C: 103 - APRENDER A SOPORTAR

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Guarida de Eros-

-Por dos días, en donde el viento helado se filtraba por los pequeños barrotes que resguardaban y les daban a los mellizos un poco de luz en el calabozo, Atlanta Avalón se dispuso a cuidar de su hermano, sin importarle el hambre extremo que seguía sintiendo, sin importarle el tener que beber de un agua sucia y de dudosa procedencia que ahora estaba sobre los zapatos de su hermano, quien no había despertado desde aquella noche donde ambos fueron duramente castigados por su propio padre.

La rubia seguía abrazando el cuerpo desmayado de su hermano, a quién no había soltado desde que los volvieron a meter en aquel frío, oscuro y feo calabozo. Atlanta, en su mente, lo único que se repetía, es que debía ser fuerte. Apollo había dado sus pocas energías para protegerla, y ahora era su deber, y su responsabilidad, de devolverle todo aquel amor que él había tenido con ella, en ese momento.

Pasaron al menos dos horas, donde en ningún momento Atlanta soltó a su hermano, cuando Apollo por fin parecía despertar; moviéndose poco a poco, de izquierda a derecha, el rubio abría sus ojos con pesadez y cansancio, solo para encontrarse con la oscuridad y el techo frío y gris del calabozo, junto a algunos mechones de cabello de su hermana menor, quien suspiró aliviada al ver al mayor, regresar a la realidad-

Atlanta: Rodolfo. -expreso feliz-

Apollo: Atlantida... -susurró, cerrando sus ojos y acurrucandose en el lugar donde se encontraba-

-Atlanta suspiró, aunque miró con confusión como su hermano se acomodaba mejor entre sus piernas y sus brazos, en donde ella lo tenía agarrado desde que llegaron después de su castigo. Pero aun así, al ver a Apollo menos adolorido, decidió contarle todo-

Atlanta: Después del castigo que recibiste por mi, Eros nos regreso al calabozo. -empezó el relato- Casi no nos han traído de comer, más que otro pedazo de pan, te guarde la mitad. -le sonrió con pena- Ahora sí debes comer algo.

Apollo: No, comelo tú. -murmuró, abriendo sus ojos e intentando enfocar en aquella oscuridad- Lo necesitas más que yo.

Atlanta: ¿Qué dices? -preguntó ofendida- Eres tú quien estuvo inconsciente por días gracias a no comer bien. Dividiremos la poca comida que nos den, beberemos lo que queda del charco sin importar quien tome más o no. -lo miró con firmeza- Estás loco si crees que voy a dejar que te sigas sacrificando por mi, Rodolfo.

Apollo: Pero cuando escapemos, deber ser tú quien deba tener más energías. -la miró ofendido- Debes estar más preparada.

Atlanta: Estaremos preparados los dos, lo haremos juntos. Ya sabes, sin el otro, somos vulnerables. -lo miró fijamente, agachando su cabeza para sonreírle con tristeza, pero alivió, a su hermano- No importa si estamos en el fin del mundo, no nos van a separar.

Apollo: A veces me cuesta trabajo entender que ya no eres mi pequeña hermanita, Atlantida. -le sonrió rendido-

Atlanta: Hemos crecido, Rodolfo.

Apollo: Y que alegría saber que estuve a tu lado todo el tiempo.

Atlanta: Bueno, de los once a los doce años, eso es cuestionable. -murmuró con una mueca, recordando su primer año en Hogwarts y el como su hermano era sin duda, de las peores personas que tenía que soportar-

 LOS SECRETOS DE AVALÓN  -  G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora