Prólogo

223 13 0
                                    

Prólogo

El aroma de los lirios que bañaba la habitación ha sido desplazado, no huelo su frescor, ese tono afrutado que tanto me gusta. Lleno de vida, natural. Parece haber abandonado cada rincón de esta casa.

La mujer de pelo castaño y ojos verdes está asustada, nunca le había visto esa expresión en la cara, no entiendo lo que dice y su intento de sonrisa se ve opacada por la borrosidad que provocan las lágrimas en mis ojos. Me miro las manos manchadas de sangre, su ropa rasgada...

Se siente como si en mi cabeza no hubiera nada, una bola de algodón donde no queda espacio para más, no puedo hablar, no puedo cerrar los ojos, el olor metálico me aturde...

-Ya está, cariño, no pasa nada- cargan un montón de ropa que no sé en qué momento fue a buscar y corta la distancia que ahora nos separa.

Levanto la vista hacia mi madre que viene corriendo a mi lado y se arrodilla frente a mí ocultando mis manos entre las suyas. Vuelvo a bajar la mirada y es poco lo que oculta. Las suyas también están manchadas. Intento desviar mi mirada hacia nuestra derecha pero sujeta mi cara.

- Deja de llorar, vamos a lavarte y a buscar a Luca- me lleva al baño y limpia mis manos junto las suyas frotando con fuerza, solo se detiene cuando cree que están bien, pero yo sigo viendo rojo. - Ahora vamos a coger unas cosas y buscar a tu hermano. ¿Vale, cariño? - creo que asiento porque vuelve a tirar de mí.

Me ayuda a cambiar de ropa y se deshace de su camisa remplazándola por una camiseta blanca de mi hermano que descansa sobre el sillón junto a la venta, donde la dejó antes. Abre la puerta del despacho de mi padre y asoma la cabeza mirando hacia los lados, sale de la estancia una vez segura de que no hay nadie y sujetando mi mano con fuerza, nos lleva por el pasillo tras cerrar la puerta a su espalda, caminando a prisa. Un hombre de los que trabajan para mi padre gira la esquina y mi madre se detiene de repente, escondiéndome tras su cuerpo.

-Su marido la manda llamar, señora-dice el chico moreno.

-Dile que estaré en unos minutos. ¿Sabes dónde está Luca?

-En la biblioteca.

-Bien, ahora voy.

El chico asiente y se retira, mi madre espera hasta que lo perdemos de vista y corre en dirección a mí hermano, que efectivamente se encuentra en la biblioteca.

-Luca, cariño.

- ¿Esa camiseta es mía? - mira a mí madre arrugando su nariz y con una sonrisa. - Papá se molestara si te ve así.

Ella suelta mi mano y se acerca a hablar al oído de Luca, que me mira con los ojos muy abiertos. No quiero que lo haga. Me doy asco y él parece notarlo porque viene hasta mí y separa mi mano derecha que estaba clavando las uñas sobre el brazo izquierdo sin ser consciente de ello. Me da una sonrisa sujetando mis manos y no puedo evitar llorar.

-Ha sido mi culpa... - las palabras fluyen solas.

- Shhh, no importa - mi hermano acaricia mi pelo y me lleva hacia su pecho.

Lloro mientras me abraza y besa mi cabeza, todo bajo la atenta mirada de mí madre, que gira rápidamente al oír la puerta.

- Te necesito abajo- demanda mi padre sin entrar completamente en la habitación.

-Le dije a Carlos que ahora bajaría.

-Le mandé a buscarte porque te necesito ya. ¿Qué coño puede ser tan importante para que no estés junto a tu marido? Sabes que debemos dar la mejor de nuestras imágenes- habla irritado con un tono hosco que acarrea cada vez que nos reprende, lo que es siempre, porque nada es de su grado, nunca.

Inevitable DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora