Gabriella
— Habla, pequeña Gabriella, estoy muy intrigado.
— Necesito que me ayudes a salir de la ciudad sin que nadie se entere, especialmente Luca y los Aglieri.
—No te ofendas por mi pregunta, pero aún valoro mi vida. ¿A dónde quieres ir?
— Turín.
Valerio se reclina hacia atrás en el sofá de su casa, sus ojos no se apartan de los míos y no tengo ni la más mínima idea de cómo leer su expresión. Parece estar pensando o evaluándome, o quizá sea su personalidad contemplativa trabajando en cabeza.
— Me voy a arriesgar— continua igual de inexpresivo pero con la mirada dominante sobre mí. — ¿Con qué finalidad?
— Investigar.
— Gabriella, que sean las siete de la mañana y, quizá me encuentre un poco lento de razonamiento, no significa que sea estúpido. No voy a ayudarte a llegar a territorio de los Rossi.
— Necesito encontrar a mi tío, Val.
— Ponerte en peligro no es el camino correcto, no creas que tu hermano no me tiene al día.
— Sí, sí, sí, ya me quedó claro que sois como la uña y la mugre.
— Voy a ser claro, primero de todo, no te voy a ayudar porque me caes bien y eres importante para Luca— levanta sus largos dedos enfatizando su postura. — En segundo lugar, me matarían solo por prestarme a este disparate. Voy a ser egoísta poniendo mi vida por delante.
— Eres mi única opción, — pongo mi mejor cara de pena, un intento de ablandar su corazón, —por favor.
— He dicho que no— contesta tranquilo, repantigado en su sillón.
— Te debería un favor, el que quieras.
— Informaré a Luca sobre esto.
— ¡Venga, no me jodas!— frunzo el ceño y le lanzo una mirada enfadada.
— Tienes ideas suicidas, Gabriella, a las cuales no pienso contribuir.
— Antes molabas.
— Si te refieres a cuando era un adolescente, si, lo hacía —golpea en índice en su sien con una sonrisa y estúpidamente me molesta más. — Ahora he madurado y uso la cabeza.
— Para ser un amargado.
— Te pareces a Luca, ahora solo dejas que hable tu enfado. Seguramente estés irritada por no dormir.
— Lo estarás tú.
— Pues sí, es el efecto que causa que alguien me despierte a las siete de la mañana cuando puedo dormir hasta tarde.
— Pues ya me voy, tranquilo.
Tomo mi mochila con brusquedad y camino hacia la puerta si esperar que Valerio me siga. Salgo a la calle y camino por la acera, seis casas más abajo decido darme la vuelta y correr otra vez a casa de Val, me detengo en el portal y pico el telefonillo. Cuando contesta, tomo mi venganza.
— ¿Quién es?
— ¡Jodete, idiota!
Marcho corriendo como si hubiera cometido el peor de los crímenes y sin saber por qué, me detengo a reír como una loca. Eso fue lo mejor que me ha pasado es tres días, soy patética.
Culparé a la falta de sueño.
Con mi excusa, igual de patética que yo, me doy un paseo hasta mi cafetería preferida. Pido tres cafés para llevar, si tres, supongo que María volverá a tener compañía. Sintiendo generosidad, compro también una caja llena de corneti y pago a la chica del mostrador. Una hora después de mi encuentro infructuoso con Val estoy llegando a casa y colgando la llamada sesenta y tres sin responder a Adriano, cierro la puerta sin hacer ruido y dejo todo sobre la barra de la cocina. Los gemidos del fondo de la casa me confirman lo que ya suponía, así que con calma cuelgo mi bolso y mi abrigo en la percha con una mala idea rondando nuestra cabeza.
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Inevitable Destino
РазноеUn mundo en que la sangre se paga con sangre, la palabra del capo es la ley. Gabriella Vitale lleva años lejos de sus raíces, libre del yugo del deber para con la familia. Disfrutando de su vida cómoda y relajada, intentando olvidar aquello de lo qu...