C: 58 - EL REGRESO DE LOS AVALÓN

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Expreso
de Hogwarts-

-El día en que ambos mellizos debían regresar a Hogwarts había llegado, y Apollo no sólo regresó con una bolsa de galletas que había hecho junto a su madre, su abuela y su hermana un día antes. También regresaba con su nariz empezando a transformarse en un jitomate.

Él en serio odiaba la primavera. Al menos agradecía que solo estaba un poco roja y no en su totalidad. Cassandra los había llevado a la Estación, y cuando ambos ya estaban a mitad de viaje, fue Apollo quien empezó a pensar en cómo se habrá pasado el Yule Hermione Granger, al menos sin él.

Estaba claro que por primera vez podían pasarlo juntos, pero gracias a la vida, aquello no paso. No se sentía tan mal por eso, al menos estuvo junto a su madre, su abuela y Atlanta. Sin duda era algo que le hizo muy feliz.

Sin duda el estar lejos de Eros era mejor.

Pasaron un par de horas más cuando por fin ambos vieron el castillo a lo lejos-

Atlanta: Por fin, hogar dulce hogar. -sonrió mirando a su hermano- ¿Cómo crees que estén nuestras chicas?

Apollo: ¿Nuestras chicas? -alzó una ceja-

Atlanta: Oh vamos, a tí solo te gustan las galletas de pimienta y traes unas que no tienen nada de eso en el bolsillo de tu pantalón. Ya dime que son para Hermione y no te juzgaré.

Apollo: ¿Por qué piensas que son para Granger? -se cruzó de brazos-

Atlanta: ¿Entonces para quién son? -sonrió, imitando su acción- Porque tuyas no son.

Apollo: A veces te odio. -susurró enojado- Bien, sí son para Granger. ¿Feliz? -rodó los ojos-

-Atlanta no dudo en dar un chillido de emoción. Definitivamente amaba la etapa de ver a su hermano enamorado.

Y más de Hermione Granger. Ni ella sabía cómo aquello ocurrió, pero aún así, le emocionaba. Ahora solo esperaba que su amiga castaña se diera cuenta de sus sentimientos y le correspondiera de buena forma a su hermano-

Atlanta: Mi cuñada sí que sabe como bajar tu guardia, eh. -sonrió burlona-

Apollo: En primer lugar, no es tu cuñada, solo somos amigos. Y en segundo, jamás tengo la guardia baja.

Atlanta: Sí, claro. Ya mejor dime, ¿tienes algo planeado para pedirle una cita o algo así?

Apollo: Yo... no. -suspiró- La verdad no.

Atlanta: ¿Y cómo piensas conquistarla, genio? -rodó los ojos- De verás que a veces siento que siempre eres un hombre.

Apollo: Creo que tantos años siendo uno, ya pienso como uno. -se encogió de hombros-

Atlanta: Hombres. -rodó los ojos-

Apollo: Mejor cállate. Hay que prepararnos para llegar a la estación. Iré al compartimento de a lado a ponerme mi uniforme. Apúrate.

Atlanta: Claro, claro. -rodó los ojos-

-entonces Apollo salió, junto a su uniforme en mano y, oculto en la ropa, su colonia. No iba a perder ninguna oportunidad de demostrar lo increíble que era.

 LOS SECRETOS DE AVALÓN  -  G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora