C: 113 - CONFIAR EN LOS MELLIZOS

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La Tienda.
Bosque de Herefordshire-



—La noche había caído sobre el bosque como una manta de oscuridad, el frío era tan intenso que parecía morder la piel con dientes de hielo. Los árboles, como espectros inmóviles, se erguían hacia el cielo como si intentaran tocar el cielo y preguntarle el por qué de la ausencia de las estrellas.

De repente, sin previo aviso, el aire se llenó de un susurro suave y misterioso. Era como si la noche misma estuviera susurrando un secreto. Y entonces, como si respondieran a una llamada invisible, un par de copos de nieve comenzaron a caer del cielo.

Al principio, fueron solo unos pocos copos aislados, bailando en el aire como mariposas blancas. Pero pronto, la nieve comenzó a caer con más intensidad, cubriendo el suelo del bosque de Herefordshire con un apenas visible manto blanco y silencioso.

La nieve caía como si el cielo mismo estuviera llorando, como si pronto el mundo fuese a perder algo muy valioso y el bosque se sumergió en un silencio sepulcral.

Dentro de la tienda, Hermione y Atlanta se acercaron de inmediato a Apollo, quien intentaba recuperar la respiración después de haber despertado con intensos gritos llenos de dolor.

Hermione fue la primera en acercarse, quedando en cuclillas frente a la cabeza del rubio, quien se encontraba acostado sobre la mesa de la tienda. Apollo, al reconocer el rostro de su novia, sonrió con pesadez, moviendo con mucho esfuerzo su brazo; alzando su mano, logró juntarla con la de la castaña, quien sonrió y le dio un pequeño apretón-

Hermione: Tranquilo, no te esfuerces. -susurró con voz serena y dulce- Tenemos todo el tiempo del mundo para agarrarnos de las manos. -sonrió-

Apollo: Lo sé, pero no quisiera desperdiciar ni un solo minuto junto a mi chica. -murmuró en un tono cansado, sonriendole a la castaña-

Hermione: ¿Apollo Avalón siendo romántico? -preguntó divertida- Eso no se ve todos los días.

Apollo: Quizás frente a las personas no, pero bien sabes que soy un romántico de primera, mi conejita. -sonrió, aunque apenas lo hizo, sintió un poco de dolor en las costillas y su vista nublarse, como si en cualquier momento volviera a quedarse dormido-

-y sin poder evitar ocultarlo, Apollo jadeo un poco, llevando de inmediato su mano a aquella zona.

Hermione se preocupó, y no dudo en agarrar ambas manos del chico para poder darle las fuerzas que necesitaba, como si eso pudiera hacerlo tan valiente como el mismísimo Godric Gryffindor.

Pero apenas Hermione tocó a Apollo, sintió una pequeña descarga eléctrica. Fue como un susurro de energía que despertó cada célula de su piel, dejándola con la sensación de que había sido tocada por algo más que solo la mano del rubio.

Y Atlanta, un poco asustada de ver aquello, no dudo en tocar el hombro de Hermione para alejarla de su hermano y lo que fuera que tuviera. Quizás aun aquella enorme luz azul que el chico desprendió, seguía encendida de cierta forma dentro de Apollo.

Pero Atlanta no solo sintió la piel de Hermione bajo sus dedos, sino que sintió sus pies despegarse del suelo. Su mente dio vueltas y vueltas de forma rápida, haciéndola sentir un poco mareada en el momento.

Los que seguían en la tienda, solo veían a Atlanta inmóvil, aún con su mano sobre el hombro de Hermione, solo que volvía a tener los ojos en blanco, la cabeza hacía atrás y con el cuerpo tan pesado, como si un plano terrenal bajo sus pies impidieran que pudiera hacer algo más de lo que ya conocía.

 LOS SECRETOS DE AVALÓN  -  G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora