Gabriella
Adriano sigue en silencio y vuelve a pasarse la mano por el pelo, es la tercera vez. Debe ser algo muy complicado si no sabe cómo decirlo. Con la luz del sol sus ojos parecen más ambarinos y su pelo también está más claro, pero se encuentra perfectamente imperfecto. Últimamente lo he observado demasiado, tanto como para saber que la rigidez de su mandíbula muestra que está apretando con fuerza y por la forma en la que respira está buscando calmarse; está buscando sus palabras para hablar sin ser brusco.
— ¿De verdad te encuentras bien? — no puedo evitar rodar los ojos con su pregunta, me desconcierta un poco, ya que llevo toda la mañana respondiéndole a los mensajes, y que intente postergar lo que sea que quiere declarar no me gusta.
— Sabes que bien, puedes decir lo que tengas que decir. Me estás poniendo nerviosa, Adriano.
Suelta todo el aire y busca mi atención cuando la desvío hacia mi regazo, justo sobre el gato. Se incorpora y la mano de él también rasca entre las orejas del animal.
— Deberíais llevarlo al veterinario si vais a seguir cuidando de él. Dios sabe cuántas bacterias o enfermedades está dejando por mi jardín.
— Parece sano.
— Tu concepto de sano me preocupa.
— Quizá esté un poco andrajoso, pero eso no es realmente lo que te preocupa— deja de dar caricias al animal para taladrarme con su mirada. — Habla, Adriano, se te va enquistar lo que sea que tienes que decir.
— Gabriella, han fijado la fecha de la boda — suelta de repente, sin anestesia. —Será en dos semanas.
— ¿Qué?— creo que he oído mal, pero sé que no, gozo de buena salud auditiva. — ¿Quién ha hecho eso?
— Tu padre y el consejo, es algo definitivo, no podemos negarnos. Podrían molestarse.
— ¿Y estas de acuerdo con eso?
— No
— ¿Entonces por qué dejas que lo decidan sin oponerte?
— Es complicado— suspira. — Me siento presionado.
— Pero...
— Espera— me detiene y parece abatido. — Sé que no quieres hacerlo, yo tampoco, estamos bien así y— nos señala — sé que al principio me comporté como un completo idiota, era tan cabrón... Pero creo que me conoces lo suficientemente como para darte cuenta de que puedo ser también agradable.
— No siempre lo eres— asiente.
— No siempre lo soy, es cierto, a veces me supera mi temperamento, pero no voy a disculparme por ello — suspira y se sienta erigido frente a mí— Sabes que con mi familia o con las personas que tengo cariño puedo ser agradable, eso sí que no puedes contradecirlo. Podría volver al día en el que te elegí y portarme como el idiota de entonces, y lo reitero, no lo soy, por ello no voy a obligarte a hacer algo que no quieres.
— Has dicho que no podemos negarnos.
— Y no vamos a hacerlo, se planeará la boda, pero nunca llegarás al altar.
El aire escapa de mis labios por la sorpresa, me impactan sus palabras, él siempre insistió en esta unión, jodió bastante con ella. Hubo un momento en el que pensé que me llevaría al altar agarrada de los pelos o con una pistola en la nuca.
— ¿Estás seguro?— asiente.
— Muy seguro, haz una planificación creíble, se una novia agradable, pero tampoco te excedas en es eso, nadie se lo tragaría. No es un secreto que la idea no te hace especial ilusión. Solo haz que sea decente, lo que se espera a nuestro nivel y posición.
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Inevitable Destino
RandomUn mundo en que la sangre se paga con sangre, la palabra del capo es la ley. Gabriella Vitale lleva años lejos de sus raíces, libre del yugo del deber para con la familia. Disfrutando de su vida cómoda y relajada, intentando olvidar aquello de lo qu...