salieron de la casa en cuanto Ovidio terminó de hablar.

Él se sentó junto a mi y me tomó de la mano.

"Esas enchiladas no se van a comer solas," él dijo.

La señora salió de la cocina con un plato de enchiladas y las puso sobre la mesa en frente de Ovidio.

"Daila, ella es la señora Rosario, quien se encargará de cuidarte cuando yo no esté aquí." Ovidio me informó.

"Mucho gusto, señora Rosario." Le sonreí y ella amablemente me respondió la sonrisa.

Ovidio llevo en pedazo de enchilada a su boca.

"¿Como que cuando no estes aquí?" Pregunté.

"Chula, tengo pendientes que atender," Él respondió sin ninguna preocupación cuando trago el pedazo de enchilada.

Yo solo observé a Ovidio quien parecía sin ninguna preocupación y solo disfrutaba de cada bocado.

Ovidio se dio cuenta que lo estaba observando.

"Ya te traigo tan enamorada que no puedes quitar tu mirada de mi," me guiño el ojo.

"¡Eww!" Me queje.

No tuve otra opción mas que comer porque no podía aguantar más el hambre y además estaban deliciosas.

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