C: 40 - ¡TE TENGO!

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Hogwarts-


-Horas faltaban para que el tren del Expreso de Hogwarts llegara a la estación de Hogsmeade para llevarse a los estudiantes de vuelta a Londres, y eso Apollo lo sabía perfectamente.

Veía su baúl, el cual estaba sobre su cama, abierto y con casi todas sus cosas dentro. No lo quería cerrar, porque sabía que aún no tenía todo. Se sentía molesto porque en esos meses jamás pudo atrapar al feo ladrón con cola peluda y cara aplastada. Aquel gato había dejado de robarle; parecía como si de un momento a otro, se aburriera de las cosas de Apollo.

Pero el rubio sabía que en parte era porque él jamás volvió al patio. No quería volver a sufrir otro robo, así que lo más lógico que encontró fue, que no debía volver al lugar donde siempre aquel gato le robaba.

Frunció el ceño al recordar que el gato había ganado esta vez, le había ganado su lugar de descanso favorito en todo el castillo. Le había quitado sus cosas y él simplemente no podía hacer nada por el simple hecho de que jamás lo volvió a ver.

Así que antes de que tuviera que irse en los carruajes a Hogsmeade, salió de su habitación, rendido y enojado por sus cosas perdidas. Llegó a su sala común, donde encontró a su hermana, quien estaba sentada en un sofá individual cerca de la salida.

Atlanta apenas lo vio llegar, sonrió, poniéndose de pie y acercándose al rubio de mala cara-

Atlanta: ¿Y ahora qué pasó? ¿Tú baúl te reclamó por la falta de equipaje?

Apollo: Muy graciosa, Rhea. -rodó los ojos, caminando hacía la salida de su sala común-

Atlanta: Vamos, sabes que no me gusta que me digas ese nombre... Reno. -lo miró mal, siguiendo a su hermano-

Apollo: Entiendo, perdón. -alzó sus manos en señal de rendimiento- Es solo que no puedo creer que haya perdido mi pincel especial. -suspiró- Ya me resigne.

Atlanta: Te dije que debías avisarle a Dumbledore Dumbledore sobre los sucesos de las desapariciones. No debieron haberte robado, debías tener justicia y que expuosaran a...

Apollo: ¡No! -la miró. Ya estaban llegando a los pasillos del castillo, y el rubio sabía que no podrían hacerle nada a un tonto gato solo por él- Yo quería cobrar mi venganza. Raparlo, darlo de comida al Calamar Gigante, entre esas cosas. Se merece eso y más. -gruñó-

Atlanta: Bueno, ahora puede que tu ladrón esté graduandose y jamás va a ocurrir. Y todo porque no quisiste hablar, así que. -se encogió de hombros- Te aguantas.

-Apollo no hablo más, siguió caminando a la par de su hermana hacia el Gran Comedor, donde tendrían el Banquete de Despedida en unos minutos-

Atlanta: Vamos, no seas así. -rodó los ojos- Sabes que tengo razón.

-pero Apollo siguió sin contestar, caminando y estando más cerca de su destino. Quería comer todo lo que pudiera resistir su estómago, antes de volver a casa por dos meses y tener que seguir comiendo "saludable" como su madre solía ordenar a sus elfos cocinar.

Más que nada, porque ella creía en que si comías tus frutas y verduras, crecerias sano y fuerte. No entendía bien esa frase; él apenas y crecía, tan fuerte no era y sano no era. Solo hacía faltaba verlo en plena primavera con sus alergias en pleno resplandor-

Atlanta: Apollo.

-pero el rubio no respondió-

Atlanta: Apollo...

 LOS SECRETOS DE AVALÓN  -  G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora