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Amelia levanta la mirada con orgullo y se va con cierto enojo rumbo a la habitación de Morton, sin embargo, se detiene cuando está por tocar a la puerta. Ella mira su reloj, se preocupa, cierra los ojos, aprieta los dientes, maldice en voz alta y se va lo más rápido que puede a otro lugar.

Llega hasta una puerta de cristal, pone su mano ahí, cierra los ojos y de inmediato recuerda estar llorando, golpeando y suplicando porque la dejaran salir. Con esos gritos del recuerdo, Amelia abre los ojos, una lágrima se le escapa, rápidamente se la quita con la mano derecha, respira profundo y abre la puerta.

Nota que todo en ella está perfectamente ordenado y limpio, las paredes de mosaico blanco asemejando ladrillos hacen contacto con su mano, abre una ventana, cierra los ojos, siente la pequeña corriente de aire y decide sentarse en el espacio del marco y la pared, para ver fuera.

A la par, Henry se acerca a la habitación, pero se queda lejos de la puerta, para que ella no lo vea, pero él sí poder observarla con tristeza.

La momia 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora