Capítulo 10

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Gabriella

Camino desde el penthouse de Adriano hacia el piso de mi madre, la noche es fresca, de esas que necesitas para pensar, aclarar tus ideas. Darte cuenta de que lo que estás haciendo en la vida no está siendo lo más correcto, que solita te estás metiendo en un callejón sin salida, donde las posibilidades de perder son mayores que las de ganar.

No Gabriela, no deberías estar aquí, ni haberte acostado dos veces con ese hombre, que para nada conoces.

Adriano iba armado y por mucho que quiera negarlo eso me recordó a mi padre y su séquito. Elegantes y peligrosos.

No comprendo cómo no salí corriendo de esa habitación. Mi juicio se nubla cerca de ese hombre arrogante, a pesar de sus desplantes me gusta sentir sus caricias, esa forma guasona que tiene de mirarme, pero consigue que me caliente como nadie lo ha hecho nunca. Más detecto el peligro, algo me dice que no debo mezclarme con ellos.

Estoy jodida de la cabeza.

Seguro que si mi padre se entera estaré metida en algún lío, nunca fueron de su agrado las escasas compañías que frecuentaba fuera de la familia. Que decir de tres hombres con apariencia de dioses y mirada de diablos...

Una vez más, algo está mal conmigo.

Debería estar lejos de todo esto, no más sexo increíble con un desconocido de dudosa procedencia, no más mi padre, no más Napoli. Por algo mi madre se tomó tantas molestias, no debería tirar a la basura su esfuerzo, aunque después de esto mi vida en Madrid está arruinada, tendré que mudarme, volver a cambiar de identidad. Empezar de cero.

¡Estúpido Luca! él empezó todo. ¿En qué momento se le ocurrió que no movería un dedo si le pasaba algo? A pesar de estos años aún mataría por él, habría matado a mi padre por él. Este hecho no cambia que es idiota, pero no puedo culparlo de estar aquí, en mi estaba tomar la decisión de venir a verlo. No pensé en las consecuencias, cosa que pasé por alto al olvidarme que existía Constantino.

Llego al piso y compruebo a Dante que sigue tal y como lo dejé en el sofá, respirando, profundamente dormido. Me alivia saber que no lo he matado, eso me dejará dormir tranquila. Una vez más acto imprudente que se mantiene prudente. Haré como que lo invité a relajarse.

Me meto en la cama repasando todo lo que he hecho desde que pise el país con Antonio. Solo he metido la pata. No había que mezclarse con italianos, solo ser profesional. Era sencillo, viaje, trabajo, turismo y vuelta a la rutina, pero no, una semana después toca volver, no solo me encuentro a los nuevos socios, que para nada me agradan, sino que aparece mi padre complicando mi existencia. Era sencillo, viaje, hospital, vuelta a Madrid.

En qué momento no me detuve a pensar que podría encontrarlo y no ser tan fácil seguir siendo personas independientes... Lo que dijo en la comida se sintió como una amenaza.

"Recuerda que tienes un deber con la familia."

Él y toda su mierda...Oooggg...

Ahora en medio de la madrugada es cuando recuerdo esas tres preguntas que Steve Jobs consideraba la clave de la felicidad. ¿Estoy viviendo la vida que quiero y haciendo el trabajo que quiero hacer? Hasta hace unos días, si, ahora mismo no; Si hoy fuera el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que estoy a punto de hacer hoy? Obviamente no; ¿Estoy haciendo lo que me gusta? Ni lo sé.

En este preciso momento ni siquiera sé si estoy feliz, mi hermano ha podido morir, me consuela que siga vivo. Es lo único que inunda mi mente.

__________

Mil vueltas y reflexiones después miro el reloj, me sorprende que solo sean las siete de la mañana, no he dormido una mierda.

Salgo de la cama y voy al baño para prepararme, media hora más tarde estoy tomando café mientras le doy unos toquecitos al chico del sofá, como no despierta y me da igual que lo haga, tomo mis cosas y marcho al hospital a visitar a mi hermano antes de que aparezca mi padre o me prohíba hacerlo, con él nunca se sabe.

Inevitable DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora