Capítulo 7

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Gabriella

Despierto en el sofá desorientada, con la boca seca, miro alrededor y lentamente proceso la situación. Estoy en Nápoles, mi hermano hospitalizado, me encontré con mi padre y tome alguna pastilla de más, quite la sábana que cubría el sofá y quede así.

Miro la hora en mi teléfono y es muy pronto aún, lo suficiente para tomar una ducha y salir a desayunar. Hay un café aquí al lado, donde mi nonna siempre me llevaba los domingos, espero que siga abierto o moriré por falta de azúcar.

Recordando en que iré al hospital y posiblemente pase el día allí, me coloco ropa cómoda y salgo dirección a mi primera parada: La cafetería.

Me alegra ver que el establecimiento sigue abierto, pero han tenido un cambio de dueño y una remodelación. Aun así, todavía sirven café y cornetto, adoro lo dulces que son y toda la crema que lleva en el interior. Lo disfruto mientras leo mi correo, comprobando el trabajo que debo realizar cuando vuelva del hospital. Quizá lleve el ordenador conmigo y lo haga allí...

Unos pasos en la tienda me hacen levantar la vista de mi teléfono a tiempo para ver a Fabrizio Aglieri cruzar la cafetería y parar frente al mostrador coqueteando con la camarera. Juro que es él, pero dudo tanta coincidencia. Después de todo supongo que el estrés me está jugando una mala pasada, hombres en traje hay cientos y apenas le vi la cara. Devuelvo la vista a mi pantalla revisando la hora, estoy a diez minutos de que mi padre pase a recogerme.

Salgo de la cafetería, caminando hacia la derecha, de vuelta a casa y una voz me sobresalta.

¿De turismo por Nápoles? — preguntan en un inglés con un marcado acento, no necesito voltear para saber quién es, al final nada es cosa de mi imaginación. Sumo dos y dos y adiós misterio.

Miro a dirección a esa voz y sonrió al encontrar a Simone Aglieri fumando entre las mesitas del restaurante, está apoyado de forma relajada contra el cristal, tiene una mano en un bolsillo y en la otra lleva el cigarro.

Algo así. Supongo que son vacaciones.

Es mucha coincidencia volvernos a encontrar.

Al menos esta vez no podéis negarme hacer mi trabajo sonrío y soy correspondida.

Las vacaciones son para no trabajar.

Entonces no conozco que son las vacaciones, siempre tengo algo que hacer - encojo los hombros. Ha sido un placer verlo señor Aglieri, espero que podamos charlar en otro momento.

Me da un gesto con la cabeza y me alejo, realmente no quiero volver a ver ninguno, ha pasado una semana apenas desde lo de Firenze y aún siento ácido cuando oigo sus nombres. Ha sido la conversación más incómoda y forzada que he tenido en mucho tiempo.

Al menos no ha sido a Adriano a quien me he cruzado, suficiente con lo de meterlo en mi cama a pesar de creerlo un cretino.

Un pequeño error que no volveré a cometer.

Estoy a pocos metros de mi casa y ya veo el coche de mi padre parado en la acera con uno de los chicos de ayer apoyado sobre él. El chico me ve acercarme y saca su teléfono móvil.

Hola.

Sube voy a abrir el coche pero me detiene. Al coche no, a la casa.

Por su cara, mi padre no debe estar contento y no sé por qué, pero me pone nerviosa lo que pueda pasar con él. Siento un nudo en la garganta, aunque no he hecho nada malo. Solo presiento que algo hice mal, el chico me miro con enojo...

Inevitable DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora