Capítulo 41

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18 meses después.

Adriano.

Enciendo un nuevo cigarro mientras escucho a Bonani. Actualmente es uno de mis aliados más activos, manifiesta apoyar mi causa por motivos muy parecidos y yo le creo. He conocido su dolor, el de su esposa, ambos se han convertido en muy buenos amigos. Si bien él es tenaz en su trabajo... Que no decir de su mujer, Chiara, la cual maneja una red de información secreta impresionante. Si algo he aprendido de ella es que las mujeres saben escuchar y Chiara sabe a quién debe preguntar.

Cuando Bonani destapó como conseguía toda la información para la comisión sin tener hombres de los que nadie sospechara, nunca imaginé que era su esposa con una red de mujeres. Chiara sabe cómo manejar a las personas, tiene cualidades para que esas otras chicas le cuenten lo que quiere saber y lo mejor de todo es que nunca da la cara. Una chica inteligente a la par de bonita.

— Parece que el nivel de seguridad de la ciudad está bajando, según nuestros informantes— me da un documento que ojeo mientras habla. — Se están confiando.

— Esa era la idea ¿no?

— Exacto, pero si te soy sincero no pensé que un plan de Enzo funcionaría.

— Enzo tiene el mismo odio por Sabino como nosotros por los Rossi, está al cien por ciento desde el inicio de todo esto.

— ¿Me vas a decir el siguiente paso o debo esperar a la siguiente reunión con él? — pregunta desabrochando el botón de su chaqueta y recostándose hacia atrás.

— El siguiente paso es esperar.

— No lo entiendo— desliza su mano por su pelo negro ya despeinado y clava sus ojos oscuros en mí.

— Estamos haciendo lo predecible, ahí es donde ellos piensan que nos llevan la delantera.

Nunca pensé que Claudio Bonani fuera tan explosivo. Siempre fue un hombre calmado, sosegado bajo su capa de amabilidad y serenidad, sin embargo ese fatídico día despertó un monstruo. Si no lo hubiéramos detenido habría librado una matanza el solo que podría haberle causado la muerte, algo que Chiara nos pidió evitar.

— Lo siento, Adriano, sé que debo confiar en vosotros, pero no puedo controlar como me siento. Necesito vengar la muerte de mi hija, es como si ella no fuera a descansar hasta que lo haga. Mi Sofía no merecía eso.

— Y lo harás, tranquilo.

Todos lo haremos, todos vengaremos lo que perdimos por culpa de esos miserables. Cada día estamos más cerca, más seguros de una victoria.

— Solo estoy frustrado... Carezco de la paciencia para este plan, no voy a mentir. Al principio creí que reduciríamos Génova a cenizas, pero cuando nos pedisteis que nos retiráramos a todos los territorios aledaños apenas lo entendí y que ahora solo tenga que esperar de brazos cruzados...— pasa una mano por su pelo con fuerza una vez más y apoya sus codos sobre la mesa. — Necesito atacar.

— Y lo haremos, ya sabes lo que dijo Enzo. Si abandonábamos Génova pensarían que se habían librado y al atacar al rededor, además de conseguir algunos territorios, les dimos a entender que estábamos perdidos. Con este descanso parece que nos hemos rendido.

— Suena fatal el plan, inservible.

— Sabino iba a abandonar el país y según los contactos de tu mujer, lo hizo. Enzo aseguró que volvería en cuanto nos replegáramos un poco y dejáramos la ciudad. ¿Y qué dijo Chiara?

— Que no solo volvió el, sino también los Rossi lo hicieron con él.

— Si ahora se vuelven a creer intocables...

Inevitable DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora