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La Amelia del presente deja caer lágrimas de sus ojos cerrados, le duele recordar cada palabra de ese momento, le caen más por las mejillas cuando piensa en lo que sucedió después.

Henry caminó hacia la puerta, como parte del recuerdo, pero se detuvo en el marco, dio media vuelta para mirarla una vez más.

- H: Amelia, te am...

Amelia le seguía dando la espalda, estaba de pie junto a la ventana, no voltea, solo baja la cabeza, levanta la mano izquierda para indicarle que se detenga, que no diga ni una palabra más, gira un poco la cabeza hacia su derecha, pero solo lo suficiente para apenas ver las sombras sobre el pequeño fragmento de su perfil.

- A: Ya me quitaste todo Henry, hasta la vida, lo menos que puedes hacer es desistir de tus palabras y dejarme sola, en paz (la Amelia del presente escurre lágrimas con un poco de mascara por su rostro).

Henry de nuevo hace una mueca, quiere decir algo, pero se arrepiente, vuelve a cerrar la boca, presiona con su mano el marco de la puerta y sale cumpliendo la petición de Rodríguez.

Amelia, totalmente sola en esa blanca y fría habitación, llora en primer plano, recarga su mano derecha en los ladrillos que rodean el marco de su ventana, está inclinada hacia delante por lo mismo, se suelta a llorar de manera inconsolable en cuanto escucha que Henry ha cerrado la puerta de cristal.

La momia 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora