"Duele al recordarla."
Rin
Duele.
Al recordar sus ojos. Al recordar su olor. Al recordar su sonrisa. Al recordar su cabello moverse con el viento. Al recordar los momentos que pasé junto a ella. Al recordar el sonido de su risa.
Duele.
Con el tiempo sé que la olvidaré, eso me aterra. No quiero olvidarla, quiero mantenerla en mis recuerdos. La quiero devuelta. Quiero devuelta a Sasha, la quiero viva, así sea que me odie.
Las bolsas debajo de mis ojos daban evidencia de que no había dormido en toda la noche. Me la pasé llorando y lamentándome. La culpa me carcomía y aunque tenía a dos de mis casi ahijados a un lado de la cama, me sentía tan sola que estaba por caer en un abismo de locura total.
Después de cuatro años, volví a mi tierra natal, y eso me asustaba. Sentía que yo ya no conocía este lugar, que era diferente. Ya no eran las mismas murallas que eran hace cuatro años. Mis antiguos amigos ya no eran los mismos, las antiguas lindas estrellas que eran se habían apagado. Cuando vi los ojos de mi hermano pude ver como su brillo había desaparecido. En el lugar de sus ojos, había dos orbes sin vida, secos y apagados. Se había convertido en lo que siempre evité para él.
-Rin... -me llama Falco. -¿Estás bien?
No respondo. Simplemente levanto la mirada y él se asombra cuando ve mi cara demacrada. Gabi estaba en una especie de trance en donde repetía el nombre de mi hermano una y otra vez en voz baja.
Mi hermano estaba a un lado de nuestra celda, él repetía una y otra vez "Pelea, pelea"
-Estoy bien. –le respondí a Falco luego de minutos. Me acerqué al escritorio que teníamos y escribí en un pedazo de papel de la libreta que habían dejado un mensaje para Gabi y Falco
"Hablemos por el papel. No quiero que nadie escuche lo que digamos."
Falco asiente y nuevamente los susurros de mi hermano diciendo "Pelea, Pelea" se repitieron. Hange entró al calabozo en el que estábamos y se acercó a la celda de Eren.
-Oye. Dijiste "Pelea, pelea". Lo dijiste, ¿verdad? "Pelea, pelea". ¿Con qué pelearás? El hecho de que lo repitas dos veces, ¿significa que habrá una segunda vez de todo esto? –Silencio absoluto. –Te das cuenta que, si no hablas, no podré entenderlo, ¿verdad? Porque no creo que sea normal hablarse a uno mismo frente a un espejo. Es que yo nunca le he hablado a mi reflejo, así que no lo entiendo. Aunque ese peinado, creo que te queda genial. Tiene el toque perfecto. Es como si te hubieras esforzado mucho en hacer que parezca que no te esforzaste.
-¿Para qué has venido? –gritó Eren. Haciendo que nos sobresaltemos.
-¿Para qué? Pues para hablar contigo. Cuando nos conocimos, nos pasamos hablando toda la noche sobre titanes, ¿recuerdas? Aunque era yo la única que hablabas. Tú escuchabas. Confié en ti cuando dijiste que no sacrificarías a Historia. –Una sonrisa se me escapó al recordar ese día. Eren pasó toda la noche hablando con Hange.
-Todo era tan diferente en ese momento... -pensé con nostalgia.
-Quería sentirme igual de ansiosa que tú por esto. Pero lo que no entiendo es por qué te fuiste de la isla para hacer todo por tu cuenta propia, exponiendo a los demás a un gran peligro. ¿Acaso ya no te importa lo que le pase a Historia?
-Devoré al titán Martillo de Guerra. Hacía salir un material del suelo y lo controlaba a voluntad, convirtiéndolo en armas y otros objetos que quisiera. Ahora poseo sus habilidades, así que no importa cuán profundo me confinan, es inútil. Puedo salir de aquí cuando me plazca, y no me matarán porque poseo al titán Fundador. Y pueden hacer todas las amenazas que quieran, pero tampoco pueden matar a Zeke. –Para entonces, yo estaba contra las rejas de mi celda para ver que estaba pasando con Eren y Hange. Los ojos de Gabi brillaron de ira y le pedí a Falco que la calmara. Escuché los pasos de Eren y suponía que se había acercado a la reja de su celda. –Así que dime, Hange, ¿Qué es lo que pueden hacer? –un choque sonó contrala reja de la celda de Eren. Escuché los quejidos de Hange. Ladeé mi cabeza para poder alcanzar a ver al menos un poco y vi a Hange forcejeando, Eren la tenía contra la reja de la celda. -¡Dímelo, Hange! ¡Si hay otra opción, dímelo!
