Jesús te acepta como eres

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La cosecha estaba lista. El dueño salió a la plaza del pueblo a buscar trabajadores.

Temprano de la mañana recogió al primer grupo. Luego al regresar por la plaza encontró otro grupo y los llevó a su finca, y a si lo hizo en otras ocasiones. El último grupo que llevó fue cuando solo faltaba una hora para finalizar la jornada.

El dueño, muy feliz por la cosecha, le pagó a los trabajadores, a todos por igual. Algunos comenzaron a murmurar, Él les hizo saber que lo hacía porque es bondadoso. (Mateo 20:1-16)

¿En qué grupo de trabajadores estamos? ¿Somos los que llegamos de último? o ¿quienes comenzaron temprano?

Podríamos pensar que es injusto para quienes desde muy temprano iniciaron a trabajar, pero no hay injusticia porque se le pagó lo acordado. Quienes llegaron de último me imagino que estaban felices porque recibieron el pago completo, sin merecerlo.

Cuando Jesús estaba en la cruz, abandonado por sus discípulos, traicionado por uno, y sintiéndose desamparado por el padre. Jesús en su incomparable amor le ofreció el perdón de los pecados a una persona que había sido condenado a muerte; a Jesús no le importó su pasado.

A veces nos cuesta aceptar que Dios ama a la persona que piensa diferente, a quienes visten diferente, a quienes tienen una religión o ideología distinta. La salvación no la da ninguna religión, solo Dios la ofrece sin ningún reproche, ni distinción.

Las personas fallamos, pero existe alguien en quien se puede confiar y Él te ama como eres, no te condena o rechaza, se llama Jesús.

En el momento que le entregas tu vida a Jesús, eres transformado y Él no recuerda más tus pecados. Solo debes creer y pedirle que te perdone, que Él sea el señor de tu vida y que escriba tu nombre en el libro de la vida.

Nunca olvides que Dios te ama,

Dios te bendiga. 

Mi Día con DiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora