Capítulo 27

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—Entonces, ya está anulada la solicitud —me dice la abogada Rivera—. Espero que no te arrepientas de esto.

—No lo haré.

Cuelgo la llamada, dejando el móvil a un lado del sofá.

He anulado la solicitud para cambio de instituto. Si tengo vigilar a Hadley, será más fácil estando cerca de ella.

Retomo mi investigación acerca de la banda Sin Nombre.

A inicios de abril tuvo un fuerte golpe policial. Arrestaron a decenas de personas, principalmente en Trébol Dorado, Tenéricus, Ducransea y Los Olivos. Con su Jefe capturado, las redadas policiales que incautaron toneladas de droga, e investigaciones posteriores respecto a crímenes varios, se concluyó que Sin Nombre había sido disuelta a finales de julio de 2021. Su reinado duró poco más de veinte años.

Pero ignoraban los torneos ilegales de boxeo que, a decir verdad, parecen más peleas callejeras que un torneo de box. Estos se pararon entre esos meses hasta mediados de octubre, como ya lo dije anteriormente. Este fue su punto inicial para recaudar dinero y mercenarios para trabajos sucios. Están bajo las sombras, así que cualquier delito suyo pasaría inadvertido, como el robo del auto.

Tengo ciertos temores en que miembros de la banda estén trabajando en esto, siendo contratados por alguien en específico. Considerando que están en crisis, cualquier dinero les vendría bien, supongo. Eso me dice que mi atacante tiene mucho dinero e influencias como para negociar con criminales ligeramente temidos. Lo que me regresa a indagar de nuevo en las vidas de las víctimas de mamá, a encontrar quiénes tenía poder económico, o sea, nadie, todos eran de clase media.

Rafael entra a la casa con fundas de compras. En lo que va a la cocina a dejarlas, escondo las pestañas de Google referentes a Sin Nombre. Mejor cierro la laptop y la dejo a un lado. Ya es hora de tocar ese tema, o al menos es lo que creo. He estado buscando maneras de llevar las riendas de esa conversación para no pelear o algo por el estilo. Por eso apenas hoy me animo a hablarlo con él.

—Me reuní con los Santillán —le digo. Me levanto para ir a la cocina. Sobre la isla están varios alimentos que él se empeña en clasificar y almacenar—. Me dieron varias pistas de lo que investigamos y... me dijeron que nunca les dijiste nada de nosotros luego de la condena de mamá.

Permanece en silencio, leyendo la etiqueta de la mantequilla. Se dirige a colocarle en la alacena.

—No eran nuestra familia. No tenía ninguna obligación con ellos. Además, te dieron otra identidad apenas condenaron a Elizabet, así que no era nada seguro decírselos.

—Ojalá fuese verdad. La noche que te conté del incendio en la mansión, dijiste que te despediste de ellos dramáticamente y esas tontadas. Ellos me dijeron que simplemente desapareciste y no volvieron a saber nada de ti. Entonces he endurecido mi idea de que tú no querías mirar atrás de nuevo, y eso implicaba dejarme y cambiarte de apellido. ¿Qué te hizo cambiar de opinión?

—Ya te lo he dicho algunas veces: eres mi familia, nada más. —Se empeña ahora en las frutas, en lavarlas—. Mi apellido me lo cambié al de mi madre luego de varios años porque no dejaban de buscarme para preguntar por Elizabeth.

—Otra mentira. No creas que no sé que te cambiaste de apellido al largarte de Centinela. Janet, mi trabajadora social, me dijo ese día que tú te habías ido, al día siguiente del funeral de mamá, al cual no fuiste. Y luego la escuché a ella y a un miembro de protección infantil decir que tú habías firmado documentos para liberarte de la responsabilidad de tutela que mis padres te confiaron. En ese momento ya se referían a ti como «señor Howarth». Legalmente te deshiciste de mí. ¿Por qué cambiaste de opinión?

Máscara FragmentadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora