Capítulo 12

127 8 1
                                    

Adriano

Me coloco uno de mis trajes de tres piezas a medida y miro frente al espejo, ni la alta costura mejorara mi humor hoy, nos espera una noche larga, no solo debo reunirme con Constantino sino también con la Comisión...

Las responsabilidades te matan lentamente.

—Te ves como la mierda— mi hermano coloca los puños de su traje sin mirarme. — Parece que no has dormido en años y que el vecino atropelló a tu perro— no se corta al reírse. — ¿Qué tan mal fue ayer?

Después de la partida de Gabriela, no dormí... Me ganó el mal genio al sentirme rechazado, nunca una mujer lo había hecho y llega ella quitándome mi control, ignorando mi poder, dando la vuelta a todo lo que me rodea. No soy bueno con las palabras como para definir todo lo que me hace sentir, solo tengo claro que un momento tengo ganas de matarla y al siguiente la besaría hasta silenciar todos sus desplantes y palabras afiladas.

—Fue bien, ni tuve que echarla.

— ¿Entonces por qué esa cara?

— ¿Me creerías si te digo que me confunde? — alza una ceja desviando la vista de sus gemelos. —Parece una persona pasional, puede darlo todo en el sexo y largarse como si no hubiera pasado nada. Tenía clara la finalidad de la noche.

— Y eso es lo que te molesta— bufa riéndose, —una tía que no se arrastra por ti. Que ni siquiera tuviste que rogar para que se fuera. Admítelo Adriano, te gusta ser el difícil y a ella le ha dado igual, ha sido una patada a tu ego.

— Lo que sea, le diré a Antonio que no la quiero ver en posibles reuniones futuras.

— ¿Crees que podría traer problemas?

—Que me ponga duro con una sonrisa ya es problema— admito.

— Oouuuch. Eso es un gran problema hermano, aunque me quedo con su cara de enfado. Podría follarla mientras me mira así.

—Me alegro de no tener que volver a verla.

— Repetirías otra vez.

No respondo, pero la respuesta es obvia, Fabrizio lo sabe, me conoce como nadie. Ambos abandonamos la villa en su coche para dirigirnos a la cena con los Vitale, donde anunciaremos mi futuro compromiso y por fin dejare de tener a la Comisión comiendo la cabeza. Al llegar a la casa una chica del servicio nos lleva directamente al despacho de Constantino, donde se encuentra junto a su hijo que tiene pinta de sentirse como la mierda, esta pálido y no se levanta del sofá ni para saludar.

—Sentimos el retraso, pensábamos llegar antes para poder hablar, pero el día se complicó— escusa mi hermano por mí.

— Te escucho —me siento en la silla frente al escritorio de Constantino, manteniendo la fachada fría que todos conocen de mí y prendo un cigarro.

— Mi hija apareció — mira a su hijo que mira hacia otro lado. — Hablamos de esta posibilidad en la anterior reunión, que creíamos y era imposible. Sé que lo ideal para la Comisión es casarte con mi hija ya que es mi sangre, pero Isabella...

— Elegiré la que más me guste— le cortó. —Ya que tengo que hacerlo, lo haré con la que más me agrade a la vista. El objetivo es que lo haga, me da igual con quien.

— Me gustaría recordar que Isabella está convencida del matrimonio y es beneficioso para ella, lo ha tomado como una compensación por la muerte de su padre.

Se empieza a oír murmullo fuera de la habitación y uno de los hombres de Vitale, creo que es sobrino, solicita su presencia en la sala. Nos levantamos y caminamos hacia allá.

Inevitable DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora