Gabriella
Adriano ocupa la silla del despacho, tras el gran escritorio de madera maciza. Está sentado con desgana, con su cabeza apoyada en su mano buena, mientras descansa el codo sobre el reposa brazos y su mirada clavada en mí. Creo que he frito sus circuitos, desde el pequeño incidente con mi prima no ha dejado de preguntar si me encuentro bien y murmurar palabras por lo bajo, las cuál cree que no he escuchado, pero si, lo hice.
Si familia no tardó mucho tiempo en regresar tras la llamada, mientras que la mía... Bueno, hemos tenido que esperar un par de horas y estoy que me muero de sueño.
Por otro lado, mi padre no puede ocultar su sorpresa a medida que Lorenzo le narra lo sucedido, ya que su sobrino prefirió darle la palabra. Adriano solo interfiere para hacer algunas aclaraciones, como ahora.
— Ya era demasiado tarde, le clavó las tijeras a Isabella.
— ¿Que ha hecho que?— la pregunta incrédula Constantino deja en claro que esperaba cualquiera otra cosa cuando Adriano le pidió llegar rápido por un inconveniente.
Inconveniente, una palabra muy ajustada a lo que era Isabella en nuestras vidas. Fin.
— Sacar la basura, algo que debiste hacer hace mucho tiempo. — Fabrizio mira sus uñas con superioridad a pesar de la mirada asesina que le lanza mi padre.
— Cállate — lo regaña Lorenzo. — Entendemos que esto va contra tus planes, pero ha sucedido.
— Iba a pasar tarde o temprano — afirma mi hermano mientras fuma apoyado en la pared junto al sofá que ocupo, — que importa, no es que Isabella fuera a ser de ayuda. Cualquier información que viniese de ella no era probable cien por cien. — Da una calada lenta negando con la cabeza y expulsa el humo lentamente. — Aún tenemos a Marco, también debe saber algo.
— Es un niño, — vuelvo a defenderlo— no podéis hacer ninguna mierda con él.
— Gabriella, eso no es asunto tuyo.
La voz de Adriano es profunda, decidida, pero por más que intento buscar a alguien que me ayude a defender al chico en la habitación, es misión imposible. Todos los hombres tienen claro su maldito código de honor y no les importa. Fabrizio y Lorenzo incluso parecen más decepcionados que apenados y eso me enfurece.
— No estamos aquí para discutir eso. — Fabrizio parece molesto mientras me explica algo que ya sé. — El chico firmó su sentencia de muerte desde que ayudó a los Rossi, desaprovecho su segunda oportunidad. Pensamos que vigilarlo era lo correcto, nos equivocamos.
— Como puedes ver, querida Gabriella— el todo de Adriano me confunde, parece alegre pero carece de alegría—, no ha dejado de traicionar a su familia.
— Hasta ahora solo fue información, quien dice que el día de mañana no intentará matarnos.
Lorenzo tiene un punto. Sin embargo a mí no lograrán convencerme, es extremo. Aún sigo sin entender cómo puede consentir algo así,¡con su jodido nieto!
— Por mucho que digáis, a mí me da pena.
—¿Y tú prima no?— Simone habla más que un monosílabo por primera vez desde que llegaron a la casa y al parecer, mantiene su hostilidad hacia mi.— No nos enorgullece matar a alguien de nuestra familia, y aun así, es nuestro deber hacerlo.
— Isabella es diferente, fue una...
— Traidora— me interrumpe Simone— y ya está muerta.
No comprendo si de verdad intenta hacerme ver similitudes entre ambos casos o es que ser papá te convierte en una máquina anti malas palabras.
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Inevitable Destino
RandomUn mundo en que la sangre se paga con sangre, la palabra del capo es la ley. Gabriella Vitale lleva años lejos de sus raíces, libre del yugo del deber para con la familia. Disfrutando de su vida cómoda y relajada, intentando olvidar aquello de lo qu...