Capítulo 65

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Fabrizio.

Mi hermano pone ambas manos a cada lado de mi cuello y junta nuestras frentes, antes de palmear mi lado derecho.

— Ten mucho cuidado.

— Tu también.

— Lorenzo y yo tomaremos una ruta diferente. — Asiento. — Intenta no matar a Luca Vitale en el camino.

Me alegro de que se aleje o sino le propinaría un puñetazo en toda la cara, es consciente de mi molestia y está forzando que comparta espacio con ese insecto. Volteo y camino hacia mi coche, donde Luca se encuentra sentado muy cómodamente. La traición de mi hermano nunca dolió tanto, lo mataría por obligarme a recorrer todo el camino con este hombre. La primera hora, mi acompañante al menos se entretiene con su teléfono viendo vídeos idiotas, pero cuando pierden su interés comienza a inspeccionar el habitáculo.

— Parece que has limpiado por aquí — no contesto mientras él, cuál inspector de sanidad, pasa una mano sobre mi tapicería. — Al menos tienes un aprobado.

Como si alguna vez estuviera sucio.

Conduzco haciendo el mayor esfuerzo para ignorarlo, pero si en algo se parece a su hermana, es en lo molesto. Abre la guantera, inspecciona el contenido, hace lo mismo con el cenicero, pero sin tocar el interior, hasta que finalmente empieza a cambiar canciones en la consola.

— ¿Puedes parar?

— No me gusta el silencio, estoy nervioso.

— Llevas como vente canciones pasadas.

— Es que no me gusta tu música.

Le tiro mi móvil con rabia y apenas lo atrapa. Solo espero que le haya dolido el golpe.

— Pon lo que te dé la gana.

Juega a ser el dj durante otros minutos en los que tararea y mira por la ventana a pesar de mis bufidos, hasta que decide preguntar.

— ¿Me vas a decir por qué estás enfadado o vas a seguir con esta mierda?— Golpeteo los dedos sobre el volante con ganas de detener el coche y golpearle la cabeza contra la puerta. — Fabrizio, estás siendo infantil.

— ¿Infantil?— Miro casi iracundo con la voz alzada. — ¿De verdad, Luca? Eres idiota.

— La menos dime qué pasa, creí que estábamos bien.

— Todo estaba de maravilla hasta que me grabaste sin mí consentimiento y para colmo me envías— paso la mano por el pelo.

— Ah, que es por eso.

— ¿Y ya está? ¿Ni una disculpa? Lo abrí delante de mi familia, joder.

— Que guarrillo— se ríe. Intento lanzarle un puñetazo pero lo esquiva. — Conduce con cuidado y no nos mates a ambos, anda. — Se reajusta en el asiento. — Siempre grabo mis relaciones, no creí que te molestaría.

— Sorpresa— ironizo. — Lo hizo, pedir consentimiento no cuesta nada.

—Lo siento.

— El daño ya está hecho.

— Bieenn, — se queja molesto, incluso puedo adivinar que rodó los ojos, — si tanto te molestó, lo borraré y listo.

— ¿Lo sigues teniendo?

Intercalo mi mirada entre él y la carretera sorprendido, puesto que yo lo borré inmediatamente después de recibirlo.

— Pues claro, me gusta verme follando...— dice despreocupado. — Incluso a veces me toco con los vídeos.

Inevitable DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora