Capítulo 37

106 8 1
                                    

Simone

La grava junto a los setos y demás plantas se extienden frente a mí mientras lleno mis pulmones de nicotina buscando despejarme. Ordenar mis prioridades nunca ha sido tan difícil como hasta ahora, en mi vida siempre estuvo todo claro, siguiendo el camino recto y ahora me encuentro en una encrucijada entre el deber y los sentimientos.

El Maserati negro de Fabrizio pasa frente a mí con él y Gabriella dentro, no puedo evitar tensar mi mandíbula hasta el punto que se vuelve doloroso. Sé que es mi familia pero ahora mismo quiero partirle la cara.

— ¿Vas a contarme a que ha venido lo de ahí atrás o tengo que ponerme serio para que lo hagas?— no volteo a mirar a Adriano cuando habla a mis espalda, me quedo quieto oyendo el golpeteo de las suelas de sus zapatos sobre el suelo del porche hasta que se coloca a mi lado y taladra el coche de su hermano con la mirada.— No es propio de ti hacer lo que has hecho— ahora mismo suena como padre,— así que supondré que es completamente culpa de mi hermano.

— Le ha contado a María sobre Letizia.

Lanzo mi cigarro mientras mi primo saca su paquete ofreciéndome otro y tomando uno para él. Uno más, uno menos, no importa, de algo hay que morir.

— No voy a defender a mí hermano por meterse donde no debe, y realmente espero que se sienten a hablar y zanjen este asunto entre ustedes— aclara, — pero no voy a negar, Simone, que la chica merecía saberlo antes de que fuera más tarde.

— No merecía enterarse así.

— Tampoco que la mantuvieras en la ignorancia— sé que mi primo tiene razón, pero no puedo evitar que me molesten sus palabras. — No sé en qué punto os encontrabais, sin embargo, sé que te hacía feliz— el hijo de puta hace una pausa dando una calada saboreando lo miserable que me siento sabiendo que tiene razón. — Tienes una obligación que no vas a romper, comprendo tu lealtad, y lo entiendo— mueve su mano haciendo círculos con la muñeca—, pero sería egoísta pedirte que renuncies a tu felicidad solo por los tratos con esta familia.

— ¿Estás sugiriendo que rompa mi compromiso?

— ¿Por qué no?— me mira llevando el cigarro a sus labios una vez más. — Algo habrá que puedas ofrecer como compensación, eres listo, sé que lo encontrarás.

— Nos pondría en un aprieto.

Se encoge de hombros haciendo un ruido desdeñoso, está demasiado despreocupado para ser Adriano Aglieri.

— Simone, todo se puede negociar, y no con personas, debemos dejar de ser como nuestros padres y ser más nosotros mismos. Busca una solución, siempre la hay.

— Tú vas a casarte y era algo que odiabas.

— Es la mujer que quiero, primo, no estaría entregando mi felicidad— apoya su mano en mi hombro y deja un fuerte apretón. —Algo que tu si estarías haciendo. Vamos a pensar en algo, siempre hay un buen trato que ofrecer y si no les gusta pues una disputa más con la que voy a lidiar, pero actualmente, viendo cómo fluyen las cosas, ellos tienen más que perder que nosotros. Serán tontos si no aceptan nuestras migajas.

— ¿Desde cuando eres tan viejo? Tienes el ego de tu padre.

— Desde que todos me estáis sacando cana— sonríe. — Por favor, arregla lo que sea con Fabrizio, dale otro golpe si te quedas a gusto, tienes mi permiso, pero no quiero tensiones entre nosotros.

— Está bien, primo.

— Voy a descansar un rato, hay cosas con las que debo lidiar y mi cabeza está empezando a ser un caos. ¿Te importa que nos reunamos mañana a primera hora? Necesito hablar de algo importante.

Inevitable DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora