Capítulo 2

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Gabriela

Como buena madrugadora en días de vacaciones, a las ocho de la mañana ya estoy despierta, esperando a que mi jefe me envíe el nuevo contrato. Dar vueltas y vueltas sin saber cómo matar el tiempo acaba con mi paciencia. Y en vista de que no envía nada, comienzo a prepararme para salir a las calles de Firenze. Algo cómodo, un pantalón vaquero claro y el jersey negro que mi hermano me regaló por mi cumpleaños acompañado de unas tenis blancas, mi bolso negro y el toquecito de unos pendientes de piedras plateados en forma de flor.

Hoy dejo mi pelo suelto y preparo un maquillaje ligero, cuando estoy aplicando un pintalabios en tono nude una notificación salta en la pantalla de mi teléfono.

El contrato.

Rápidamente abro el documento y empiezo a leer, todo parece estar en orden, pero no soy yo quién debe dar el visto bueno, asique miro el reloj y asegurándome que es una hora decente, llamo al señor Benavides, el padre de Antonio, y le envío una copia del contrato para que pueda decidir conmigo.

Descuelga en el segundo intento de contacto, el hombre se oye cansado, pero no por ello pierde su educación y me da un trato cordial. Ambos revisamos el contrato de delante a atrás un par de veces y quedo encargada de decirle a Antonio que todo está en orden y si hay algún problema me llame.

No me llamará, él es tan capaz como yo en estos temas.

Con una preocupación menos tomo mi bolso y unas gafas de sol mientras ubico mi primer destino en el maps. El plan para hoy es hacer un poco de turismo y algunas compras, lo único que no debo olvidar es un regalo para María, aunque sea un imán para la nevera.

Disculpe murmuro en español al chocar contra alguien en el hall por ir mirando el móvil.

¡Que agradable sorpresa! — oigo en italiano y levanto la vista encontrando a Simone y Fabrizio Aglieri.

Finjo como que no entiendo una vez más lo que dijo Fabrizio, que fue con el que me choqué y sonríe antes de repetírmelo en inglés. Le devuelvo la sonrisa e intento ser cortes a pesar de lo molesta que estoy por lo de ayer.

Si, es agradable veros.

¿Dónde vas con tanta prisa? — es ahora Simone quién pregunta.

Me siento un poco interrogada ante estos hombres que no conozco.

— Turismo—le muestro la pantalla de mi móvil con la ubicación de una basílica marcada.

— Podemos acompañarte... — Fabrizio me regala una gran sonrisa, de esas que seguro usa para ligar.

—Oh, no, no, supongo que tendrán cosas que hacer y se tienen que reunir para la comida con mi jefe, no quiero quitarles tiempo.

— No sería, problema, así iríamos juntos.

—No voy a ir, mi parte ya está hecha- sonrío a Fabrizio. — Además no quiero ser sacada a mitad de reunión.

— Entiendo que estés enfadada, oímos y vimos lo que hiciste anoche, Simone como se dice Filarsela all'inglese, —dice en Italiano—no se traducir la expresión.

No importa, lo he entendido y se perfectamente que significa, pero como ellos no lo saben, su primo responde.

—Se fue sin despedirse, más o menos— lo ilumina.

— Bueno, pues si, estaba haciendo mi trabajo, es normal que me molestase, pero si añadimos las palabras de Adriano Aglieri...

—Oh, palomita, no era la intención de molestarte. Eran asuntos de hombres y mi hermano.... —aclara Fabrizio empeorándolo.

Inevitable DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora