C: 112 - CUANDO SEA EL MOMENTO

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Bosque de Herefordshire-

—Apenas lograron sacar a Apollo de la guarida de Eros, apenas todos cruzaron los hechizos protectores y llegaron al bosque de Herefordshire, Atlanta, quien iba agarrada de la mano con Adrien y Emily, los tres a punto de llegar cob los demás después de ser los últimos en empezar a correr, la joven rubia por fin llegó junto a su mellizo.

No se podía negar nada, Atlanta estaba demasiado asustada por el estado en que Apollo se encontraba. Ella más que nadie sabía el enorme esfuerzo que el chico había hecho desde que llegaron a la guarida, ella sabía todo lo que había sufrido su hermano, y podía sentir incluso el dolor que su Apollo sentía aún sin haberlo vivido físicamente.

Cuando Atlanta llegó junto a su madre, quien estaba igual de aturdida por todo lo que había pasado, no pudo evitar abrazarla. Necesitaba ese cariño, y Cassandra también necesitaba cuidar de su hija, hacerle entender, a pesar de su propio miedo, que todo estaría bien-

Cassandra: Tranquila, estará bien. -le susurró, con un tono de voz maternal y calmado, abrazando con calidez a su hija menor- Siempre lo está.

Atlanta: No es justo que él pasé por todo esto, madre. -le susurró-

Cassandra: Lo que no es justo, es que mis dos pequeños hijos hayan tenido que vivir todo esto y ahora tengan que seguir como si nada. -la miró fijamente- Lamento mucho haber tenido que hacer de sus vidas un completo infierno.

Atlanta: No, madre, no digas eso. -la miró ofendida- Tú nunca tendrás la culpa de todo esto, ¿entendiste?

Cassandra: Pero fui yo quien...

Atlanta: Tú solo eras una joven que quería aprender y conocer el mundo y la magia. -le susurró con tranquilidad- El único que tiene que pedir perdón y suplicar por todo el daño que ha estado ocasionando, es Eros. -la miró fijamente- Tú, como nosotros, eres una víctima más.

Cassandra: Creo que necesitaba escuchar eso de uno de mis hijos. -sonrió, sintiendo un poco de paz en su corazón-

Atlanta: Rodolfo también piensa lo mismo que yo, así que espero puedas descansar de ese peso tan horrible que te has puesto. -le sonrió, antes de girarse y mirar a su hermano en brazos del mayor de los Black- Sirius... -lo llamó-

Sirius: Debemos irnos apenas Dorcas, Harry y James vuelvan con la tienda de los chicos, pequeña. -le sonrió- Tú hermano estará bien, ve con Adrien.

Atlanta: Sí, yo... -lo miró con una pequeña sonrisa- Solo quería agradecerte por llevar a mi hermano.

Sirius: Los McKinnon siempre han sido importantes para mí. -la miró sonriendo- No agradezcas, solo cuido de los míos.

Atlanta: ¿Lo dices porque pudiste haber sido nuestro tío? -preguntó divertida-

-Sirius la miró sorprendido, un poco sonrojado de saber que los niños McKinnon seguían recordando de su amorío con Marlene. Pero aún así, al ver la sonrisa de Atlanta, no pudo evitar recordar y ver reflejada a su único amor en ella.

Era como si Marlene McKinnon estuviera nuevamente frente a él, y como siempre solía hacerlo en vida, molestándolo-

Sirius: El apellido Black siempre me pareció tan extraordinario para mezclarse con el McKinnon, McKinnon. -le murmuró divertido, sintiendo nostalgia al saber que había pasado demasiado tiempo desde que no decía esa frase-

-aunque claramente, sintió un pequeño dolor en su pecho al saber que no era la McKinnon que había cautivado su corazón a quien se lo decía-

Atlanta: ¿Entonces debo decirte tío? -preguntó divertida-

 LOS SECRETOS DE AVALÓN  -  G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora