Capítulo 48

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Simone

Abandono a mi primo con la compañía del alcohol, sé que es la única que quiere ahora. Así lleva haciendo unos meses y perturbarlo mientras se concilia con sus pensamientos puede ponerte en la mira de su ira. Cinco minutos más ahí dentro y me habría pegado para cerrarme la boca.

Había que intentarlo.

No tenía ninguna duda de que Adriano iría en busca de Gabriella, y solo pensé que me podría ayudar un poquito más, darme información, algo sobre María que me ayudase a sacármela de la cabeza. Pensé que si quizá él me decía lo que quería oír, que está bien, lograría apagar las ganas de verla una vez más y así cada quien poder seguir con su vida.

Já.

Es obvio que eso es imposible, ahora que sé lo cerca que puede estar, me consumen las ganas de tenerla enfrente. Y sé que ir a verla solo complicaría las cosas; necesito hacerlo.

Si tuviera un poco de moral, no estaría pensando, ni buscando, a una mujer que no sea mi prometida por mucho que pueda quererla o anhele todo lo que ocurrió entre nosotros. Solo el hecho de buscar a María ya supone una ofensa para Letizia, y aquí estoy yo, ofendiéndola tanto como sus amenazas lo hicieron conmigo, a veces pienso que cuanto más la odio más me arrepiento de no haber actuado correctamente y la necesidad de buscar a María se vuelve aplastante.

Pero como la realidad es una gran perra hay ciertas cosas que tengo claras, Letizia es una amenaza para María, ésta y su familia no tendrían problemas en sacarla del camino si eso interfiere en sus objetos.

Arggg.

Estuve muy ciego con mi queridísima prometida, parece que no le importaba ningún tipo de acuerdo que hubiera entre su familia y la mía, incluso que rechazaba la idea de unir nuestras vidas. Sabía que salía con alguien, no me lo ocultó nunca. Y, de la noche a la mañana, crece un repentino interés en mí, ya que al parecer, todos con el incentivo adecuado podemos amoldarnos. Algo que su padre supo usar muy bien, pues de lado se quedó esa Letizia mansa y complaciente, para sacar a la luz a la perra manipuladora sin tapujos que se metió en mi vida declarando que ya no tenía nada que perder y recordando mi posición en todo esto.

Piensan que soy tonto, pero sé que su padre amenazó con matar al chico con el que realmente quiere estar si no se casaba conmigo justo antes de nuestra reunión en Sicilia y luego vino con la excusa de que yo la había ofendido. Solo me costó un poco de dinero y dar con la persona adecuada, obtuve esa pequeña información en menos de una hora. Lo que más me sorprende es que cuando la enfrenté dejó caer su máscara y dejó ver la víbora que ahora tengo bajo mi techo.

Ay señor...

Me detengo pasando la mano por mi pelo mientras con la otra pulso el botón del ascensor, necesito llamar a Gerald y acabar con todo esto... Cuando abandone Valencia volveré a mí asquerosa vida en la que estoy siendo felizmente extorsionado, para proteger lo que me queda, mi familia. Supongo que esto es lo que llaman karma, la jodí con María y el universo me manda a los Basile, muy merecido.

Cazzo.

Si lo que estoy a punto de hacer llega a los oídos de Salvatore Basile... Tendría motivos suficientes para exigir una explicación y comenzar una contienda que ahora mismo no nos favorecería en absoluto. Miro el teléfono entre mis manos con el número de Gerald listo para marcar y lo bloqueo devolviéndolo a mí bolsillo. Tomo el desvío hacia la habitación de mi padre, que no demora en recibirme con el ordenador en las manos.

— Es tu hijo— dice rodando los ojos cuando abre la puerta. — Pasa.

Cierro la puerta y lo sigo mientras mantiene una video llamada con mi madre, que parece seguir con el maldito tema de la decoración y los nervios de mi padre están contenidos con cada monosílabo que lanza. Me entretengo viendo lo ordenada que tiene la habitación a pesar de que solo viste una camiseta de tirantes y lleva el pantalón sin abrochar.

Inevitable DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora