Días en familia

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Nota: Feliz de estar de vuelta. Disfrutando mucho de ponerme al día en la serie y de poder volver a escribir. Un beso para todas.

POV Valentina

Convencí a mi esposa para pasar el fin de semana en el campo con nuestro pequeño. Leo ama la naturaleza igual que su madre y le divierten las actividades al aire libre. Yo simplemente no puedo ser más feliz con mis dos tesoros. Me encanta conducir mientras ellos dos se divierten cantando esas canciones pegajosas del tik tok. Cada día se parecen más. Me encanta que mi hijo sea un espíritu libre como Luiza. Siempre está sonriendo como ella, ama todo lo dulce y se enfada si lo molesto mucho. Hemos decidido volver a intentar lo de ser madres sin presiones. Ella me está ayudando mucho a perder el miedo. Me da la confianza que necesito. Es un proceso lento y complicado debido a mi condición pero no es imposible. Duda nos puso en contacto con una gran profesional y existe una mínima esperanza. Aunque si quedo embarazada tendría que renunciar a todo tipo de trabajo o esfuerzo para evitar los riesgos. Estoy dispuesta a lo que sea. Leo siempre dice que quiere un hermano pero no quiero ilusionarlo aún hasta que sea algo seguro. Por el momento disfruto del viaje, de mi familia y doy gracias por vivir estos días preciosos. Llegamos a la casa que escogimos y es maravillosa. El río queda en frente. Tiene una cancha de tenis y hasta un pequeño parque para el pequeño. Un lugar perfecto para hacer una fogata en la noche, paseos en barco. Leo brinca emocionado y la sonrisa cómplice de mi mujer me deja por las nubes, no sé como explicarlo. Ella siempre consigue darme alas. Creo que estoy más sensible que de costumbre.

-Mamá vamos a ver las tortugas- pide Leo tomándome del brazo para que lo lleve.

-Cariño, primero tenemos que desempacar-le recuerdo acomodando su pelo. Creo que pronto necesita un corte.

-El último que llegue es una gallina- sale corriendo rodando su mochila para ser el primero en llegar a la casa. Luiza me mira como diciendo "es tu hijo"Valentina. No para de competir.

Le sigo el juego persiguiéndolo a toda prisa pero le dejo ganar y mi esposa simplemente queda atrás con las maletas, sé de sobra que me va a regañar. Leo sube las escaleras para quedarse con la mejor habitación. Desde luego este niño es un dolor de cabeza cuando quiere.

-Muy bonito- se queja Luiza al pasar por mi lado.

-Fue él quien me provocó amor- levanto las manos declarando mi inocencia.

-Y en cambio serás tú quien se quedará sin postre esta noche- defiende Luiza amenazándome con el dedo.

-El flan de calabaza no es mi preferido igualmente- le resto importancia.

-No me refiero a ese postre- susurra en mi oreja haciéndome temblar.

Pasamos toda la tarde bañándonos en el lago, tomo muchas fotos de mis dos amores. De repente me siento un poco mareada pero Luiza me ayuda haciéndome cariños en el pelo y abriéndome un mundo entre sus piernas. Leo recoge algunas piedras para construir edificios y jugar con sus herramientas. Apenas me siento mejor le ayudo a terminar el trabajo. Luiza siempre dice que la mitad de esos juguetes son míos porque muchas veces soy yo la que insiste en comprarlos. Son apenas las siete de la tarde y ya Leo está con sueño. Lo llevo a su habitación y en cuestión de minutos termina por dormirse. Salgo al portal y Luiza aún me está esperando frente a la fogata leyendo un libro.

-Crees que no me doy cuenta- insinúa dejando de lado su lectura.

-De que hablas amor- me siento a su lado acariciando sus piernas.

-Te encanta cansar a nuestro hijo para quedarnos a solas- asegura mordiéndose los labios y provocándome.

-Y no veas lo difícil que es, al parecer es incansable como su madre- reconozco subiendo un poco mis manos para tocar sus pechos descaradamente.

-No va a pasar nada Valentina- susurra Luiza apartándome.

-Me estás diciendo que vas a desperdiciar la oportunidad de hacerlo al aire libre- me quejo cruzándome de brazos.

-Lo hemos echo un millón de veces al aire libre- recuerda desafiándome con su mirada.

-¿Frente a una fogata?- pregunto agotando todas mis excusas.

-Olvidas aquella vez en la casa de tus padres y casi nos pillan porque cuando dices veinte minutos son horas- reconoce mi mujer sin ninguna vergüenza.

-Dime que puedo hacer para que cambies de opinión- decido que es momento de entregarlo todo.

-Estoy leyendo Valentina- juega volviendo a prestar interés en su libro.

-¿Es ese libro más importante que tú ardiente esposa?- me quejo molestándola con mis piernas.

-Justo estoy leyendo un capítulo muy interesante- provoca alejándome completamente.

-Lee para mi- propongo pero cuando me voy a levantar para sentarme con ella. Tengo un pequeño mareo. Luiza me sostiene con firmeza y me pega hacia ella.

-¿Qué pasa Valentina?- pregunta alarmada.

-Ya estoy bien amor. Fue un día agitado- le resto importancia para no preocuparla.

-Apenas almorzaste. Crees que no me doy cuenta que no te estás alimentando bien. La doctora dijo que debes seguir comiendo aunque no tengas ganas- reprocha.

-Ya se lo que dijo la doctora princesa. No soy una niña- me quejo.

-Vamos dentro, cocinaré algo rico para ti- insiste Luiza llevándome con ella.

Desde nuestros días de facultad soy adicta a sus macarrones con tomate. Ella lo sabe y me complace. Me siento en la meseta de la cocina aburrida porque no me deja ayudarla. Juego en el teléfono y Luiza se molesta porque cree que me escribo con alguien. Adoro picarla. Pueden pasar mil años y su cara de brava me sigue poniendo igual. En un descuido me baja los pantalones y me quedo con una cara de sorpresa.

-¿Qué?- pregunta ante mi reacción.

-Que crees que estás haciendo- tiemblo ante la manera en la que abre mis piernas.

-Estas demasiado mojada, me da pena dejarte así- su voz ronca, sus dedos dentro de mis bragas. Es demasiado para mi. Me muerdo el labio con fuerza.

-Es tú culpa, me excita todo lo que dices, todo lo que haces. Me pones a mil- le recuerdo.

-Crees que puedas venirte en ocho minutos. Los macarrones ya casi están y no quiero dejar pasar el punto exacto. Este que a vos te gusta- dice todo eso mientras masajea mi clitoris y ya me tiene gimiendo bajito.

-Shhh, eso dependerá de lo buena que seas- llevo mis dedos a su boca y los muerde. Me retuerzo dejándole en bandeja mi cuello y lo devora con ganas.

Mueve sus dedos hasta el fondo y sostengo tan fuerte la madera que mis nudillos cambian de color. Es mi perdición. Separa los labios de mi vagina mientras continúa penetrando con fuerza. Complementa los movimientos con su lengua. Se me olvida hasta que no puedo gemir alto. Me descontrola. La agarro fuerte del pelo y sonríe chocando con la punta de su lengua contra mi hinchado clitoris. Es una perversa. Todo se vuelve demasiado intenso. Golpea todos los sitios prohibidos. Incorporar un tercer dedo y se me nubla la vista al instante. Suelto fuego por la boca, se me desbordan los ojos con lágrimas y mi coño simplemente explota como el volcán más peligroso de la tierra mojando todo su rostro como si le perteneciera.

-Deliciosa- susurra dejándome ver todo el brillo causado por mi excitación.

-Demonios, aún no puedo respirar- aseguro mientras me subo a su cadera para bajarme del mueble.

-Espero que estés hambrienta- provoca en mi oído.

-No sabes cuánto....

No te odio, te amo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora