El Emisario es alguien relativamente nuevo. La primera carta apareció el 09 de noviembre de este 2021. Fue dejada en el buzón de una anciana, con el clásico escrito sanguíneo y una advertencia de muerte. Algunos aseguran que el loco es un hombre, otros que es una mujer. Yo creo que nadie lo ha visto a ciencia cierta, nadie excepto yo. O al menos es lo que creo.
Ha pasado más de un día de lo que me llegó la carta en la que se me otorgaba la responsabilidad del nuevo asesinato. He pensado por momentos en poner algo al azar, pero luego no lo he hecho porque, si me equivoco, alguien morirá de todas formas, y esa carta con mi letra podría ir a cualquier parte.
Lo que me pide el Emisario es algo absurdo. Nadie sabría cómo piensa la mente criminal de alguien. Mucho menos qué partes corporales va a arrancar, o dónde tirará el cuerpo. Fácilmente podría cortar medio dedo y tirar el cadáver en el tejado de la casa de al lado. Hay una infinidad de posibilidades.
—Tengo buenas noticias —anuncia Rafael, tomando asiento en el sofá frente al mío.
—¿El calentamiento global mató a todos menos a nosotros?
—No, pero tal vez ocurra en unos años si el planeta sigue como está.
Nunca se la deja pasar nada para enseñar una lección. Él estira sobre la mesa ratona un volante colorido de algún restaurant de por aquí llamado Moore's Diner. Salem, quien está a mi lado, también se estira para mirar el papel.
—Adivino. ¿Tu nuevo restaurant favorito? —intento. Rafael niega, adoptando una sonrisa forzada, algo indicativo de que lo que voy a escuchar no es de mi agrado.
—Te conseguí un empleo.
—¿Que tú qué?
—Es algo de prueba. Yo considero que debes ir adaptándote a la idea de trabajar para cuando tengas necesidades. Sé que no has tenido un empleo por todas las cuestiones familiares, pero creo que ya es hora. Además, así aprendes algo más de la vida.
—Yo sé hacer muchas cosas.
—Ah, ¿sí? Nombra al menos tres. —Hay un silencio de por medio—. No sabes cocinar. Limpias mal. La ropa la mezclas como quiera y termina dañándose.
—En resumen, soy un inútil. Ya entendí.
—No quise decir eso —enfatiza—. Lo has intentado, varias veces, y aprecio eso. Es solo que... tú eres muy independiente de mí, y cuando puedas salir al mundo, no estaré allí para evitar que mezcles las camisetas negras con las blancas.
Deja escapar una risa antes continuar:
—Haz el intento. Por lo menos durante esta semana que estás de vacaciones de Navidad.
Rafael se ve emocionado y algo feliz por esto. A mí no me hace gracia convivir con más personas, pero debo mantener a mi tío con buen humor en caso de que algo se agrave. Quizá, si empiezo a trabajar y me siguen acusando, me verá como el sobrino responsable y educado que no haría nada malo.
—Está bien.
—Guau, eso fue... Como sea. Empiezas hoy. Es más, ya estás retrasado una hora.
—¿Retrasado? No me digas que hiciste que me contraten sin siquiera preguntarme.
Rafael se encoge de hombros. Se levanta para tirarme mi chaqueta y unos guantes, además de guardar el volante del restaurant con mis datos prescritos en el reverso. Me da dinero y me echa de la casa. Seguro ya está practicando para cuando sea el momento. Seguro que me dice: «Lo siento, sobrino, pero largo».
La casa de Maddie ha estado en silencio. Me parece que Rafael mencionó algo de un viaje, solo que ya lo olvidé. Estaba ocupado con la resaca como para prestarle suficiente atención. El que se hayan ido de viaje me quita a esa niñita barra anciana de encima.
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Máscara Fragmentada
RandomKaden no tuvo una madre convencional: ella fue una asesina que cobró la vida de varias personas. Tras una serie de eventos sangrientos y años complicados en orfanatos, termina viviendo con su tío, quien, al sorprender a Kaden en una situación compr...