LOS SECRETOS DE AVALÓN - G!P

C: 35 - FELIZ NAVIDAD

Mansión Avalón-

-Apollo apenas llegó a la habitación de sus padres, se encerró en ella, recargando su cuerpo en la puerta detrás de él y suspirando. Desde los ocho años él había dejado de entrar a ese lugar sagrado. Y no porque quisiera, si no porque su madre de un día para otro empezó a negarles el permiso de poder tocar un pie en ese lugar.

Estar ahí le traía recuerdos. Recuerdos felices, donde él, Atlanta y su madre eran unidos. Donde su madre aún no se volvía una mujer dura y fría-

Apollo: ¿Cuál es tu secreto, madre? -murmuró avanzando-

-La habitación era enorme, espaciosa, pero simple y elegante a la vez. Solo tenía una cama matrimonial en el medio, tendida de unas sábanas blancas y relucientes.

A la izquierda una puerta que llevaba al armario de Cassandra, y a lado de ese armario había un mueble, el cual contenía toda la ropa de Eros. A la derecha estaba la puerta que conducía al baño, y a lado de ella había un gran tocador, con un espejo sobre él y un alajero, en donde su madre guardaba todas sus piezas importantes y caras.

A lado de la puerta por donde había entrado había un estante, lleno de libros de Mitología Griega, Historia de la Magia, Pociones, alguno que otro libro de superación de vida, y sobre el Ministerio de Magia. Apollo hubiera pasado por alto aquellos aburridos libros, de no ser porque se dio cuenta de que había uno de quidditch. Apollo abrió su boca perplejo. ¿Qué hacía un libro de quidditch en ese lugar? Sus padres no eran fanáticos de ese deporte.

Lo agarró curioso, esperando encontrar referencias al deporte mágico o al menos jugadas importantes. Pero se confundió cuando aquella portada con el logotipo de quidditch se resbaló del libro y cayó al suelo-

Apollo: ¿Pero qué...

-no pudo terminar su pregunta cuando miró la verdadera portada del libro que tenía en manos. El Diario de su madre. Nuevamente esa gruesa tapadera se posó frente a sus ojos, y Apollo sintió su respiración acelerarse.

Se sentó en el suelo, recargando su espalda sobre el estante de libros y abrió aquel Diario. Sabía que no debía invadir la privacidad de su madre, pero con lo que acababa de conocer no podía; no podía simplemente dejar ir detalles que aún no conocía, no podía simplemente dejar el libro atrás ahora que sabía nueva información, además de la curiosidad que tenía por ver más de aquellas páginas.

Y así lo hizo, al abrirlo volvió a encontrar esa frase en otro idioma que no conocía, la foto de su madre Nuevamente, junto a sus amigas, aunque ahora Apollo sabía que la otra rubia era hermana de su madre, su tía Marlene.

Siguió a la siguiente hoja con curiosidad, y miró perplejo la siguiente fotografía que había al otro lado de la página. Una foto familiar-

Apollo: Familia McKinnon. -murmuró al leer la inscripción bajo la fotografía-

-Podía observar a un hombre canoso pero con sonrisa enorme, abrazando a la mujer adulta a su lado, una rubia señora que miraba con amor a las dos jóvenes paradas frente a ellos. Reconoció al instante a su madre, tenía diecisiete, más o menos. Tenía una enorme sonrisa mientras abrazaba a la mujer rubia a su izquierda, mientras la otra reía divertida y tapaba la cara de su madre apenas el flash se dejó ver, "arruinando" así la fotografía-