—¿Qué fue lo de ayer con Daniela?
Me sitúo en el asiento que está frente al de Aster, poniendo mis brazos en su mesa y asentando mi mentón en ellos.
Desde que lo fui a buscar a su esta mañana para venir juntos he estado dándole vueltas al tema. Luego de salir de la estación todo parecía normal, incluso compramos un par de golosinas que compartimos en el camino a nuestras casas. La cosa rara entre Daniela y Aster desapareció como por arte de magia.
—Nada.
Lo miro por un largo rato. Él no es Naomi, no hablará con un poco de intimidación, lo sé de sobra pero debo intentarlo. ¿Y por qué lo presiono a hablar? Ni idea. Antes no lo hacía. En esos largo segundos me fijo que se ha vuelto a poner mi sudadera blanca, la cual terminó por llevarse luego del revuelo con Fields y la computadora de Travis.
—No me mires de esa forma —me ordena, cruzándose de brazos sin apartar sus ojos de los míos.
—No te miro de una forma.
—Parece que pensaras ahorcarme, pero no de la forma en la que me gusta.
Alguien carraspea a mi izquierda. Le saco el dedo del medio al chico desconocido para que no se meta en donde no le llaman.
—No es la primera vez que lo noto —le digo—. Cada que se ven, hay algo raro en el aire que pensaba que eran ideas mías.
Suspira. Se quita por un momento los lentes. Parece hostil por unos segundos, como con Daniela. «Lo soy con todos los que me caen mal», me lo recordó ayer.
—No te agrada —afirmo—. ¿Es eso?
Frunce sus labios en una fina línea recta.
—Sí.
—¿Por qué?
—No sé. Es... una vibra rara. Nunca me terminó de convencer.
—¿Ni cuando te apoyó en el ataque al pueblo para salvarme de los enmascarados?
—Ni allí —suspira, incómodo.
—Debiste decirlo desde un inicio. Ahora ella es prácticamente una más del grupo.
—Ya no importa. No la odio, solo no me agrada del todo.
Quizá si lo hubiera mencionado antes, yo hubiera hecho algo para no estar cerca de ella si a él no le gustaba Daniela. Pero tras tantas cosas en las que ha colaborado, al advertirme del plan de Adriana para matarme en el torneo, no puedo desconfiar, extrañamente no lo hago. Y se lleva bien con las chicas, en especial con Hadley.
Los murmullos de los estudiantes a nuestro lado se detienen de súbito. Aster fija la mirada en un punto. Al girarme, veo a Kasemir en la entrada del salón, y le hace señas a su hijo para que salga. Naomi se escabulle por un lado de la mujer demente y se cruza con Aster en un saludo.
—¿Qué pasó?
—Ni idea —le respondo a la chica que toma asiento en su puesto—. Apareció de pronto, como un fantasma. Es muy rara, ¿no crees?
—Cuando no está en el instituto es... una mala mujer. Pero aquí la veo muy centrada y respetable. Además, parece ser muy inteligente: en la única vez que entré a su oficina vi muchos títulos de estudios.
Sí, yo también los vi. Una mujer bastante sofisticada pero podrida por dentro. Qué suerte que no decidió abrirse un parvulario, porque si no, los pobres chiquillos saldrían llorando con solo verla.
—¿Y cómo así Aster usa una sudadera? —cuestiona Naomi—. Desde la primera vez que lo vi en el pueblo, ha usado de todo menos ese tipo de ropa.
—Todo un misterio. —El timbre suena por todas partes para informar que las clases inician—. Hadley llegará tarde.
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Máscara Fragmentada
RandomKaden no tuvo una madre convencional: ella fue una asesina que cobró la vida de varias personas. Tras una serie de eventos sangrientos y años complicados en orfanatos, termina viviendo con su tío, quien, al sorprender a Kaden en una situación compr...