Todo se queda en blanco

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POV Valentina

Que dolor de cabeza tan alarmante, tengo todo el cuerpo dormido y la boca seca como si llevase días sin beber agua. Encima abro los ojos y no reconozco el lugar en el que estoy. Está todo oscuro y me invade un miedo tremendo. Intento moverme pero tengo las manos atadas. Maldita sea, que tipo de broma es esta. Miro hacia delante para verme vagamente en el espejo. Tengo el pelo ensangrentado seguro por un golpe pero no lo recuerdo. ¿Se trata de un secuestro? ¿Donde está Luiza? Lo último que se me viene a la mente es que estaba esperando a que saliera de su estudio para darle una sorpresa. Espero que no le pasara nada. Joder tengo que buscarla, pero como. ¿Será que voy a conseguir salir de aquí? Quiero gritar pero incluso mi boca está amordazada. Mi cuerpo se resiente como si hubiese sido golpeado por un camión de veinte toneladas. Esto parece un almacén abandonado. Debe tratarse de alguna confusión. Me siento impotente y lloro de la rabia. La felicidad estaba protagonizando mis días y ahora me veo aquí prácticamente perdida y sin respuestas. Espero que se trate de un maldito sueño. Cierro los ojos con fuerza queriendo despertar, ruego que no sea verdad. Quiero abrazar a mi mujer, escuchar su voz. Intentar calmarme en sus ojos.

-Hola bonita, perdón por el golpe. La delicadeza no es lo mío- escucho la voz de un hombre cerca de mi. Me giro pero no reconozco su cara. Libera mi boca y siendo un poco de alivio, pero solo un poco.

-¿Quien eres?- pregunto con la voz temblorosa.

-Tú secuestrador, pero no por mucho tiempo. Solo estoy haciéndole el favor a una amiga. Se ve que te trae ganas- informa el delincuente sonriendo con mucha maldad.

-Suéltame ya y no habrá consecuencias para ti. De lo contrario no me va a alcanzar la vida para hacerte mierda- me lleno de odio y lo enfrento.

-Mira gatita, no estás en condición de amenazar. Si te portas bien hasta nos podemos divertir en lo que llega mi amiga, ¿que dices?- propone el tipo. Es sin duda un impresentable.

-No te atrevas a tocarme- me niego a que el miedo domine mis actos.

Sostiene mi rostro con sus manos de la manera más brusca posible. Dibuja una linea en mis labios y aprovecho para morderlo con fuerza. No me importa lo que me haga. A mi no me pone la mano encima un idiota, prefiero morir evidentemente. Responde pegándome una bofetada y luego otra. Cuando va a por la tercera alguien lo detiene y se lo lleva para calmarlo. No me da tiempo a percibir de quién se trata. Mierda, ahora estoy peor que antes. Escupo sangre de mi boca y grito de la rabia. Desconozco si pueda salir de esta y eso me entristece porque me caso en tres meses y es el sueño de mi vida. Esto es muy injusto. Luiza me debe estar buscando como loca.

-Valentina, despierta por favor- siento que me zarandean de un lado a otro. He vuelto a estar inconsciente. Estoy demasiado débil no sé si pueda aguantar.

Reconozco a Marcela entre las sombras. No puedo hablar. Ella me hace beber un poco de agua para ver si consigo recuperar el aliento. Pareciera que llevo días sin comer.

-Dime que viniste a rescatarme por favor- ruego descansando mi cabeza en su hombro.

-Lo siento- se lamenta ella diciéndome con la mirada que forma parte del plan.

-¿Por qué me haces esto?- no me lo puedo creer.

-Yo solo quería darte una lección pero ahora ni yo misma logro salir de este enredo- confiesa

-¿Qué es lo que quieres?- pregunto desesperada.

-Dinero, pero si se lo das temo que pueda matarte- argumenta Marcela.

-No entiendo, ¿quien es ese tipo?- investigo.

-Mi marido- responde Marcela con mucho miedo en su voz. Estoy jodida.

-Tienes que ayudarme a salir de aquí. Me lo debes. Tú me metiste en esto- reclamo.

-¿Quién diablo crees que eres? Jugaste conmigo, me dejaste en la calle, dañaste mi reputación. Todo por esa tal Luiza- se altera Marcela.

-Te recuerdo que fuiste tú quien traicionó mi confianza y arruinó mi historia de amor cuando yo creía ciegamente en ti- insisto.

-No te puedo ayudar Valentina. Adiós- se marcha dejándome con la palabra en la boca.

Entonces es todo cuestión de una venganza que se le ha ido de las manos. La buena noticia es que sentí arrepentimiento de su parte y tengo que usarlo a mi favor. O al menos eso quiero creer. Marcela vuelve con algo de comida. Necesito acercarme a ella aunque sea lo último que me apetezca ahora mismo. Cura mis heridas detenidamente. Fascinada con mi rostro. Si soy sincera jamás noté sus sentimientos, sus indirectas las tomaba como juego.

-Estás muy golpeada- susurra Marcela cerca de mi boca.

-Puedes desatarme un poco. Me duelen las manos- le pido.

-No juegues conmigo Valentina. Además siento decirte que estamos muy lejos y no irías a ninguna parte.

-Podríamos escaparnos juntas- propongo.

-Para ya Valentina, Raul puede llegar en cualquier momento. Así que termina de comer- replica Marcela molesta con mi insistencia.

-Vas a dejar que me mate cuando consiga todo mi dinero- insisto.

-Ya te dije que no puedo hacer nada- asegura.

-Eres una cobarde. Pasaste años al lado mío sin confesarme siquiera que me querías y ahora la culpa es mía. Quizás toda la puta culpa la tienes tú y eres tan detestable que si no jodes las cosas no estás feliz. Sabes qué, tú ganas. Allá tú con la conciencia- desisto entregada a la mala suerte. Puede que no salga de aquí y no puedo contar con una desquiciada que es la razón en primera por la cual estoy en esta situación.

-Solo te voy a dejar ir con una condición- sugiere Marcela después de un largo silencio.

-Lo que sea- contesto con un poco de esperanza.

-Tendrás que dispararme- saca una pistola de su bolsillo y me quedo sin palabras.

-Estás loca. No lo haré- niego al instante.

-O lo haces tú o lo hago yo- afirma decidida Marcela.

-¿En que lío te has metido?- pregunto desconcertada.

-Hazme ese favor Valentina, quiero que lo hagas tú. Me queda poco de vida. No quiero terminar en un hospital- confiesa Marcela. Ha perdido toda razón.

-Escúchame bien, nos vamos las dos juntas- exijo mientras me desata y me ayuda a ponerme en pie.

-Aquí nadie va a ningún sitio. Tenemos negocios que hacer princesa- interrumpe Raúl apuntándole a Marcela.

-Déjala ir- exige Marcela con lágrimas en los ojos.

-Puta lesbiana de mierda. Teníamos un trato- le pega con el arma.

Completamente desatada gracias a Marcela me le echo encima aprovechando el esfuerzo que hizo con la intención de quitarle la pistola. Forcejeamos un largo rato, comprendo el riesgo pero no me podía quedar de brazos cruzados. Resuena un disparo y todo se queda en blanco.....

Fin.

No te odio, te amo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora