Secuestro

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POV Valentina

Espero a que Luiza termine la actuación para ejecutar por fin mi plan perfecto. Hoy es el día del secuestro, nada ni nadie nos podrá frenar. Tengo una reserva a mi nombre, y estoy dispuesta a matarla de placer porque sinceramente no aguanto un segundo más sin hacerle el amor. Ella no se sorprende de verme. Puedo apostar que estaba segura que vendría a buscarla. En el fondo me conoce perfectamente.  Luiza me provocó primero, ahora es mi turno de mostrarle de lo que soy capaz. Sonríe nerviosa y sin decir una palabra entra al auto. Mi mente reproduce todas las imágenes picantes de esta tarde, la manera en la me ayudó a llegar al clímax sin despeinarse. Todo el viaje me la paso calentándola, mi mano libre revoloteando en sus piernas y ella cierra los ojos intentando calmarse pero no sé lo permito. Vas a sentir de todo menos calma Luiza, te lo puedo asegurar. Se da cuenta de que no vamos rumbo a la casa precisamente, pero no hace preguntas. La tensión es evidente, ella sabe lo que va a suceder y se vuelve cada vez más inquieta en el asiento con mis caricias y la música de fondo.

En el hotel más lujosos de la ciudad, con las vistas más increíbles que pueda imaginarse pero sobre todo, lo más importante, ella y yo solas. Voy a quitar todas sus inseguridades. Luiza es la mujer que amo profundamente. No suelta mi mano en ningún momento. Con la sonrisa más preciosa de todas me deja saber que está preparada, lo necesitaba porque si me he aguantado como una campeona es precisamente  porque jamás haría nada para presionarla. Sujeto su pelo con autoridad para sumergirme en su boca húmeda, tan dulce que pierdo el sentido inmediatamente. Aprieto su cintura y ella gime profundizando más el beso. Caemos las dos en la cama desesperadas por el calor que hace, si no me cuelo entre sus piernas pronto voy a morir. Luiza se encuentra encima de mi, aprovecho para quitarle el vestido rápidamente observando de forma intensa como se revuelve y se mueve buscando más fricción.

Ágil me doy la vuelta provocando que ella grite por la sorpresa. Me separo un poco para desnudarme ante su atenta mirada. Contemplarla así de roja por la excitación me pone a mil por hora. Me pierdo en su cuello mientras nuestros senos chocan produciendo una sensación de nervio diferente, Luiza se retuerce, no para de sacudirse agitada buscando que termine la tortura. Con mi pierna presiono su vagina para que chille sin ninguna contemplación puede hacer todo lo que quiera y entonces me araña la espalda en respuesta. Me encanta escucharla retorcerse en cada toque y eso que aún no llega lo mejor. Luiza toma mi mano y la lleva dentro de sus bragas consiguiendo mi muerte absoluta en ese precioso instante. Está completamente empapada y yo que pensaba ir más despacio. De ninguna manera puedo torturarla así, no me veo capaz.

-Sientes como estoy, pues así llevo días- protesta Luiza temblando ante un simple repaso inocente sobre su entrada.

Comienzo a gruñir en respuesta jugando alrededor de su sexo, muerdo su hombro atormentada, extrañaba tanto esta sensación. Mis pupilas se clavan en las suyas. Estoy al punto de tener otro orgasmo solo de verla así tan lubricada, rogándome que entre en ella porque solo así conseguiría liberarse del mismísimo infierno.

-Adoro tú coño apretado cariño- no sé ni de donde salen esas palabras. Estoy en otra dimensión. Nada se compara a la sensación de invadir su intimidad.

-No puedo más Valentina- se queja Luiza mientras muerdo su vientre y no dejo de husmear con mi dedo índice sobre su hinchado clitoris.

-Dime lo que quieres y te lo daré- la reto llevándome un pezón a la boca para chuparlo con entusiasmo. Luiza sube sus caderas en respuesta y mi mano se estrella sobre su vagina a consecuencia de aquellos movimientos.

-Cógeme, fóllame, tómame, hazme de todo pero no pares. Por favor- vocifera Luiza sobrepasada por el vaivén violento de su cuerpo, por la historia que no recuerda, y el deseo que no puede reprimir. 

Quiero quedarme con esta imagen grabada como mi mejor fotografía, Luiza derrocha erotismo, las bragas apenas por sus piernas porque no me ha dado tiempo a retirarlas del todo, su sexo palpitante, mi mano mojada por sus fluidos, no tiene explicación. Introduzco dos dedos de golpe pero con mucho cuidado, los dejo así sin moverme para que ella se acostumbre y me de permiso. Arquea todo su cuerpo dejándome a la vista ese hermoso cuello que no me queda más remedio que besar.

-Que delicia por dios- susurro en su oído sometida a esta hermosa sensación. Se siente tan bien que mi único alivio es frotarme descaradamente porque estoy a punto de estallar.

-Más- exige Luiza dándome por fin el permiso de seguir.

-¿Así?- salgo y vuelto a entrar ahora con más violencia.

-Me vuelves loca- grita Luiza besándome en respuesta. Es un beso tan torpe, mi lengua y la suya se dedican fuertes lametazos y mordidas. Parecemos animales en busca de su única salvación.

-Muévete amor- le ordeno.

Mis dedos se deslizan con tanta facilidad, es tan agradable como me acompaña. Empujo con firmeza, ejerciendo firme presión sobre su clitoris. Sus gemidos aumentan. Se deja llevar cada vez más sin ningún tipo de barreras y es la gloria. Cuando percibo que ya no puede soportar ni un minuto, curvo y extiendo mis dedos a diferentes ritmos hasta alcanzar el punto exacto. Convulsiona al mínimo contacto como si llevase esperando por este momento demasiado tiempo, más del que nadie pudiese imaginar.

-Ahhhhh- grita desesperada golpeando con fuerza la almohada. Se como funciona, conozco cada centímetro de su piel. Puedo atravesar sus mares como el mejor marinero porque además de haberlo hecho tantas veces, el amor que sentimos le da ese toque especial, imposible resistirse.

-No hemos terminado aún- le advierto mientras la lleno de caricias para que poco a poco se vaya tranquilizando.

-¿Por qué demoramos tanto en hacer esto?- pregunta Luiza todavía agitada.

-A mi me lo preguntas- la molesto.

-¿Es así siempre?- continúa recomponiéndose.

-Solo cuando es conmigo, así que ni se te ocurra probar con nadie más- me burló abrazándola.

-Eres una presumida Valentina, pero tienes razón. Lo haces muy rico- responde Luiza con algo de vergüenza. No entiendo como puede ser tímida después de lo que hicimos. Beso su nariz con ternura.

-Aunque pensándolo bien la deuda ya está saldada- le recuerdo.

-De que hablas- cuestiona entrelazando peligrosamente sus piernas con las mías.

-Dijiste que te debía un orgasmo. Por lo tanto quizás deba dejarte así- insisto.

-Ahora quiero otros cinco, ¿crees que puedas? O es demasiado para ti- provoca Luiza mordiendo el lóbulo de mi oreja.

-Eso es pan comido, no sabes apostar. Creo que tengo que enseñarte muchas cosas- me vuelvo a colocar encima.

Nota: Ahora si, hasta mañana.

No te odio, te amo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora