Disfrute

2.5K 103 17
                                    

POV Valentina

Volver a casa y recibir el cariño de mi familia me devuelve la energía, la confianza, el deseo de superar esta fase de mi vida. El silencio y el miedo puede destruir tantas cosas. Estuve al punto de perder todo lo que soy, lo que me costó tanto construir. Todo por ahogar esas palabras dentro de mi. Hay situaciones complicadas, pero también decisiones apresuradas y actitudes necias. Acepto toda responsabilidad y espero poder devolver a las personas que amo la confianza. Leo se ha quedado dormido en medio de nosotras. Sonrío por cómo estoy fuera de la cama prácticamente y ellos dos abrazados. Me quedo admirando la escena. Son tan parecidos. Tengo mucha suerte y debería estar celebrando y cuidar de ellos. Me levanto, tomo mi baño por primera vez en mucho tiempo cantando feliz. Hoy llevaremos a Leo a la escuela y comenzaremos a planear su cumpleaños. Me hace mucha ilusión. Al volver ellos siguen en su sueño, son dos perezosos. Les hago cosquillas a los dos y el pequeño brinca pero su madre ni se inmuta, si por ella fuera se levantase siempre a mediodía. La dejo en cama un poco más y preparo a Leo para que no se nos haga tarde. Me ayuda con el desayuno pero montamos un desastre en la cocina que no le va a gustar a mi esposa. Estoy medio recogiendo cuando aparece Luiza, hermosa. Recién levantada, con su pijama de Star Wars, su pelo perfecto. Como puede alguien despertar así de bella.

-El comenzó todo- me defiendo apuntando a Leo que levanta las manos haciéndose la víctima.

-La mamá derramó todo el sirope- me delata mi hijo y lo miro con una mirada de reprobación.

Luiza se queda callada por un buen rato mientras los dos seguimos discutiendo quien derramó más cosas en el mantel.

-Todo bien Lu- me preocupa que no diga nada.

-Ustedes dos son un dúo peligroso, pero extrañaba esto- afirma abrazándome con fuerza.

-Toma tu baño amor. Yo me encargo- prometo besando sus labios.

-Te ayudo, somos un equipo. Hoy podemos llegar un poco tarde- responde mi esposa aferrada a mi frente y suspirando. Ella realmente es la cura de todos mis males.

Terminamos por arreglar todo y desayunamos los tres juntos, en medio de risas y juegos. Leo es un chico travieso y tiene ocurrencias que nos dejan boquiabiertas a las dos. Luiza sube para alistarse y los dos nos ponemos a terminar de ver la película de ayer. Sus preguntas no me dejan indiferente, es demasiado curioso y a veces no se que responder.

Después de dejarlo en la escuela acompaño a Luiza al estudio y de paso me quedo aprendiendo algunos pasos de baile. Me encanta ver que también le está dando clase a niños y lo está haciendo muy bien. Es increíble como maestra, como mamá y como esposa. Estoy tan enamorada que no acredito que este sentimiento siga creciendo a medida qué pasa el tiempo y jamás se debilita por mucho que pasemos por momentos difíciles.

-Amor, ¿donde está tú cabeza?- Luiza interrumpe mis pensamientos golpeándome ligeramente el brazo. Estamos almorzando y apenas he tocado la comida.

-¿Tú que crees? no paro de pensar en ti y en lo mucho que te amo- respondo mirándola intensamente.

-No me mires así Valentina, porque se me antojan tantas cosas- se queja Luiza temblando de emoción.

-A mi se me antojan más- la provoco. Se como jugar su juego.

-Cuéntame- exige acercando su cara a la mía.

-No es nada de mas. Solo que tengo mucha hambre y me apetecería mucho pero mucho. Abrir esas dos piernas y chuparte hasta que perdieras el conocimiento- me atrevo a más y ella se pone roja de la vergüenza pero no para de mirarme como si le gustara la idea.

-Eres peligrosa Valentina- suspira Luiza poniéndose de pie para ponerle seguro a la puerta. Estamos en su pequeño despacho que comparte con Carol, que por suerte no está aquí.

La sigo para acorralarla contra la puerta, me gusta atacarla de esa manera. Desatar mis pasiones, arrastrarla hasta que no le quede de otra que entregármelo todo como tantas veces. Atrapo su rostro con firmeza para tener vía libre y devorarme su cuello. Es deliciosa y se el punto que la enciende. Su mano va directa a desabrochar mi cinturón y entiendo que también quiere probar. Antes necesito tomar lo que es mío. La empujo contra mi, poniendo mis manos en su culo y dejándola encima de la mesa. Subo su vestido, rompo su ropa interior y le separo las piernas. Empuja mi rostro contra su sexo cuando me ve relamerme los labios y sonrío ante su desesperación.

-Tú lengua es maravillosa- gime implorando por más. Solo la estoy tentando, separando sus labios y paseándome con calma.

-Tu coño que es demasiado caliente- respondo pasando mi dedo por su clitoris para verla temblar.

-No seas mala Valentina- suelta un grito seguido de un quejido.

-Pídemelo Lu- acaricio con la punta de mi nariz y se estremece.

-Hazme lo que quieras y no te detengas por favor- pide sosteniendo con fuerza la mesa.

Mi lengua se abre paso de forma directa, reconociéndose en su propio manantial. El origen de toda mi lujuria. Dejo que se mueva en busca de más fricción y aprieto sus muslos con fuerza. Chupo con bondad, como si se me fuera la vida en ello.

-Así amor, más, más por favor. No pares- grita desesperada y eso me pone demasiado cachonda.

Acelero mis movimientos dentro de su coño, dejo que mi lengua se adentre más y más. Llevándola con calma hasta esa liberación final. Succiono su hinchado clitoris y me gano algunos gritos desesperados.

-Me corro Valentina- advierte temblando por lo que le estoy haciendo y no me detengo. Absorbo cada rincón y ya no se puede detener. Explota en mi cara completamente satisfecha.

Amo limpiar su orgasmo con mi boca y subo para que se pruebe también. El beso se vuelve demasiado intenso y Luiza toma el control empujándome contra la pared más cercana. Termina por bajar mi pantalón y me rompe las bragas también, quizás como venganza.

-¿Por qué tan mojada?- pregunta con maldad tocando y tanteando la zona.

-Sabes que amo darte placer- respondo completamente excitada.

Entra en mi con dos de sus dedos y se mueve de esa manera apasionante. Es tan sensual como me coge con con amor y deseo a la vez. Me besa el cuello y eso me pierde. No le voy a poder aguantar mucho si ya estoy perdida. Entra y sale de forma certera susurrándome en el oído. Tocan la puerta pero ni eso nos detiene. Me tapa la boca y continúa golpeando todos los puntos precisos. Ya no puedo más, dejo que el clímax me arrastre y ni siquiera lo puedo gritar. Luiza me besa y me aferro a ella hasta el final.

-Vamos a tener que comprar ropa interior antes- bromea Luiza mientras intentamos disimular lo que acaba de pasar.

-Es que me vuelves loca- respondo.

-Lulu estabas aquí. Tuve que buscar la llave porque pensé que te habías ido- se queja Carol mirándonos confusa.

-Es que tuvimos un pequeño problema- miente escondiendo la cara de la vergüenza.

-Si claro, ustedes dos no cambian- asegura mi cuñada.

-Todo está listo y Diego ya está por llegar para las clases de la tarde. Nos vemos mañana- se despide Luiza tomando mi mano para salir corriendo de la situación.

Las compras para el cumple de Leo nos toman el resto de la tarde. Quiero que sea perfecto, es un pequeño tan especial. Vendrán todos sus nuevos amigos de la escuela y pretendo que sea un día que recuerde.

No te odio, te amo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora