Capítulo 9

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Adriano

Cuelgo el teléfono y vuelvo junto a mí hermano y mi primo, que me esperan fumando en la terraza de uno de nuestros hoteles. Llego con ellos y enciendo un cigarro mirando hacia las vistas al mar. Están siendo días muy estresantes, primero debo atender los negocios, después ayudar a mis socios y por ultimo soportar que no me dejen de joder con esa maldita boda que pide la Comisión, ni mi padre habría insistido tanto en esto último.

— ¿Hablabas en serio con lo de invitarla? — pregunta Simone que no sale de su asombro desde el encuentro con la señorita Hernández en la cafetería.

— Si, es una chica interesante. No lo repetiré más veces.

— ¿Interesante? — mi hermano dice con burla— te gustó follarla.

—Sí y me ha gustado verla, ¿por qué no repetir?

— Porque nunca repites, —Simone da una calada de su cigarro.

Tecleo el mensaje para Gabriela aguantando las mofas de mi primo y mi hermano, la respuesta llega tras unos segundos con una dirección.

— Déjasela a Fabrizio. Ya sabes eso que dicen: el roce hace el cariño, y donde hay sexo hay mucho roce— mi primo se encoge de hombros mientras mira a mi hermano.

— Ésta no— si a ellos les parece algo marcial que quiera volver a salir con una mujer, que decir de mí... Pero esa mujer tiene algo atrayente, no me desagrada su presencia.

— ¿Te gusta que no bese el suelo por dónde pisas, eh? — mi hermano da una calada a su cigarro. —Es dura.

—Eso precisamente me resulta interesante, no se intimida fácilmente y es sincera. Me interesa su falta de interés, sé que no espera nada de mi y eso me gusta. Ya sabéis como es siempre, todas las mujeres que me rodean hacen lo que les pida con tal de conseguir poder o riqueza.

— ¿Eso quiere decir que te has cansado de esas muñequitas complacientes? Porque no hay problema, más para nosotros—Simone y Fabrizio chocan como si fueran niños.

— Para eso ya tendré una mujer, necesito a alguien que me desafíe. Con quien pueda olvidar toda la mierda, que sea ajena a nuestro mundo.

—Hablando de eso, de tu mujer, Aglieri quiere reunirse. Supongo que tendrá que ver con la pedida de Isabella— Fabrizio consigue amargarme con solo mencionarlos, no hay un solo día que pueda huir del tema.

— Dile que no tengo tiempo.

— Llamó diciendo que es importante.

Bufo a mí hermano volviendo al Interior del hotel, hoy no me apetece trabajar pero ambos me siguen.

— ¿Y si tiene que ver con los Rossi?

Otros que también están jodiendo.

—Bueno, dile que hoy no podré entenderle, que hablaremos mañana en la presentación con Isabella. Y si el asunto no puede esperar un maldito día más, encárgate tú.

Asiente y montamos en el coche para volver a la villa. El camino lo hago en silencio mientras ellos hablan sobre tonterías y algo de fútbol, planeo cual de mis responsabilidades dejar a cada uno. Pueden ser idiotas pero su trabajo lo toman en serio, aunque no quiera admitirlo, me lo ponen todo fácil, aun así, no descarto buscarles una niñera. Me ponen enfermo que cuando creen que nadie ve empiecen a lanzarse manotazos.

Masajeo mis sienes pidiendo paciencia mientras cruzo el salón de la villa, hoy usaré la piscina cubierta.

— ¿Nos estás escuchando? — mi adorado fratello insiste en reclamar mi atención.

Inevitable DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora