Capítulo 15

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Gabriella

Resignada paso entre los dos primos, Simone vuelve a enfundar su arma y ambos caminan tras de mí. Al bajar, en la puerta están los dos tipos que no siguieron en el restaurante y uno de ellos, el que golpeó María, está sujetando algo contra su cabeza. Debe tener un golpe...

Fabrizio me bordea por la derecha y abre la puerta del coche tras el escalade de los perseguidores para que suba. Lo miro sin entender su acción y el alza una ceja.

— Viajarás con nosotros, no me mires así.

— ¡Oye, oye!— María aparece corriendo detrás de Simone.—¡Quieta ahí!

Mi amiga se acerca ignorando a los italianos que parecen fastidiados con su intervención. Aún así ella se acerca a mí y habla bajo frente mi cara.

Realmente su instinto de supervivencia es nulo.

— ¿Qué coño significa esto?— grita susurrando e intentando bloquear a los Aglieri de mi vista para darnos "privacidad".

—No lo sé muy bien, pero es mejor que vuelvas a Madrid. Ya te dije como estaban las cosas aquí.

— Estás tú qué sí. De aquí no me muevo—mira a su alrededor y se acerca un poco más.— Y menos ahora.

— ¿¡Que?!

—No te voy a engañar, pero me ha mojado las bragas que me apuntase con la pistola. Ahora tengo que probarlo.

—¡¿Pero tú estás loca!?— lo pregunto tan alto como para atraer la atención de los Aglieri.

—Gabriela, tenemos prisa— interviene Simone.

—Llámame cuando llegues donde sea que vayas, necesito saber que estás bien—la veo sacar su agenda y un boli.— Anotaré algunas cosas.

No puedo evitar mirarla como si tuviera un tercer ojo en la frente. Debe estar de coña.

—María, —no responde mientras camina hacia la puerta del viejo edificio.— ¡María!

—Ya hablareis luego, tengo muchos pendientes— Fabrizio me toma del brazo y me obliga a entrar en el coche.

Simone se sienta tras el volante y se incorpora a la circulación seguido de escalade. Conduce en dirección contraria a casa de mi padre, intuyo hacia donde nos dirigimos. Bueno, más bien hacia quién. La única persona a quien ellos le deben rendir cuentas.

____

Me desconcierta cuando Simone estaciona en el parking de la oficina en la que estuve hablando con mi padre el primer día que llegué a Nápoles.

— Así que ahora trabajáis para mi padre ...— digo con desdén

—Somos fieles a Adriano, estamos aquí porque somos socios, —Fabrizio me evalúa unos segundos.— Los socios se ayudan, ¿Sabes?

Me abstengo de responder y simplemente los sigo hasta el despacho. Al llegar a arriba recorro la estancia encontrando a mí hermano en el sofá junto a mí padre, ambos en la misma postura, reclinados hacia atrás con un vaso en su mano y una pierna sobre la rodilla contraria. Más alla se encuentra el Aglieri que faltaba en el trio, me sorprende ver que no solo Luca y Constantino están aquí, Adriano está parado frente a la venta con un vaso en la mano, como si no el despacho fuera suyo. A mí espalda Simone y Fabrizio cierran y flanquean la puerta.

—¿Te divierte hacerme enfadar, Gabriella?— menciona mi progenitor atrayendo la atención sobre él.

—¿Y ahora que hice?

— ¡¿Qué que hiciste?!—se inclina hacia adelante y vacía su caso de un trago.— Deja de reírte de mí— hace una pausa poniéndose de pie y en cuatro pasos está puesto frente a mí.— ¿Te parece normal desparecer? ¿Estar dando tumbos de un lado a otro? ¿Burlarte de mi Seguridad? Con una vez era suficiente, nunca piensas. Ignoras todos los peligros.

Inevitable DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora