Capítulo 49

82 9 3
                                    

Adriano

— Necesito que lo presiones para firmar cuanto antes, — me acomodo en la barra del bar mirando a Antonio, — no podemos alargar más nuestra estancia aquí. Tengo más asuntos que resolver en casa.

— Lo sé, de verdad que lo entiendo, pero ya sabes...

— No, no lo sé.

— Su familia no conoce ninguna de sus deudas— Antonio se rasca la barba perfectamente peinada. — Le contó a su mujer e hijos que iba a vender y ellos están intentando que no lo haga.

— Ese no es mi problema, a mí no me mataran si no pago.

— Dale más tiempo.

— No me gusta esperar, Antonio, — tomo de mi vaso de whisky recién repuesto y mi acompañante copia el movimiento. — Se suponía que esto iba a ser una transacción sencilla y rápida y hasta ahora solo me estáis haciendo perder el tiempo.

— Lo sé y me disculpo por ello, más cuando lo primero que has hecho al poner un pie en España era pagarme por... nuestro negocio... Y yo aún no he cumplido con el acuerdo que te propuse.

— No es que vaya a matarte por ello, o quizá si— bromeo.

— Te quedarías sin una pieza importante— presume con una sonrisa.

— Nah, siempre me quedara tu padre, han sido años de buenos negocios con él, Lorenzo no para de decirlo.

— Va viejo y desde que Gabriella, la abogada que me acompaño a Florencia, — aclara, — se despidió ha estado un poco cascarrabias— hace un gesto con su boca y, por mi parte, me siento demasiado molesto porque la mencione.

— Creía que solo era abogada.

Nunca llegue a preguntarle sobre su verdadero trabajo para Antonio, aunque alguna vez lo he pensado y me cuesta creer que Gabriella no supiera de nuestros asuntos en común, ni que sospechase un poquito.

— Y lo es, ella no sabía de nuestros otros negocios, pero mi padre la adoraba. Gestionaba sus inversiones, y déjame decirte — aclara mis sospechas como si me leyera la mente— que es muy buena en su trabajo, ha llevado el dinero de mi padre mejor que él mismo, buscaba las mejores oportunidades y sobretodo aconsejaba a mi padre. Es como un sabueso cuando hay que buscar trampas legales y lo mejor es que nunca le gusta perder, eso es lo que la hace tan tenaz. Eso sí, nunca vio la contabilidad de mi padre, solo preguntaba hasta donde podía o no llegar, se encargaba de pujar por negocios o bienes raíces por los que nadie daría ni un euro y ella lo hacía valer el doble. Por otra parte en el trabajo para el bufe, llevaba una cartera de clientes bastante satisfechos que no le exigían demasiado con sus problemas legales.

— ¿Y nunca ha sospechado nada?

Antonio da un trago negando.

— Si lo hizo, no lo manifestó, pero mantenía su tiempo entre su trabajo en el bufé, al cual nunca faltó a nada a pesar de su apretada agenda, y los trámites para mi padre.

— ¿Cómo la conociste?— me atrevo a preguntar.

— La contrató mi padre. Solicitó hacer las prácticas de su máster en nuestra empresa, alguien le han dicho que teníamos puestos libres y allí estaba ella, solicitando poder hacer las prácticas con nosotros, pero eso no es lo mejor, negoció con el viejo,— Antonio ríe.— Más bien le exigió que debía aceptar tanto a ella como a su amiga, iban juntas en eso, aseguró que mi padre no se arrepentiría porque tendría cubiertos dos puestos y de forma gratuita durante sus meses de prácticas.— Suspira y se coloca mejor en estos incómodos taburetes.— Y vaya que no se arrepintió, nunca imaginó que encontraría a dos personas tan capaces... Odio que se hayan ido, nadie las ha conseguido reemplazar.

Inevitable DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora