Juntas

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POV Luiza

Mi corazón me dice que vaya corriendo tras ella pero no encuentro el valor suficiente. Se que tiene toda la razón. Valentina no me ha dado motivos para desconfiar de ella. Y en cambio no paro de mentirle. Mierda, todavía puedo ver su cara de desilusión. Sabía que tenía que haber hablado con ella hace tiempo. Encima no paro de reclamarle y de agobiarla con mis celos, cuando ella es al menos sincera en todo momento. Soy una idiota. Lo que siento es tan bonito pero no puedo evitar sentirme insegura. Cuando me doy cuenta estoy llorando sin parar. Llamo a Duda para que pase a buscarme. Estoy triste y no quiero volver a casa. Quizás pueda quedarme a dormir con mi mejor amiga. Ella sabrá consolarme. ¿Por que tiene que doler así? Siento un nudo en la boca del estómago. ¿Cómo estará Valentina? Quiero llamarla, pedirle perdón. Quien sabe, a lo mejor ella necesita espacio para pensar mejor las cosas aunque eso no me deje en buen lugar.

-¿Ya estás mejor?- pregunta Duda cuando salgo del baño y me acurruco en la cama con ella.

-No era mi intención decepcionarla- confieso mientras Duda me hace caricias en el pelo.

-Lo sé, todo va a estar bien. Valentina está muy enamorada de ti- asegura Duda.

-Yo la quiero tanto, pero tengo que quererla bien- comento.

-Exactamente. Deja de pensar que todo esto puede acabarse y disfruta el momento amiga. El amor de ustedes es tan fuerte. No tengas miedo- aconseja Duda.

-¿Crees que ella me quiera de vuelta?- pregunto sin poder contener las lágrimas.

-Si fuera tú correría ahora mismo a buscarla- empuja Duda.

-Pero es tarde, ya estará durmiendo- me temo que dejé pasar el momento de hablarle hoy mismo.

-¿Tú que quieres?- interroga Duda.

-Quiero abrazarla- digo sin pensar.

-Entonces vístete- propone Duda levantándose de la cama.

Gracias a Igor puedo entrar en la mansión. Según él Valentina no ha querido hablar con nadie. Se la ha pasado en el jardín. Voy a su encuentro con el corazón en las manos. Se le nota de lejos la tristeza y me duele que sea por mi. Valentina está tirada en el césped mirando las estrellas. Se de sobra que le encanta. Hago lo mismo y aprieto fuerte su mano. Ella se gira para mirarme. Agradezco que no me rechace. Sus ojos me devuelven la vida. Incluso en un clima de tensión no deja de ofrecerme el amor más puro. Lo veo claramente en su mirada.

-Lo siento de verdad. Jamás pensé vivir algo igual a esto que estoy sintiendo. Yo todo el tiempo estoy pensando en ti. Se que mis inseguridades no me dejan dar el cien por ciento y no es tu culpa, porque me das confianza, me das amor. Nadie me había tratado así. Valentina yo te amo. Y quiero estar contigo, déjame demostrarte que te puedo hacer feliz. Sin mentiras, ni ataques de pánico. Lo voy a intentar amor. Te lo juro- no paro de hablar hasta que ella me detiene.

-Shh Lu. Yo también te amo. Entiende que no soy perfecta. Tú tampoco tienes que serlo. No siempre será lindo, pero si estamos juntas podremos vencer cualquier cosa. Confía en mi amor por favor. Es que jamás se me ocurriría hacerte daño. No me importa para quién trabajes. Si te hace feliz yo te apoyo. Me duele que pienses que no podría entenderte. Siempre lo haré. Es más, seré tu soporte, tu tierra firme. Si tú me dejas- confiesa Valentina uniendo nuestras frentes.

-Claro que si, sólo no me sueltes. Por favor- acepto abrazándola fuerte.

-Linda- susurra Valentina en mi oído.

Esta vez soy yo la que inicia el beso. Con tanta intensidad que rodamos por la hierba del jardín. Tengo hambre de ella, no sé cuanto más lo podré aguantar. Enciende un fuego en mi cuerpo que arrasa con todo. Es mi primera vez, ni siquiera sé cómo afrontar todos estos sentimientos, todo este deseo. No lo puedo evitar, toco sus pechos por encima de la ropa y Valentina se sorprende. Ni siquiera se lo que hago pero comienzo a acariciarla íntimamente de ese modo. La escena es demasiado incluso para mi, yo encima de Valentina, ella retorciéndose mientras aprieto sus senos como si fuesen mi lugar favorito en el mundo, es más creo que lo son.

-Valentina- grita su madre sorprendiéndonos. Por suerte estamos las dos vestidas. Aunque la vergüenza sigue siendo igual.

-Catarina lo siento- hablo levantándome rápido del suelo. Acomodando mi ropa.

-Ustedes dos. Lo sabía. Valentina se puede saber por qué no me habías dicho nada. Para una de tus novias que me gusta- reclama Catarina cambiando el gesto de sorpresa por una sonrisa.

-Mamá para me estás avergonzando- reclama Valentina levantándose también y tomando mi mano para tranquilizarme. Sabe que estas situaciones son nuevas para mi y pueden molestarme. Más no me avergüenzo de nada de lo que hice. A lo mejor si de que nos atraparan. Yo quería seguir.

-Hace unos minutos no estabas avergonzada, hija mía. Estabas apasionada, entregada a la situación. Y al aire libre por dios - insinúa Catarina con toda la intención de provocarnos, no esperaba esa reacción tan graciosa.

-Fue mi culpa, no debimos- me excuso volviendo a la conversación.

-Luiza por dios, también fui joven. Lo único que reclamo aquí es el no estar enterada de este romance. Ahora quiero una cena. ¿Lo saben tus padres ya? Puedes traerlos aquí. Hagámoslo oficial. Tengo una idea, una fiesta. Eso, maravilloso- propone Catarina hablando sin parar.

-Hey calma, la vas a asustar- exige Valentina intentando frenar a su madre.

-Por mi está todo bien, si tú quieres por supuesto- acepto mirando a Valentina.

-¿En serio? ¿Se lo dirías a tus padres?- pregunta Valentina en shock.

-Por supuesto amor, es mas creo que ya sospechan algo- reafirmo.

-Maravilloso, déjenme a mi lo demás. Ahora las dejo para que acaben su asunto, pero chicas. Hay seis habitaciones en la casa- provoca Catarina con picardía.

Que vergüenza, nunca voy a olvidar este día. Todo el drama y ahora está situación embarazosa. Necesito irme a dormir pero ya. Las dos sonreímos a la vez. Sin saber que decir pero diciéndolo todo.

-Mejor me voy- suspiro emocionada.

-Te pediría que te quedaras pero no podría dormir- asegura Valentina.

-Lo sé, yo tampoco- reconozco sonrojada.

-Te veo mañana, paso por ti y desayunamos- recuerda Valentina acompañándome al salón donde me espera Duda.

-Juntas- me pronuncio abrazándola sin querer dejarla ir.

-Ustedes paren ya, son las dos de la mañana. Vamos despéguense ahora mismo- exige Duda intentado separarnos.

-Mi hermana siendo un algodón de azúcar. No pensé estar vivo para verlo- reclama Igor.

-Pesados- gritamos las dos a la vez.

No te odio, te amo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora