June Mitchell fue difícil de encontrar. Sus redes sociales estaban estancadas en una última foto del 2019, el año que me dio la paliza, cuando me fui de Ekaville. El único que podría haber tenido respuestas era Elías, así que no tuve más remedio que preguntárselo (obviamente lo volví a bloquear luego). Por suerte, la noticia fue la mejor que he recibido.
June fue encerrada en una correccional desde enero del 2020, y está próxima a salir en ocho meses. Y el que June haya estado en la correccional desde entonces, la quita automáticamente de mi lista de sospechosos.
Todos estos años me pregunté qué ocurrió con ella y sus compinches (a los que les dieron trabajo comunitario por un año). Janet solo me decía que recibieron un castigo correctivo, pero jamás mencionó la correccional. Me alegro de que haya terminado allí, aunque no tanto porque me recuerdo que yo podría terminar en una situación similar.
—¿Me estás escuchando? —exclama mi abogada. Aparto la vista de la ventana, centrándome en la mujer que está sentada frente a mí en la mesa del diner—. Dije que oficialmente se ha reabierto el caso de Jordan y te acusan de lo que supuse. Lo trasladarán esta tarde a una cárcel más cercana del centro de Andalucrés para los próximos juicios. Pronto nos dirán cuándo es la primera audiencia.
Audiencia. Juicios. Mentir o no mentir.
Esto me va a acabar.
—Y —añade— la inspección carcelaria dio resultados. Decomisaron varias cosas. A Jordan le quitaron un teléfono y varios gramos de cocaína.
Rafael ya no puede decir que su hijo es un santo. Lo que él encontró respecto a las llamadas influyó en esa inspección, la cual fue una sorpresa para varios, según lo que me dijo Rivera el día de ayer.
—Para mala suerte, el teléfono estaba formateado y no había la tarjeta SIM. No hay nada allí.
Era tan bonito para ser verdad.
—¿Eso tiene relevancia en mi caso? —inquiero.
—Me temo que no. Son dos temas totalmente independientes. Por el momento, están investigando de dónde adquirió dichos elementos, y tratarán de acceder a un registro de llamadas realizadas con ese celular.
—Entiendo.
—Es todo lo que tengo por informarte. —Se pone de pie, ajustando su abrigo elegante de color rojo—. Te avisaré si sucede algo más.
Doy un largo sorbo a mi tomatodo cuando ella se va. La ginebra me ha ayudado a pasar el día de clases... y el maldito fin de semana. Lo malo es que no puedo excederme, pues el torneo de boxeo de la fase tres es hoy lunes, debido a un cambio de último momento faltando una hora para el encuentro. Ojalá no hubiera sido así. El torneo pudo haber sido un gran alivio para mis puños.
Aster sale de la cocina, secándose las manos con un trapo. Intercambia palabras con Hadley y ambos dan vuelta para ponerse de pie frente a la barra. El pelirrojo me mira unos instantes, pero enseguida regresa la atención a la puerta, casi fingiendo que no existo. Sigue molesto por cómo lo recibí en mi casa las dos veces que fue. Como Rafael desaparecía todo el día, aproveché para emborracharme a tope, y actúe como un tarado con Aster. No lo recuerdo muy bien, solo sé que le grité que se largara mientras me tiraba al sofá a seguir bebiendo.
A unas mesas más adelante, están Eleonor y Rafael; mi tío tiene unas ojeras más grandes que la de un mapache. Delante de ellos, se encuentran Maddie y sus madres. Algunos empleados se empeñan en recolocar los globos y serpentinas, de modo que queden impecables; también ponen una música suave. Todos esperamos a alguien va a entrar por la puerta en...
—¡Bienvenida! —gritan las personas al abrirse la puerta, dejándonos ver a Naomi y Angélica.
Naomi se cubre la boca por la sorpresa, y sus ojos grises empieza a brillar como huevo tibio por la emoción de que la hayan recibido. Me fijo en que ahora ya no luce su cabello trenzado, sino sus rizos naturales que le llegan hasta más abajo de los hombros.. Sonríe de oreja a oreja con cada abrazo que recibe, feliz de regresar a su hogar, y sonríe más si se trata de Hadley y Aster. Le saludo alzando la mano, con una pequeñísima sonrisa producto de mi embriaguez ligera. No me pongo de pie ya que no es buena idea caminar en medio de tanta gente, se darían cuenta que estoy bebiendo.
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Máscara Fragmentada
De TodoKaden no tuvo una madre convencional: ella fue una asesina que cobró la vida de varias personas. Tras una serie de eventos sangrientos y años complicados en orfanatos, termina viviendo con su tío, quien, al sorprender a Kaden en una situación compr...