Adriano
Gabriella está inmóvil, con esos preciosos ojos verdes sobre los míos. Me es imposible no recorrer su rostro, es diferente a la chica que conocí en Firenze. Sus pómulos están más marcados, ha perdido peso y las medias lunas bajo sus ojos denotan el cansancio, ni el maquillaje puede ocultar lo evidente.
—No me gustaría que la amistad entre nuestras familias se rompa si decides matar a mi hija— habla Constantino sorprendiéndome, a pesar de que hacer todo lo posible por no demostrarlo. — Sería una lástima declararnos la guerra entre nosotros ahora.
— Es gracioso que ahora te importe tu hija, Constantino. ¿A caso también es conveniente para ti que se guarde la información?— Escupe mi tío con odio sin apartar el cañón.
— ¿Nos pueden dejar? Les buscaré cuando resolvamos esto— pido al resto de ocupantes de la sala, los cuales le abandonan sin oponerse. — Lorenzo, baja el arma. — Pido una vez estamos solos.
— Padre, no está pensando con claridad— media Simone poniendo la mano sobre el hombro de su padre antes de continuar. — Siempre medita cada acción que lleva a cabo y nos pide que hagamos lo mismo.
Lorenzo resignado devuelve el arma bajo su chaqueta. Voltea pasando la mano por su pelo y palmea la espalda de su hijo antes de alejarse unos pasos hacia su nieto, el cual no había notado que hubiera entrado a la habitación, pero ya lo sermoneare más tarde.
— Gabriella —, la aludida mira a su hermano con la expresión totalmente en blanco, como si nada de lo ocurrido le afectase. —Harías bien en hablar.
— Estoy esperando una disculpa— responde antes de murmurar algo sobre tener la razón que no oigo con claridad.
Algún día la estrangularé y no será de forma romántica.
— No voy a discúlpame — se defiende mi tío soltando una risa seca. — Debes estar loca. Me caes bien, Gabriella, pero después de todos los problemas que nos has causado y la información que ocultas, estoy empezando a replantearme en qué lado estás, no puedes culparme por desconfiar y estar harto.
— Es un poco hipócrita de tu parte decir eso, cuando hacéis lo mismo.
— Son asuntos de hombres, Gabriella.
La cara de Gabriella se transforma ante la última frase de mi tío y me veo obligado a intervenir antes de que abra su boca y deje salir de ella todos los insultos que se le ocurran, como ya pasó en otras ocasiones.
— Podemos hacer un intercambio, — miento, — tu nos lo cuentas y yo te cuento otra cosa.
— Adriano...— levanto la mano para que mi tío calle mientras sigo tentando al gato enjaulado.
— Bien, tu primero.
— No, estás molesta— aunque eso se queda corto, — estoy seguro de que después no lo dirás.
Gabriella cruza los brazos sobre su pecho y no puedo evitar que mis ojos viajen hasta ellos, pero al volver a mirar su cara, me recibe una ceja alzada al tiempo que muerde el interior de su mejilla.
— No sé de quien hablaba, el nombre me suena, aunque no lo ubico. Vittorio aseguró que Simone lo conocería.
— Al grano, Gab— bufa su hermano a su espalda.
Resopla molesta antes de continuar.
— Basile.
— Como Letizia Basile?— Pregunto mirando a mi primo y a mí tío.
— No lo sé, solo me dio un apellido y dijo que su cuartada se desmontaría si preguntaba en los puertos. No sé más, ni siquiera a que puertos se refería.
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Inevitable Destino
RandomUn mundo en que la sangre se paga con sangre, la palabra del capo es la ley. Gabriella Vitale lleva años lejos de sus raíces, libre del yugo del deber para con la familia. Disfrutando de su vida cómoda y relajada, intentando olvidar aquello de lo qu...