-¡Eren, suéltala! –grité yo tratando de que la soltara, pero Hange se soltó del agarre de Eren.
-¡Veo que sigues en tu fase rebelde, idiota! –dice ella caminando hacia la salida, pero se detiene frente a mi celda. –Los trasladaremos a otra celda. Por cómo está, no pueden quedarse con él. –dice antes de irse.
-¿Qué diablos te pasa, Eren? –le grité
-No finjas que aún te preocupas por los de la Isla, Rin. –escupió con odio.
-Aún me importan. –le dije bajando el volumen de mi voz.
-Eso es mentira. Si te importan todavía, nunca hubieras hecho lo que hiciste. –dice y escucho sus pasos de nuevo alejándose de los barrotes de la celda.
-Sé que me odias. Y no me voy a interponer en ese sentimiento, porque me lo merezco. –le dije apretando los barrotes. –Aún los sigo queriendo, a pesar de todo, Eren. Aún eres mi hermano menor.
-Me alegra que sepas que te odio. –me dijo. –Y quiero que siga todo como estaba antes de que Hange llegara. Tú en lo tuyo, y yo en lo mío. –dice fríamente.
No respondí. Demonios. Sus palabras me dolieron mucho más de lo que me había imaginado.
Retrocedí hasta llegar a la cama, en donde Gabi me miraba con una expresión que no pude explicar ni reconocer; simplemente ella no era ella.
Al otro día, Hange llegó junto con Levi y otros soldados. Había hecho el trámite para pasarnos de celda muy rápido.
Levi abrió la celda y yo sujeté a Gabi y a Falco, para que no tuvieran que amarrarlos. Había personas armadas esperándonos afuera del calabozo.
Antes de salir, miré atrás y dudé si en hablar o no, pero ya no importaba si mi hermano me destruía más el corazón. –Te quiero, hermano. –dije. Hubo un silencio por cortos segundos, pero luego escuché la voz de Eren.
-Tú no eres mi hermana. –dijo. Bajé la mirada y salí del calabozo.
En la superficie había un carruaje, que era para llevarnos a la nueva celda que estaba en otra base militar en Rose.
-Espero la disfruten. –Menciona Hange, una vez que todos se fueron. –Te extrañé demasiado, niña. –dice, logrando que de mi parte le dedicara una sonrisa dulce.
Narrador omnisciente.
El menor de los Jaeger quedó solo en ese calabozo. Su corazón se había ablandado al volver a sentir el cariño de su hermana mayor, así sea que hubiera dicho que la odiaba.
La realidad era que lo hizo por un tiempo, pero dejó de hacerlo al verla tanto tiempo en Marley. La veía de lejos, y se dio cuenta de lo mucho que extrañaba a su hermana y le dolía verla más diferente y apagada de cómo era antes.
Disfrutó de la compañía de su hermana en el calabozo, así hubiera sido que se dirigieran unas cuantas palabras.
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𝐋𝐎𝐕𝐄 𝐌𝐀𝐃𝐄 𝐌𝐄 𝐂𝐑𝐀𝐙𝐘 [𝖱𝖤𝖨𝖭𝖤𝖱 𝖡𝖱𝖠𝖴𝖭] (EDITANDO)
Randomᴀ ᴅᴏꜱ ᴍɪʟ ᴀÑᴏꜱ ᴇɴ ᴇʟ ꜰᴜᴛᴜʀᴏ ʟᴇꜱ ᴄᴜᴇɴᴛᴏ ᴍɪ ʜɪꜱᴛᴏʀɪᴀ... ᴛᴇ ᴘʀᴇɢᴜɴᴛᴏ, ¿Qᴜᴇ ʜᴀʀÍᴀꜱ ꜱɪ ᴇʟ ᴀᴍᴏʀ ᴅᴇ ᴛᴜ ᴠɪᴅᴀ ᴛᴇ ᴘɪᴅᴇ Qᴜᴇ ʟᴇ ᴀᴄᴏᴍᴘᴀÑᴇꜱ ʜᴀꜱᴛᴀ ᴀ ᴇʟ ɪɴꜰɪᴇʀɴᴏ? ¿ʟᴏ ʜᴀʀÍᴀꜱ? ʙᴜᴇɴᴏ, Qᴜɪᴇʀᴏ Qᴜᴇ ᴇᴍᴘɪᴇᴄᴇꜱ ʀᴇꜱᴘᴏɴᴅɪᴇɴᴅᴏ ᴇꜱᴀ ᴘʀᴇɢᴜɴᴛᴀ ᴘᴀʀᴀ Qᴜᴇ ᴇɴᴛɪᴇɴᴅᴀꜱ ʟᴀ ʀᴀᴢÓɴ ᴅᴇʟ ᴘᴏʀQᴜ...