Capítulo 38

107 7 2
                                    

Fabrizio

Dormir en el pent-house dos días seguidos y no aparecer por casa, fue una mala idea. La peor parte ocurrió hace una hora, cuando no recordaba que me acosté con la chica del tercero, una ex de Vitale, y he pasado los minutos más incómodos de mi vida mientras compartíamos ascensor. Me ha sometido a un tercer grado lanzando preguntas cómo si le debiera algo. Decir que he respondido más de dos sería mentir, por eso la jodida loca ha rayado mi coche nada más llegar los dos a las plazas del garaje, que para colmo también eran vecinas. He estado a punto de pegarla un tiro en la esa cabeza de demente.

Lección aprendida. Buscar historial psiquiátrico de mis futuras conquistas.

Llego a casa y aparco mi coche, ahora rayado, en la parte delantera, en el jardín principal por si debo huir, pero me muevo hacia la puerta de la cocina, todo sea por evitar a mí hermano. Abro con sigilo intentando no hacer ruido, pero me quedo congelado nada más dar un paso dentro.

— ¡Joder!

Gabriella está sobre la barra medio desnuda y mi hermano ocupado entre sus piernas mientras lame sus pechos hasta la base del cuello.

— ¡Mierda! — Los ojos Adriano conectan con los míos e intenta tapar mi visión de Gabriella con su espalda pero ya he visto suficiente. — ¡Vete!

Sin pensarlo dos veces deshago mis pasos hasta volver al frente de la casa. Me detengo rascando mi cabeza y no puedo evitar soltar una carcajada.

Buenos días a vosotros también.

No pierden el tiempo.

Creo que necesito una limpieza ocular. Una cosa es compartir con tu primo y otra muy diferente ver a tu hermano follandose a una mujer sobre el espacio en el que cocino todos los días. Montar el merengue ahora adquiere un nuevo significado si debo hacerlo en esa barra.

Correré al baño a lavarme los ojos con agua y jabón.

Tomo la entrada principal, con una nueva idea en mente. Llegar a mí habitación sin volver a ver porno casero. Dejo las llaves intentando hacer el menor ruido posible y camino hacia el salón

— Desapareces y tienes el valor de volver a joderme el polvo— dice Adriano entrecerrando los ojos con su cadera apoyada contra el sofá. Por poco me da un infarto al verle.

— Puedo preparar la comida como compensación — bromeo quitándome la chaqueta del traje.

— Deberías, si tenemos en cuenta la hora que es— con recochineo mira su reloj y después coloca la manga de su camisa. — ¿Podemos hablar ahora o vas a escaquearte otros dos días?

— Solo quería daros tiempo para meditar y...

— Fabrizio, no tienes diez años, deja tantas tonterías.

— Está bien — levanto las manos en son paz— he actuado mal, pero lo he resuelto o al menos suavizado con el viaje a Messina.

— Me alegra que lo reconozcas y hasta hayas mediado con ello— mi hermano cruza los brazos enfatizando su postura. — Quiero oír tu versión de los hechos.

Me alivia saber que con mi hermano se puede razonar. Si fuera mi padre, ya se habría quitado el cinturón y yo estaría llorando pidiendo perdón incluso sin sentirlo. No es que quiera comparar a Adriano con nuestro padre, pero soy incapaz de no hacerlo. Donde antes había un tirano ahora hay un hombre justo, comprensivo y mucho más inteligente. Voy a dejar de lado la mierda sádica que carga a veces, porque en eso si se parece a Nicoló Aglieri, fue lo único de lo que no nos pudo proteger nuestra madre, de su violencia indiscriminada tanto en su trabajo como en casa, y eso es el tipo de cosas que te perturban la mente durante años e incluso no puedes huir de ello. Es la cruz que cargamos, la cual el cariño de Lorenzo tras su muerte no logro sacarnos de encima.

Inevitable DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora