Capítulo 65

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La puta semana ha pasado más lento de lo que me gustaría. De nuevo estamos viernes y eso solo me hace pensar en lo que le ocurrió a Rafael y el motivo por el que sucedió aquello.

Por fin el timbre suena para dejarnos libres este fin de semana. Tardo un poco guardando las cosas por pensar en otra tema: Jordan debió haber averiguado toda mi vida antes de prisión. El Emisario no pudo haber dado en el clavo por pura suerte y hallar los orfanatos en los que estuve durante esos años. De alguna forma Jordan debió descubrirlo en algún punto y lo soltó apenas se contactaron con él.

El ambiente se vuelve pesado en un segundo y el silencio se apodera del salón. Al levantar la vista, entiendo el porqué: Kasemir está viniendo hacia aquí. Los dos últimos alumnos junto al profesor salen del curso por los pelos y ella se recarga en el marco de la puerta, bloqueando el paso.

—Los rumores vuelan —dice, mirándose las uñas largas y bien cuidadas.

—Me imagino. Considerando lo pequeño que es el instituto.

Era cuestión de horas para que ella lo supiera. Hoy no se habló de otra cosa que no fuera el beso que Aster y yo nos dimos ayer en el comedor. Algunos comentarios eran odiosos, otros de apoyo. Pero me importan una mierda, no voy a preocuparme si les agrada o no lo que hago.

—¿Me va a dejar pasar o tengo que empujarla? —le pregunto al estar frente a frente.

—Te advertí que te alejaras de él. ¿Cuál es tu juego con mi hijo?

—No es ningún juego. Quizá usted juegue a la emperatriz despiadada con él, pero yo no. Y él lo sabe. ¿Por qué cree que me besa sin siquiera pedírselo? —Paso empujando su hombro ya que no mueve un milímetro su cuerpo—. Y más vale que se acostumbre, suegrita.

La escucho gruñir y yo me echo a reír mientras camino hacia el salón de mi novio. Jamás pensé que el que la madre —adoptiva— de mi pareja no me quisiera fuera lo mejor que me podría pasar en una relación sentimental. Apuesto a que será muy divertido ver su cara rabiosa en cada pasillo por lo que queda del año escolar.

Me detengo en la esquina antes de girar debido a unas voces. Me asomo apenas, viendo a Aster recargado en la pared frente a la puerta de su salón de clases, esperándome y esperando a que salgan las chicas. Frente a él están dos chicos, casi rodeándolo.

—¿En serio estás con él, Corrigan? —le pregunta el castaño que es bastante alto.

—Sí. ¿Algún problema? —Aster se cruza de brazos.

—No, para nada —responde el pelinegro que le iguala en tamaño a Aster—. Solo que ya sabes cómo es Howarth. Yo quería intentar algo con él, pero mis amigos me advirtieron de su comportamiento.

—Ajá. ¿Y?

El pelinegro frunce el ceño con total sorpresa.

—Que solo te va a usar y te a va dejar cuando se le presente otra persona.

Aster se ríe y asiente lentamente.

—Sí, bueno. Al menos me eligió a mí para usar y no a ti. Y al menos soy el que más ha durado de toda su lista.

Los dos chicos que desconozco se miran, más absortos.

—Par de enfermos —masculla el castaño.

—Atrévete a repetirlo. —Aster se separa de la pared, todavía cruzado de brazos. El tono fue tranquilo, normal, pero supongo que algo en su rostro (algo que no puedo ver desde aquí) les hace retroceder a esos dos—. Anda.

El castaño agarra del brazo a su amigo y se van casi que corriendo.

—¿Qué con esos dos? —le pregunto, dejando de ver a escondidas. Él se sobresalta y al girarse hacia mí, no veo nada extraño en su linda cara.

Máscara FragmentadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora