Libertad

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POV Valentina

Llevamos varios días en la ciudad, inmersas en la cultura y es infinita toda la historia que ofrece. Tengo mil fotos y el alma llena de recuerdos que voy a conservar de por vida. Me estoy llenando de coraje y libertad. Tengo bastante claro lo que soy y lo que quiero hacer. Estoy mudando la piel, convirtiéndome en alguien mejor. En parte gracias a ella. A veces me invade un miedo terrible, porque me imagino mi futuro sin muchas cosas pero soy incapaz de verme sin su amor. Ojalá nada la separe de mi. El calor nos anima a rentar un carro para disfrutar de la playa todo el fin de semana. Estoy amando mucho esta aventura. Llevo uno de sus vestidos porque son más frescos comparados con mis pantalones y ella está excesivamente cariñosa. Apenas podemos tener las manos alejadas la una de la otra. Luiza acaricia mis muslos y se me acelera el pulso. Canta a todo volumen las canciones del coche. No para de moverse, es un ciclón lleno de adrenalina y yo cada vez más rendida a todo lo que voy descubriendo de su personalidad tan arrolladora. Ama provocarme, es una descarada. Ahora que es más consiente del poder que ejerce sobre mi sabe cómo utilizarlo para conseguir lo que quiere.

-Te queda tan bien mi ropa- comenta Luiza jugando con sus piernas encima de mi. Bastante caliente está el clima como para que juegue así, bendita paciencia.

-Lu, para que no me puedo concentrar- le ruego sin parar de sonreír. Estoy tan enamorada que roza lo ridículo.

-Tengo una novia maravillosa, soy yo la que no me puedo controlar- asegura Luiza haciéndome temblar.

-Eres insaciable- gimo al instante que la siento presionar mi coño a propósito. Se ha vuelto muy desinhibida en cuestiones de sexo.

-Soy adicta a ti mi amor- confiesa Luiza retirando sus piernas y dejándome súper excitada.

-Mereces una lección- la amenazo frustrada por lo que acaba de suceder.

-¿Me vas a castigar?- pregunta Luiza riéndose de mi.

-Lenta y deliciosamente. Hasta que llores de tanto placer- aseguro sin dejarme ganar.

No me deja tranquila ni un segundo. Entre que me provoca y que no me sé muy bien el camino por las escasas señales, súmale el calor infernal y la verdad no sé cómo estoy viva. Llegamos en la tarde, nos instalamos en la casa, que es bastante grande por cierto. Y de inmediato vamos para la playa. Luiza no sale del agua, ella es así. Yo la observo a lo lejos y me entretengo haciendo castillos de arena con una pequeña que ha insistido y se me ha pegado bastante. Tengo una conexión fuerte con los niños, no lo puedo negar. Y aunque ahora mismo no contemplo la idea de ser madre en un futuro me encantaría tener muchos.

-¿Sería mucho pedir un poco de atención de mi novia?- se queja Luiza ofreciéndome agua de coco.

-¿Estás celosa de una niña?- pregunto ante lo obvio.

-Que va, me parece bastante tierno. Como le cuente a Sofía ella si que estará celosa. Sabes que eres su preferida- confiesa Luiza sentándose en la arena.

-No serás capaz- respondo incrédula.

-Déjame al menos recuperar el amor de mi hermana- insiste Luiza.

-¿Por qué mejor no nos ayudas? Necesitamos un poco de agua para terminar este castillo hermoso- propongo.

-Encima me vas a poner a trabajar en mis vacaciones- se queja Luiza.

-Lo estás deseando- la provoco y ella obedece.

Si yo tengo mano con los niños Luiza no se queda atrás. Ella es un amor de persona. Nos pasamos toda la tarde jugando con la niña. Descubrimos que sus padres son nuestros vecinos y se ven una pareja muy unida. Terminamos retándonos a una partida de volleyball, y me toca comprar las cervezas porque Luiza es anti deporte. Estoy enfadada, porque odio perder. Ella solo disfruta las bebidas y se burla como es natural de mi mal genio. Cuando termino de tomar un baño me encuentro que Luiza ha preparado una cena especial para mi. ¿Como no amarla? Yo soy fan número uno de su comida. Y ahora con ese toque cubano que ha aprendido. Adoro de más.

-Amor, voy a dejar la facultad- confieso mientras estamos las dos en una hamaca acostadas.

-¿Estás segura?- pregunta Luiza regalándome toda su atención.

-No tiene sentido seguir ahí sólo por una tradición familiar. Me niego a despertar un día y darme cuenta que he desperdiciado mi tiempo intentado hacer feliz a otros- explico.

-Entiendo y quiero que sepas que voy a estar para ti siempre. Creo en tu talento y se que vas a llegar lejos haciendo lo que te gusta- responde Luiza.

-Gracias. No sabes todo lo que significa contar contigo- repito emocionada.

-¿Sabes que Catarina se pondrá furiosa verdad?- pregunta Luiza.

-Lo sé- me temo sin bajar la cabeza.

-Pero no pasa nada porque cuando su hija se convierta en una fotógrafa exitosa se tendrá que tragar sus palabras. Ahora vamos a brindar- propone Luiza arrastrándome de vuelta al salón.

Ella me inspira en todos los sentidos, es mágico cada segundo que pasamos juntas. Va más allá del orden, es sobrenatural. Solo así se explicaría esta locura que me sigue impulsando a cumplir cada uno de mis sueños. Luiza se ha quedado dormida en el sofá y yo simplemente estoy entregada a cada fragmento de su belleza. Me pregunto como puede alguien meterse en tu piel de esta manera. Busco un cuaderno para dibujarla. Me paso dos horas sin poder dormir porque quiero terminar hoy mismo su retrato. Ella se despierta de repente sorprendiéndome en el acto.

-¿Que haces?- pregunta Luiza aún soñolienta. Están siendo unos días muy intensos.

-Te dibujo- confieso mostrándole mi obra, un poco avergonzada.

-Hay algo que no hagas bien Valentina- afirma Luiza entre sorprendida y emocionada.

-Dejar de pensarte se me da fatal- admito.

-Eso no es malo en absoluto. Yo tampoco puedo dejar de pensar en ti- acepta Luiza sentándose en mis piernas.

-Eres hermosa- susurro en su oído.

-Lo que soy es demasiado afortunada de tenerte Valentina- suspira Luiza cada una de sus palabras haciéndome estremecer.

-Vamos a dormir- propongo levantándola en mis brazos.

-Me consientes demasiado- asegura Luiza hundiendo su nariz en mi cuello.

-Eres mi princesa, siempre va a ser así- le recuerdo mientras la dejo sobre la cama. Y la ayudo a sacarse el vestido.

-¿Lo juras?- pregunta Luiza con una mirada de esperanza.

-Lo juro amor- asiento acostándome a su lado. Las dos desnudas con las mando entrelazadas. Estoy segura que es la mismísima definición de paz o al menos así lo siento yo. Disfruto de este tipo de intimidad.

-¿Sabes una cosa? Hoy cuando te vi con esa niña en la playa. Me imaginé una familia contigo- confiesa Luiza dejándome sin palabras.

No sé qué decirle pero la intensidad de mi mirada es razón suficiente para creer todo lo que estoy pensando ahora mismo. Y son muchas cosas.

-Se que es demasiado apresurado para estar hablando esto. Perdón- se excusa Luiza y tengo que interrumpirla colocando un dedo sobre su boca.

-Lucharé por hacer todos tus sueños realidad.

No te odio, te amo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora