Imparables

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POV Luiza

Nunca imaginé que se podía ser tan feliz, lo repito incansablemente porque no me lo creo. Estoy en Toscana con el amor de mi vida. Mi mujer encantadora. Valentina es la mejor compañía que se pueda imaginar. Sus ojos son capaz de ver cosas que otras personas no y lo comparte conmigo tocándome el alma con su ferviente imaginación y apreciación de las cosas. Su talento para el arte y la fotografía me enamora. Recorremos todos los museos, pero solo soy capaz de ver el arte en su sonrisa. Pagaría por pintarla aunque la llevo bastante grabada en mi piel y eso gana por goleada. Un extraño se ofrece a fotografiarnos frente a la torre de pizza y le robo un beso que queda espectacular. Pienso llenar nuestra casa de todas estas fotos. Visitamos una granja y bodega orgánica en las afueras de San Gimignano y nos ponemos ciega degustando todo el vino. Estoy bastante borracha. Reservamos en el hotel más cercano. Valentina tiene que sostenerme porque tropiezo cada dos por tres. Bromeamos como dos tontas y la gente no lo entiende. Por suerte para las dos el salón en el que estamos se queda vacío. Quiere llevarme a la habitación pero se lo pongo bastante difícil.

-Eres un grano en el culo sabías- se queja Valentina perdiendo el equilibrio y caemos sobre el piano haciendo bastante ruido.

-Cántame una canción- exijo provocándola.

-Estás loca, yo no sé cantar- protesta Valentina tomándome de la cintura para que no me vaya a marear. La verdad es que ya estoy mejor, solo estoy fingiendo un poco para provocarla.

-Entonces haz lo que mejor sabes hacer- le muerdo la oreja y susurro poniéndole la piel de gallina.

-Luiza para, me estás poniendo nerviosa- se revuelve un poco por lo cerca que estoy. Me encanta saberme irresistible para ella.

-¿Solo nerviosa?- pregunto pasando mi lengua por su nariz.

-Estoy irritada también- asegura Valentina cruzándose de brazos.

-Ummm, yo creo que la palabra es excitada déjame comprobarlo- la reto metiendo la mano por debajo de su vestido y apretando un poco sobre sus bragas.

-La próxima vez no te dejo tomar tanto vino- se lamenta después de soltar un gran gemido.

-Quiero chuparte Valentina- confieso tomándola en mis brazos con autoridad sin perder jamás la postura dejando claro lo cuerda que estoy. La dejo sobre el piano y le abro las piernas. Respiro sobre su sexo y le lanzo una mirada felina.

-Luiza, alguien puede entrar- advierte limpiando algunas gotas de sudor de su frente. Se lo cachonda que está y lo rápido que puedo arreglar esa necesidad que tiene.

-Amor sé mi Julia Robert y yo seré tu Richard Gere- suelto en medio del clima de la situación y las dos comenzamos a reír a la vez. Esta intimidad que tenemos es abrumadora.

-No puedo creer que hayas dicho eso- se mofa Valentina recuperando el poder. No por mucho tiempo.

Comienzo a besar su coño por encima de las fina tela de su ropa anterior y su sonrisa se convierte en un gemido. Cierra los puños y abre la boca soltando un poco de aire. Basta de juegos, podría entrar el mismísimo presidente por esa puerta y no pararía hasta que se corriera en mi boca.

-No seas mala Lu- se retuerce de placer ante mis caricias pero me estoy cobrando sus tantas provocaciones. Valentina ama tenerme a su merced pero de vez en cuando las cosas cambian.

-Estás a punto de correrte y ni siquiera te he comido como a mi me gusta- susurro maliciosamente presionando la palma de mis manos y chupándole un pezón intensamente. Quiero llevarla al límite. La sensación de ser atrapadas es desequilibrante. No lo voy a negar. Continuó frotando mi sexo en sus piernas y apretando su clitoris por encima de las bragas. Valentina maldice y yo dejo que mis gemidos terminen por volverla loca.

-Maldita, no puedo respirar- advierte Valentina arqueándose y derramándose hacia atrás mientras continúo apretando y dándole pequeñas bofetadas.

-Dámelo ya- ordeno mientras me corro completamente vestida por culpa del roce de sus piernas. Valentina muerde su mano y se deja ir conmigo mientras reproducimos el mismo sonido incontrolable.

-Me vas a matar- me fulmina con la mirada Valentina mientras aprovecho y le introduzco dos dedos prolongando nuestro encuentro y el peligro de ser atrapadas por cualquier extraño.

-Menudo concierto el de tu boca- enaltezco mientras se lo hago rápido y me vuelvo loca con el vaivén de sus caderas.

Veo su clitoris tan hinchadito, tan apetecible que me lanzo a chuparlo mientras mis dedos entran y salen fácilmente acompañados por los movimientos erráticos de Valentina que ya se encuentra en la cima de nuevo. La conozco demasiado. Presiona mi rostro y pienso que no me importaría morir estrangulada si es enterrada en su placer. Se escuchan ruidos en la cocina. Creo que los cocineros deben haber terminando su turno y pueden aproximarse en cualquier instante. Un par de embestidas más y el orgasmo de mi esposa calienta mi rostro como de costumbre. Arreglo su vestido y la tiro hacia mi besándola apasionadamente. Este amor no para de crecer.

Después de una semana en Italia, nos vamos para España y continuamos con la aventura. Conociendo sitios maravillosos y divirtiéndonos en exceso. Valentina siempre se queja de que hago muchos amigos y soy demasiado simpática, pero termina cediendo y sumándose a todas mis locuras. Si es cuestión de disfrutar lo hago bastante. Después de olvidar una gran parte de tu vida es normal vivirlo todo con tanta intensidad. Seguimos por varios países y terminamos en Alemania. Se puede decir que la mitad de Europa lleva nuestro sello.

De regreso...

POV Valentina.

Lu no sabe que la estoy llevando a nuestra casa. Espero que acepte vivir allí y que sea el hogar de nuestros hijos. Estoy nerviosa y ella lo nota. Se que los lujos pueden hacerla sentir incómoda y por eso mandé a remodelar. Quiero tanto que le guste. Duda hizo que mi esposa la ayudara a escoger la decoración sin sospechar en ningún momento que estaba eligiendo los muebles de nuestra mansión. La naturaleza alrededor le va a encantar. Mi abuela tenía buen gusto. Incluso tendremos una piscina para enseñar a nadar a nuestro pequeño. Le cubro los ojos con una venda blanca y la ayudo a caminar. Seguro cree que se trata de otro de nuestros juegos pero es un paso más en nuestra relación. Ya que será todo nuevo. Libero sus ojos y entrelazo nuestras manos para seguir el camino y abrir la puerta. No hablamos, creo que todavía no sabe de que se trata. Parada enfrente del salón comienza a reconocer todo un poco y me busca con sus pupilas buscando una explicación.

-Es nuestra casa amor- confieso tomándola de la mano y abrazando su cintura. Se la ve emocionada.

-Valentina yo- le tiembla la voz.

-¿Te gusta?- pregunto con los ojos llenos de lágrimas. Ella también está llorando.

-Me encanta- acepta abrazándome con fuerza.

Le enseño nuestra habitación y la del bebé. Lloramos las dos emocionadas. Estoy preparada para lo que venga pero la carga emocional puede ser muy fuerte. Yo quiero apoyarla en todo y ser su motor impulsor.

-Toca inaugurar la cama- suspiro en su cuello después de estar un buen rato acariciando sus cabellos y suspirando en silencio.

-Pensé que dirías la piscina- juega Luiza subiéndose en mis piernas.

-O la cocina- continúo.

-El sofá que está más cerquita- propone quintándome la chaqueta. Tenemos tantos espacios que estrenar. Escuchamos el timbre.

-Creo que no se va a poder- recuerdo que Igor, Duda y Aninha habían quedando en pasar a celebrar y de paso ver un partido de fútbol.

Cruza los brazos algo inconforme pero cuando ve llegar a nuestros amigos se alegra y nos ponemos al día. Les mostramos las fotos de la luna de miel. Y mientras mi hermano, sobrina y yo preparamos la comida, aquellas dos se quedan comentando sus cosas picantes. Faltan dos días para la cita con el doctor y solo espero tener a mi pequeño correteando pronto por aquí.

No te odio, te amo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora