XXI

505 28 1
                                    

En toda la noche no puede dormir de la emoción que me causo besar los labios de Ovidio. Su habitación estaba junto a la mía así que escuché cuando entro pero me di cuenta que primero se quedó parado por dos minutos en mi puerta. La verdad creo que me hubiera gustado que entrara pero fue mejor que no lo hiciera.

Desperté por el sonido de los pájaros cantando sobre mi venta ya que había un árbol junto. Lo primero que hice fue darme un baño y cambiarme a algo cómodo para bajar lo más pronto posible para poder ver a Ovidio antes que se fuera.

Salí de mi habitación y toque su puerta de su habitación pero no hubo respuesta así que me metí pero la habitación estaba vacía. Su cama estaba tendida. Salí de su habitación y me fui directo al comedor pero el no estaba ahí.

"Buenos días, señorita." Rosario dijo saliendo de la cocina al verme ahí parada.

"¿Y Ovidio?" Pregunté.

"El joven Ovidio se fue en la madrugada," informó.

Supongo que me venció el sueño que no me di cuenta cuando salió de su habitación.

"¿A donde se fue?" Pregunté.

"Esas cosas solo las puedes discutir con el," ella dijo y después se marchó a la cocina.

No tenía nada que hacer así que solo me quede parada ahí. Nada se me venía a la mente así que subí a mi habitación de nuevo para estar sola.

"¡Ugh!" Dije dejándome caer a la cama.

Odiaba estar sin hacer nada y más sin tener con quien hablar. En la casa tenía a las chicas y siempre hacíamos cosas juntas o con Alex.

De la nada escuché el relincho de un caballo afuera de mi ventana. Me levante de mi cama de inmediato y salí afuera al pequeño balcón que había en mi habitación y mire a blanquita corriendo en el corral. Era súper hermosa. Sin pensarlo se me vino la gran idea de ir a montarla. No creo que sea tan difícil hacerlo sola ya que la primera vez que lo hice Ovidio estaba ahí y nunca pasó nada malo.

Al llegar al establo mire que el señor que se encargaba del establo no se encontraba por ningún lado así que salí y me dirigí directo al corral y mire que Blanquita seguí corriendo por todos lados. Sin pensarlo me metí a dentro del corral y me acerqué a Blanquita para acariciarla. Todo iba tan bien hasta que Blanquita se paró en dos patas y empezó actuar agresiva. Yo estaba completamente asustada que me congele y me quede ahí parada.

"¡DAILA!" Escuché una voz familiar gritar mi nombre a todo pulmón.

Giré para ver de donde provenía esa voz pero de la nada sentí un gran golpe en la espalda que hizo que me derrumbara en cuestión de segundos. Solo pude escuchar mi nombre y después todo se puso negro.

Abrí mis ojos y me di cuenta que me encontraba en mi habitación. Me sentía un poco cansada y mi cuerpo me dolía. Pude notar a un hombre parado de espaldas.

"Si, ya sabes que estamos en contacto." Puede escuchar a esa persona.

No podía distinguir quien era porque mi vista aún estaba borrosa.

"Ovidio," susurré.

Él se giró y se acercó a mi cama y poco a poco puede ver su rostro.

"Siento decepcionarte pero no soy Ovidio," dijo él.

"Ivan, ¿Que haces aquí?" Pregunté.

"Vine a buscar a Ovidio," él contestó.

"¿Como? Ovidio debería estar contigo y Alfredo," dije confundida.

No se si el golpe me causo problemas de memoria pero a lo que yo recuerdo Ovidio me había dicho que iría con Iván y Alfredo arreglar unas cosas.

Iván me miro más confundido.

"Alfredo y yo estamos buscando a Ovidio para hablar del trabajo," Iván confesó.

Traté de sentarme en la cama porque me sentía incómoda estar acostada y tener una conversación con Iván. Él al notar que me costaba mucho trabajo poder levantarme trato de ayudarme. Él puso una almohada atrás de mi espalda para poder recargarme y estar más cómoda.

"He tratado de ponerme en contacto con Ovidio toda la mañana," Iván dijo.

"No estoy entendiendo nada. Ovidio me dijo que estaría contigo y Alfredo," dije.

"Yo menos. Ovidio no ha contestado mis llamadas y cuando no responde llamadas es porque siempre se viene a este rancho para que nadie lo moleste," Iván reveló.

Ya me estaba preocupando por Ovidio y más sabiendo que siempre corre el peligro de ser atrapado o asesinado.

"¿Y tú qué haces aquí?" Iván preguntando poniendo sus manos sobre su cadera.

"Ovidio me trajo aquí," respondí.

"Que raro, el nunca trae a nadie a su querido rancho y menos a una mujer."

"¿Ovidio está bien, cierto?" Pregunté un poco preocupada.

Iván se sentó sobre mi cama.

"Daila, no te preocupes, Ovidio sabe cuidarse muy bien y además nadie es tan pendejo como para hacerle algo a un Guzmán." Iván trato de animarme.

Supongo que Iván tiene razón, nadie ni en su sano juicio sería capaz de hacerle algo a un hijo del narcotraficante más poderoso y famoso del mundo. Y si algo le hubiera pasado ya nos hubiéramos enterado porque las malas noticias siempre llegan rápido.

"Mejor preocúpate por ti misma porque el golpe que sufriste fue un poco fuerte," dijo Iván sacándome de mis pensamientos.

Estoy tan preocupada de Ovidio que había olvidado por completo lo que había pasado. La verdad no recuerdo nada solo que algo me golpeo la espalda porque lo demás no recuerdo nada.

"¿Que diablos hacías adentro del corral?" Iván pregunto.

"Solo quería acariciar a Blanquita," respondí bajando la mirada.

"Esa yegua es muy agresiva. El único que la puede controlar es Ovidio," él dijo.

"Ya me di cuenta," dije un poco avergonzada.

Iván negó con la cabeza.

"Lo bueno que no fue grave sólo tendrás un moretón y un poco de dolor por unos días," él informó.

"¿Un moretón? ¿Está grande?" Pregunté.

"Déjame ver," Iván dijo.

Iván quito mi camisa con mucho cuidado para no lastimarme dejándome solo con mi sostén. Mi cara se puso caliente y me sentía nerviosa. Ivan reviso mi espalda y empezó a tocarla. Sentí un gran escalofrío por todo mi cuerpo cuando su mano hizo contacto con mi piel.

"¿Te duele?" Iván preguntó cuando tocó levemente un parte de mi espalda.

El dolor no se hizo esperar y me queje del dolor haciendo que Iván dejara de tocar.

"Pues solo te dejara un moretón pero nada grave," Iván dijo.

Él trató de tapar mis pechos con la sábana pero me moví y sin querer el tocó mi pecho derecho por accidente.

"Perdón," él dijo parándose de la cama de inmediato.

Yo tape mis pechos con la sábana de inmediato. Ningún hombre me había tocado mis pechos en mi vida.

"No fue mi intención," Iván dijo nervioso.

Mire y su rostro estaba rojo. Me pareció tan lindo verlo así de nervioso y más cuando siempre trata de actuar como un macho.

"Iván, fue un accidente, no te preocupes." Dije.

"Tengo que irme," dijo él.

"Iván... no quiero quedarme sola. Quédate hasta que Ovidio regrese, por favor." Supliqué.

"Estaré abajo por si necesitas algo," Iván dijo y después salió de mi habitación casi corriendo.

NarcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora