Simone
Leo una vez más las palabras impresas frente a mí, de todas las posibles soluciones que discutimos en aquella habitación de hotel aun no entiendo porque todos votamos la más descabellada que pudo lanzar mi padre. Según Fabrizio, practicidad; según Adriano, mi ruina; para mí; desesperación. Deslizo los folios dentro de la carpeta y los regreso a mi maletín. Lo dejo junto al sofá y me levanto de este para ir a la cocina y ocupar una silla frente a mi hijo al otro lado de la mesa.
Aunque mi atención debería estar en él, no puedo apartar la mirada de la mujer que va de un lado a otro de la cocina tomando y soltando utensilios y alimentos... Puede que lleve dos días durmiendo en su sofá, pero la recompensa es poder verla en la mañana. María deja una jarra con café y un plato con una pila de pan tostado sobre la mesa y después se sienta junto a Bruno para darle el desayuno. Ahora mismo, el documento en mi maletín se siente como una gran bomba a punto de explotar, obviando el hecho de que llevo aquí desde hace dos días y aún no he sido capaz de sacarlo.
Y se volverá a Italia conmigo... Como todas las veces.
— Puedes ir a buscar lo que quieras comer con el pan— mi mira mientras lleva la cuchara a la boca de nuestro hijo, que parece ansioso, — y los vasos ya sabes dónde encontrarlos.
Levanto una ceja ante su sequedad esta mañana y espero golpeando el índice sobre la mesa antes de levantarme a tomar una taza para cada uno. Sirvo el café y busco las mermeladas que me ofreció ayer en la mañana. Vuelvo a la mesa y preparo el pan para ambos.
— Gracias — responde cuando deslizo el plato de pan tostado con mermelada frente ella y junto la taza de café.
Mantiene toda su atención en Bruno, jugando con el mientras lo alimenta y teniendo muchísima paciencia ante el parloteo del niño. Desvío la mirada de ellos para deslizarme por los mensajes en mi teléfono y escribir a mi primo Adriano.
<< ¿Cómo está yendo?>>
<< Estupendo. >>
<<Con tanta felicidad pareces estar en Disney. >>
<<Es lo que me produce limpiar tu mierda. >>
<<Por cierto, el diálogo no está funcionando>> responde a los pocos segundos.
Aprieto mi mandíbula mientras golpeo mis dedos contra mesa ansioso, levanto mi mirada y los ojos de María me están estudiando, tomo un sorbo de café bajo su mirada escrutiñadora.
<< A la mierda.
Autorizo el plan B. >>
No puedo verle pero sé que está enfadado.
<<Que le den a las consecuencias, son un problema menor. >>
<<Esta tarde mimo estoy allí solucionándolo. >>
<<Ayudaría que esta vez no seas un cobarde. >>
Guardo el teléfono en mi chaqueta y continúo con el desayuno. María, a su vez, limpia a nuestro hijo y se dispone a comenzar el suyo. Solo da un mordisco del pan antes de gruñir y golpear su palma sobre la mesa.
— ¡Ya está bien! ¿De qué va todo esto?
— ¿El qué?
— Esto, — mueve el dedo indicando nuestro alrededor, — sé que hay algo que no me estás diciendo.
— Solo estoy desayunando.
— ¡No te hagas el idiota, Simone!— levanta la voz.
— Cuida las palabras— miro al niño— tienes a tu hijo delante.
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Inevitable Destino
RandomUn mundo en que la sangre se paga con sangre, la palabra del capo es la ley. Gabriella Vitale lleva años lejos de sus raíces, libre del yugo del deber para con la familia. Disfrutando de su vida cómoda y relajada, intentando olvidar aquello de lo qu...