Capítulo 43

63 6 1
                                    


María

Tomar aquel autobús ese veintidós de febrero fue lo más duro que hice en mi vida, pase horas y horas llorando, compartí dos trayectos con una señora de avanzada de edad que intentaba animarme y compartió conmigo historias de sus nietos, además de que intento emparejarme con uno hasta que le confesé el motivo de mi llanto, fue la peor experiencia de mi vida, su cara de lástima era justo lo que no quería ver y , aun así, fue justo lo que recibí al subir en cada medio de transporte con los ojos hinchados y la cara roja. Solo de recordarlo me da vergüenza... Cambie tres veces de ruta hasta tomar un vuelo con destino a Bélgica, no sabía ni dónde quería ir, solo recorrer Europa, pero estoy bastante segura que más de una persona se asustó al ver mi aspecto.

Sí que te rompan el corazón ya se siente como la peor mierda del universo, imagina lo que ocurre cuando además debes renunciar a tu dignidad y pedir ayuda. Porque claro, en aquel momento mis ahorros no llegaban a una cantidad muy decente, mi piso no se había vendido y no tenía trabajo. Odio admitir que tuve que recurrir a mi abuelo, pero más odio sentir que me he comportado con mis padres. Succionando su dinero. Sin embargo, aprendí a ser más egoísta, la situación lo acreditaba, no voy a adornarlo.

Con espiral de autocompasión que me rodeaba era incapaz de establecerme y solo se me ocurría viajar y viajar. Partir de Nápoles y solo volverme loca pensando una y otra, y otra vez en que había fallado para terminar así. Que sería lo que estaría haciendo Simone, si estaría con su prometida, si serían felices, si solo fui una broma.

El maldito cúmulo negativo que parece no querer abandonarme nunca.

Da igual donde me encuentre, ni el tiempo que haya pasado, todo me persigue, como si el pasado no quisiera soltarme. Ahora es un claro ejemplo, ya que, cada vez que dejo la mente en blanco, puedo mirar alrededor y, como ahora mismo sentada en esta playa rodeada de personas, pero con la vista fija en las dos personas que forman mi mundo. La cabeza, lejos de estar despreocupada, siempre viajar al mismo momento, al inicio de todo. Solo para rememorar esos meses pasados en los que mi vida dio un giro. A veces se siente como una pesadilla y otras como algo indefinible.

Alejarme de Simone parecía fácil, solo era cuestión de tomar un transporte tras otro, un pasito a la vez, visitar todos esos lugares de mi lista pero era doloroso como la mierda. Todo cargado la culpa por sentirme una ingenua y el reproche de que será lo que hice mal para llegar a ese punto, la pregunta que malditamente nunca sale de mi cabeza.

Siempre estoy en bucle.

Hasta ahí mi vida podía seguir avanzando, sin embargo, estaba tomando un autobús a Bratislava, por eso de viajar para sanar un corazón herido, cuando de repente recibí una llamada de Fabrizio Aglieri, algo totalmente inesperado, ya que nos habíamos visto hacía pocos días y solo utilizaría mi número para emergencias. Y vaya si lo era. Comenzó diciendo que mi amiga estaba siendo operada de urgencia y tenía pocas probabilidades de sobrevivir. Dos semanas lejos y todo se había descontrolado a niveles inimaginables, me puse a llorar, imposible contener el llanto mientras la presión en el pecho me impedía respirar, deje de escuchar lo que decía al otro lado de la línea, sentía demasiada impotencia por no poder hacer nada, menos volver. El hombre que hacía fila a mí espalda, intentaba entender que me pasaba, no hacía más que decirme que respirase, como si fuera fácil... Al final terminé desmayada y despertando en una cama de hospital, convirtiendo el día en el mejor-peor día de mi vida. Mi amiga, mi hermana de otra madre, se moría, pero por otra parte un médico había llegado al box y había soltado la bomba. Quedé de piedra, es más, aún creo que tengo un trauma por la forma en la que lo dijo y siento que las manos aún me tiemblan.

Embarazada.

En aquel momento no puedo negar que la noticia cayó como bloque de cemento en el estómago, me aterró, sentí que era una mala noticia tras otra mala noticia, y sin embargo, esa imagen en retrospectiva, de mi cagada de miedo en aquella camilla, veo que ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida. Ayudó a no sentirme tan sola y querer tener fuerzas para seguir adelante.

Inevitable DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora