Capítulo 24

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Gabriela.

Los camareros desfilan vaciando la mesa y se sirven copas de vino para todos, a pesar del calor que siento, prefiero no beber de la mía. Si casi dejo que me den un orgasmo en público estando sobria no quiero imaginar que pasaría si hay alcohol en mi sistema. Quizá habría saltado sobre Adriano, quién sabe.

Fijo la vista sobre el mantel ignorando todo, quiero marcharme, más con la promesa de acabar con lo pendiente, recorro los patrones del mantel con los ojos una y otra vez fingiendo que no estoy aquí hasta que soy teletransportada al centro de la conversación y sin posibilidad de huir de ella.

— ¿Entonces ya teméis todos los detalles de la boda listos?—pregunta el tal Guiroud interesándose por mi presencia o notando que no soy un mueble por primera vez en la noche.

Miro a Adriano que está fumando su cigarro despreocupado y no se molesta ni en contestar.

—En verdad...—cambio mi vista sobre mi padre y me lanzo al agua. —Queremos retrasarla un poco, siento que todo está yendo demasiado rápido y no sé si estoy preparada para manejar todos preparativos, siento que no será perfecto.

Mentirosa. Recuerda mi conciencia.

—Sea cuando sea espero ansioso la invitación— el socio me da una sonrisa y mira a mí padre. Detalle que no entiendo muy bien. —Es el enlace de la década.

—Todo va según lo previsto, Gabriella— comenta mi padre despreocupado y veo a Adriano sonreír.

Maldito bastardo.

Dijo que lo hablaríamos y por ahora lo veo bien mudito. Pero já, si pensaba que no se contradecir a Constantino lo lleva muy claro. No soy como Luca, puedo enfrentarlo.

— ¿Lo previsto por quién?—contraataco sin evitar que el desagrado gotee en mi voz. — ¿Por ti? Que yo sepa, eso me importa lo más mínimo, aún estoy con las pruebas del vestido y no pienso casarme sin organizarlo a mi gusto, deseo cuidar cada detalle— miento. No pienso casarme en ninguna circunstancia, digamos que los detalles no es precisamente lo que cuido

—Esta boda estaba planeada de hace tiempo, Isabela estará encantada de ayudarte con todo.

Básicamente maquilla sus palabras, pero se leerle entre líneas y está sugiriendo que se celebre con los preparativos de mi prima, no está dando una opción, es una orden más bien. Quiere el enlace rápido y que le asegure lo más pronto posible sus relaciones, pero me bloqueo solo de pensar que estamos a semanas de lo que ellos tenían previsto.

— Pues si la tienes tan planeada cásate tú.

— Gabriella—me regaña Adriano enfatizándolo con un apretón en mi muslo. — Discúlpenla, está nervios— les dice a su socio y la esposa dejándome como una idiota. La mujer rueda los ojos aburrida y el hombre sonríe tenso. Por mi parte le clavo las uñas en la mano.

—No pienso conformarme, mi boda, mis reglas— demando elevando la voz como siempre cuando estoy molesta.

—Tiene razón, nuestro ángel tiene derecho a querer una boda digna— me apoya Lorenzo recostado mientras fuma. Respiro aliviada, no es una victoria, pero es un punto a favor.

Adriano le hace un gesto a su socio y este se apresura a levantarse tirando de su mujer, la cual casi debe llevar a arrastras de lo borracha que está.

— Gracias por la cena, espero que podamos volver a reunirnos pronto— el hombre se apresura con la despedida y se marcha en un abrir y cerrar de ojos.

— ¿No te cansas de los numeritos? — cuestiona mi padre llevando la copa de vino a sus labios.

— La verdad es que no, es la única forma de que oigas lo que tengo que decir—cruzo los brazos sobre mi pecho y fijo la vista en el escenario, donde una chica diferente a la que ha estado toda la noche, anuncia la canción que cantara a continuación, el pianista comienza la melodía y las luces del escenario se atenúan.

Inevitable DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora