Capítulo 26

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«Asesino».

«Asesino».

«Asesino».

Me despierto, asustado, perdido en el tiempo. Mis ojos se acomodan a la luz de los faroles nocturnos que entra de fuera. Diez de la noche del martes. He estado así, entre que despierto y vuelvo a dormirme. Después de lo de ayer en el salón de música, me fugué del instituto y regresé a casa. Hoy no fui a clases. Me la pasé bebiendo y fumando hasta casi perder la conciencia.

Salem salta a mi cama, rozando su pelaje en mi cuerpo desnudo. Es el único que he dejado que me acompañe, aunque a veces solía irse por la ventana porque el purificador de aire no era tan efectivo en grandes cantidades de humo. Rafael no me ha visto desde ayer en la mañana. A estas alturas ya debe estar pensando en derribar la puerta y llevarme al psiquiatra por mis cambios de humor, o a venderme para sacar dinero y pagar lo que rompí. Según medio escuché ayer, Kasemir lo citó para hablar de mi comportamiento y de que tengo una deuda enorme por los instrumentos hechos trizas.

Reviso mi teléfono en el que hay varios mensajes importantes. Uno es de Rafael asegurando que está próximo a conseguir el video del auto que captaron por el primer asesinato. Otro es de Naomi, afirmando que Aster está de... del lado bueno, supongo. Ojalá estuviera de nuestro lado, pero sé perfectamente que solo apoya a Naomi. Seguro que no me quiere ni ver por lo ocurrido ayer.

Salem salta de la cama hacia la ventana que da al árbol y a la calle, la que Aster rompió esa noche que durmió conmigo. ¿Por qué todo me recuerda a él? Ojalá fuésemos como un robot que puede borrar lo que no es importante. Yo borraría todas mis emociones y sentimientos para poder centrarme en el tema. El maullido de Salem me saca de mis pensamientos para verlo golpeando la ventana con su pata, tratando de agarrar algo que se mueve.

Me acerco allá. Es una carta de sobre rojo que se mueve por el viento de fuera. El aire helado me pega en mi cuerpo caliente, refrescándome del calor intenso que tenía. Al cerrar la ventana, me tiro de nuevo en cama, encendiendo la luz de la mesita de noche. Lo que contiene dentro me aumentan las ganas de fingir mi muerte.

Es una foto de cuando Aster y yo nos besamos, fue tomada por una cámara de seguridad, justo en el acto. Me relamo los labios al recordar la suavidad de Aster, la manera en la que suspiraba y tiraba de mi cuello pidiendo más. Detrás de la foto está una escritura de Emisario.

El mundo tiene sus misterios. Aunque estoy casi seguro que después de exponerte, él no te verá de la misma forma. Y me encargaré de que no vuelva a mirarte de ninguna manera.

Tiemblo ligeramente. Quiere matar a Aster, está planeando hacerlo de manera más directa y no con ataques trampa. Es posible que ya esté en movimiento su plan con ayuda de Hadley. Pero no me compete protegerlo. Dijo que me odia, así que... Todo se ha acabado. Tampoco tengo que esforzarme por proteger a alguien.

Mi nueva preocupación es que el instituto no es un lugar seguro para hablar del Emisario ni de lo que descubramos. Es muy fácil de ser hackeado, así que podrían estarnos vigilando siempre. Es más, hoy pudieron estarme viendo mientras le mostraba el video a Naomi. Espero que no sea el caso.

De nuevo escucho los pasos fuera, y esta vez estoy un poco más sobrio que ayer para saber que no es mi imaginación. Apago mi cigarro. Me pongo la ropa lo más rápido que puedo. Salem maúlla en la ventana en señal de que ve algo moverse. Al acercarme, veo a la misma figura que siempre corre por aquí, solo que ahora usa una sudadera celeste. Bajo a la calle por el árbol para perseguirle. Se da cuenta y acelera el paso. Se mete por las casas y salta las cercas como todo un profesional.

Intento igualarle el ritmo, pero le pierdo de vista un momento en medio de las acrobacias. Por un callejón veo algo pasar corriendo. Me apresuro a correr para alcanzarle en la intersección y derribarle justo en la esquina. Corro lo más rápido que puedo, y al verle en mi campo visual, me lanzo sin pensarlo dos veces. Suelta un quejido en lo que rodamos por el suelo. Me posiciono sobre su cuerpo y asiento la navaja en su cuello.

Máscara FragmentadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora