Capítulo 74

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Lo primero que hice cuando me dieron el alta fue venir a casa para revisar el dragón que dejé abandonado. Se supone que debía hacerle los detalles y el vaciado hace días, pero con tantas cosas el tiempo ha pasado y prácticamente están perdidos. Además, esto me recuerda la cita en ese restaurant, así que lo tiré al cubo de reciclaje.

Aprovechando aquello, reciclé toda la arcilla que tenía acumulada en ese cubo. Por suerte en Punto Arte tenían las piezas de yeso para colocar la mezcla preparada. Solo será cuestión de unos días para tener nueva arcilla para moldear. Esa es la ventaja de esto, no hay desperdicios enormes.

Lo segundo que hice fue mandarle un mensaje a Elías y hemos estado chateando por la mañana:

Lo segundo que hice fue mandarle un mensaje a Elías y hemos estado chateando por la mañana:

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Intento ver por mi ventana, pero no consigo identificar a quienquiera que esté timbrando

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Intento ver por mi ventana, pero no consigo identificar a quienquiera que esté timbrando. Mi querido amigo gatuno me acompaña mientras bajo las escaleras y se queda en medio. Respiro para no soltar alguna queja debido a la pierna y entonces abro la puerta.

—¿Qué haces aquí?

Él baja la mirada, como lo vi hacerlo con Dalila cada que hablaba con ella. No trae nuevos lentes, está usando el suéter de ese paisaje boscoso que le compré en la Feria Comercial, y tiene en sus manos la sudadera blanca que le presté hace días.

—Vine a devolverte tu ropa y... ¿P-podemos hablar?

«Échalo a golpes». «Nada pierdes con escucharlo».

—¿Sobre qué?

—¿Puedo entrar? Los vecinos son un poco chismosos y pensarán que traficamos droga en la puerta.

Algo se remueve en mí, quiere prenderse esa chispa de una risa que hubiera sido lo normal en este momento. Y ese esfuerzo me provoca malestar.

Si no lo dejo entrar, seguirá insistiendo. Una vez terminado, nunca me volverá a hablar, nunca tendré que verle la cara y pensar que todo fue una mentira.

Atrapo a Salem cuando quiere acercarse a él. Me dejo caer en el sofá y él se queda en frente, apegado a la pared, todavía sin levantar la cabeza para dar la cara.

Máscara FragmentadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora