C: 74 - INICIAR EL YULE DEL AMOR

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Expreso de Hogwarts-





-A una hora de llegar a King's Cross, Apollo y Atlanta se encontraban felices, riendo entre ellos y Draco Malfoy, quien los acompañaba en el viaje. Aunque, como ya empezaba a hacer costumbre en aquel año, las miradas y murmullos que le daban algunos estudiantes de las otras casas, no podía faltar, así que cada que alguno pasaba por "casualidad", cerca del compartimento de aquel trío de rubios, siempre soltaban uno que otro comentario respecto a lo que sucedía fuera de Hogwarts y su padre-

Zacharias: Vaya, pero si son los Avalón. -sonrió con malicia al detenerse frente a la puerta del compartimento- ¿Irán a reunirse con su padre para la destrucción del mundo mágico? -rió junto a sus amigos- Ten cuidado, Malfoy, hasta tú debes tener cuidado de estar con estos bastardos.

-Apollo, enfurecido, salto de su lugar, empuñando su varita la cual fue directo a la garganta del rubio de ojos marrones y acorralando entre la pared del compartimento de enfrente y su cuerpo-

Apollo: Vuelves a decir algo sobre mi hermana o sobre mi, y te juro que...

Zacharias: ¿Qué, Avalón? -sonrió divertido- ¿Me matarás como tu padre esta matando a los muggles?

Atlanta: Apollo, no. -se alarmó-

Draco: No vale la pena. -lo miró sorprendido-

Zacharias: Sé que quieres hacerlo, Avalón. -sonrió con malicia- Vamos, hazlo, y así todos van a ver el tipo de magos que tú y tu trastornada hermana son.

-y aquello fue suficiente para el ojiazul, que alguien se metiera con su hermana significaba el fin de su paciencia, así que, a pesar de no hechizar al Hufflepuff, el rubio de ojos marrones recibió un fuerte golpe en la nariz. Aquello fue visto por los que viajaban en aquel vagón de tren y, que al escuchar el escándalo, habían asomado sus cabezas para ver la razón de tal revuelo.

Zacharias Smith cayó al suelo sentado y con sus manos en su nariz que goteaba sangre sin parar, sus amigos intentaron levantarlo y ayudarlo, pero fue el mismo ojimarrón quien molesto, les impidió hacerlo-

Zacharias: Déjenme, puedo solo. -murmuró adolorido-

-y al ponerse de pie, el Hufflepuff vio como Apollo lo veía con una sonrisa de arrogancia y enojo-

Zacharias: Esto no se queda así. -bufo-

Apollo: Cuando quieras, quizá pueda volver a emparejar tu nariz la próxima vez. ¡Y esto va para todos los que se atrevan a pensar siquiera en querer meterse con nosotros! -gritó con firmeza-

-y sin borrar su sonrisa, el rubio de ojos azules cerró la puerta de su compartimento, dejando en aquel pequeño pasillo al rubio de ojos marrones y sus amigos, quienes seguían perplejos de lo rápido que había pasado todo.

Los murmullos entre los espectadores llegó a los oídos del Hufflepuff, quien enojado, miró a todos-

Zacharias: ¡¿Qué me ven, inútiles?! -gritó intentando ocultar su humillación- Sigan con sus patéticas vidas y déjenme en paz. -fue lo último que dijo, antes de irse por donde llegó-

 LOS SECRETOS DE AVALÓN  -  G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora