Gabriella
Cierro la cremallera de mi mochila y reviso la hora por milésima vez, voy a llegar estúpidamente pillada de tiempo al aeropuerto. Soy una inútil, me quedé dormida a pesar de que coloqué cuatro alarmas... Revuelvo media cocina buscando mi botella de agua para rellenarla, en unos pocos días he logrado extraviarla, me desplazo buscándola por la el salón y cuando estoy a punto de desistir, ya que no me sobra el tiempo, el timbre suena.
— Mierda.
Si pierdo el vuelo no me quedará más remedio que esperar al siguiente, lo que encarecerá demás mi escapada, aunque lo que más me molesta es que quede con la encargada de mantenimiento de la casa de Antonio para recibir las llaves y no quiero dejarla plantada.
Maldita mi suerte.
Corro a abrir la puerta con el tercer timbrazo y la dejo abierta devolviéndome a buscar la botella sin mirar de quién se trata.
— Podría ser un secuestrador y no te has molestado en comprobarlo— me recrimina Luca.
— Tengo mucha prisa. — Doy con la botella bajo mi nuevo sofá. — Si estás aquí por lo de ayer, vuelve por donde viniste.
— No— lo oigo caminar a mí espalda. — Fabrizio me contó lo que pasó y es algo que debes hablar con Adriano.
Sigo sin comprender porque mi vida depende de él, siento que en algún momento sonara a través de megafonía: señorita Vitale, vaya a dirección.
— Quizá no— abro el grifo con mi hermano a escasos pasos supervisando mis movimientos— Entonces... ¿Qué quieres?
— ¿Vas a algún lado?
— Santorini.
— ¿Para qué?
— Vacaciones. — Cierro la botella y la coloco en la sujeción lateral de la mochila.
— ¿Ahora?
— Tenías razón, estoy tensa, necesito desconectar. — Luca se mantiene bloqueando el camino hacia la puerta.
— ¿Con todo el lío que tenemos encima?
— Nunca será bueno momento, así que hoy es un día tan válido como cualquiera— lo aparto sutilmente de mi camino. — Ya llego un poco tarde al aeropuerto, así que... ¿Que necesitas?
— Que firmes esto— saca una carpeta transparente de debajo de su brazo. — Necesito hacer trámites para que los bienes que me dejaste en herencia vuelvan a ti.
— Ah, vale. ¿Dónde?
Busco un bolígrafo mientras él pasa un par de páginas y me indica.
— Aquí — señala donde dejo mi firma a toda prisa — y aquí.
— Bien, ahí lo tienes, me marcho, cierra al salir.
— Espera, — me sigue— te llevo.
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El clima de Santorini es agradable en esta época del año, aunque todo se ve diferente a la última vez que estuve aquí, ajusto los tirantes de mi mochila y sigo a mí guía. Detesto los turistas (fingiré que hoy no estoy siendo uno), odio estás aglomeraciones innecesarias, hemos recorrido la zona y donde debería haber paisajes espectaculares, solo hay personas. Una mentira más de las redes sociales. Hay gente haciendo cola incluso para tomar una foto posando cual influencer en vez de disfrutar del lugar.
Nuestro guía nos conduce por las calles de Fira, desde el puerto hasta visitar la catedral Ortodoxa metropolitana y la católica, innumerables datos históricos que repite como un robot, seguro cansado de hacer un tour más por la ciudad... Finalmente nos conduce hacia unas pequeñas tiendas al final de una placita donde un grupo toca música tradicional creando un ambiente increíble.
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Inevitable Destino
RandomUn mundo en que la sangre se paga con sangre, la palabra del capo es la ley. Gabriella Vitale lleva años lejos de sus raíces, libre del yugo del deber para con la familia. Disfrutando de su vida cómoda y relajada, intentando olvidar aquello de lo qu...