C: 12 - EL HORROR DE LA PRIMAVERA

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Hogwarts-


-La primavera había llegado, las flores habían regresado a Hogwarts, dándole vida al castillo y unos hermosos paisajes a los terrenos.

Los estudiantes que adoraban aquella obra de arte sabían perfectamente que era la mejor época del año, al menos los que amaban la primavera.

Apollo no era el caso, él odiaba la primavera, en especial porque era alérgico al polen mágico, o a cualquier polen en general. Así que todo Hogwarts había visto al rubio con la nariz roja, una de las otras razones por las que Atlanta le había puesto aquel peculiar apodo-

Atlanta: Rodolfo, si sigues viendo de esa forma al Calamar Gigante creerá que te lo quieres comer. -murmuró llegando a su lado-

Apollo: Quizá ahumado sepa rico, ¿cuántos tacos creen que salga de Cali? -murmuró pensativo-

Atlanta: No seas malo, te puede oír. -lo miró feo- Mejor toma tus pañuelos.

Apollo: Gracias. -murmuró mirándola-

Atlanta: Oh por Merlín, eres un pequeño y lindo Rodolfo el Reno. -sonrió divertida mirando la nariz de su hermano-

Apollo: ¡Hey! -se quejo- Sabes que soy sensible a la primavera. -murmuró bajito-

Atlanta: Sí, mi pequeño Renito. -murmuró con voz chillona- Eres un lindo Venado, sí lo eres. -apretó sus mejillas-

Apollo: Basta, me estas avergonzado. -se sonrojó más-

Atlanta: Es lo que te mereces por no dejarme ir a almorzar.

Apollo: Te necesito, Atlantida.

Atlanta: Lo sé, a diferencia de ti, yo sí soy una increíble hermana. -sonrió- Pero, ¿podemos ir a comer algo? Me muero de hambre, y también tengo que ir al baño.

Apollo: Hace cinco minutos te pregunté si querías ir.

Atlanta: Hace cinco minutos no tenía ganas. -hizo un puchero-

Apollo: Bien, ve, te espero para ir al Gran Comedor. -suspiró-

Atlanta: ¡Wiii, iré rápido! -gritó corriendo a los sanitarios-

Apollo: Eres una tonta, Atlantida. -susurró divertido mirando por donse su hermana se había ido- Y así te adoro. -sonrió cabizbajo-

-El rubio se puso de pie. Había estado sentado frente a la ventana de la sala común de Slytherin, observando al Calamar Gigante y esperando que nadie lo mirará con aquella alergia.

Le causaba vergüenza que en serio creyeran que era un Rodolfo el Reno, solo su hermana podía decirle así.

Y cuando Atlanta salió del baño, ambos caminaron hasta salir de aquel corazón de las serpientes, y empezar a salir de las mazmorras-

Atlanta: ¿Alguna vez has pensado en dejarte crecer el cabello? -murmuró pensativa-

Apollo: No. -hizo una mueca- Y aunque así fuera, madre y padre no lo permitirían.

 LOS SECRETOS DE AVALÓN  -  G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora