C: 108 - LA FAMILIA REUNIDA Y UNA MENTE PODEROSA

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Guarida de Eros

-Apenas el so salió, movimiento y pasos se escuchaban del otro lado del túnel donde el calabozo se encontraba. Aun así, el lugar era oscuro, seguía siendo frío hasta calar los huesos, la humedad no ayudaba y el mal olor tampoco era algo de que sentirse cómodo.

Aun así, Apollo Avalón se encontraba en la esquina izquierda de aquel calabozo, con unas cadenas colgando sobre su cabeza, sosteniendo sus muñecas que reposanan sobre su cabello e impidiendo que pudiera mover esas extremidades. Al mismo tiempo, sus pies habían sido atados, impidiendo lo mismo, su libertad, al menos para pasearse por ese lugar. El rubio estaba sentado, en la orilla y sobre un charco del agua que siempre se filtraba por laa grietas en el techo.

Del lado derecho, justo como el rubio, se encontraba Atlanta Avalón. A diferencia de él, la chica se encontraba con los pies sueltos, pero sí con las cadenas.

Los dos durmiendo, pero también inconscientes por el gran trauma que habían vivido horas antes.

Y era claro que estarían demasiado agotados de seguir sobreviviendo, mientras Apollo tenía su oreja izquierda sangrando aun, pero con la mitad de ella, con su cabello corto y la ropa tiesa por haber sido manchada por su propia sangre, Atlanta se encontraba golpeada; un ojo morado, una ceja y su labio partido, sus brazos incluso estaban llenos de heridas, y si se veía bien, las marcas de lo que había sido un látigo, se reflejaban en su pálida piel.

Los mellizos, a pesar de estar en las peores condiciones, se encontraban juntos, unidos aún a pesar de las desgracias. Pero en medio de ambos, inconsciente y sin saber qué había pasado después de salir de la casa de James Potter, una Cassandra Avalón empezaba a despertar.

Ella no sentía los rayos del sol como los encapuchados del otro lado de la puerta que daba acceso al calabozo, pero la mujer sí había sentido como su corazón empezaba a lanzarle señales y decirle que se apresurara, que, a pesar de todo lo que había pasado en pocos minutos hace varias horas, volvería a sentirse llena y feliz.

Y claro que así fue, aunque solo por unos segundos...

Apenas se movió un poco, recobrando consciencia, se sobresaltó girando su cabeza exactamente en dirección a su pequeña hija. Al ver las condiciones en que su Atlanta se encontraba, se puso de pie rápido, sintiendo mareo en el proceso, pero no importandole nada más que llegar a su hija y revisar su estado-

Cassandra: Mi hija... -susurró con un hilo de voz cuando notó con más detenimiento todos los golpes que había recibido- Mi bebé. -jadeo, sintiendo sus lágrimas soltarse-

-Cassandra intentó agarrar las cadenas que mantenían prisionera a su hija, más de lo que ya lo era. En serio lo intentó, pero apenas tocó aquel metal, escuchó y vio a Atlanta retorcerse en su lugar, haciendo que se levantara de inmediato y abrieran sus ojos.

La imagen que Atlanta vio la hizo sorprenderse. Creyó que estaba alusionando, que esta vez definitivamente había extendido su noción de hambre-

Atlanta: No eres real. -susurró a duras penas, haciendo una mueca de dolor con solo hablar-

Cassandra: Mi pequeña... -murmuró con lágrimas cayendo sobre sus mejillas, sonriendo con tristeza y nostalgia al volver a ver esos ojos azules que amo apenas los vio por primera vez- Ya estoy aquí, estoy aquí contigo.

Atlanta: ¿Mamá? -susurró sintiendo un pequeño salto en su corazón y sus lágrimas caer al ver a la mujer que estaba de rodillas a ella, asentir-

Cassandra: Mi bebé. -sonrió, antes de lanzarse con mucho cuidado, hacía su hija, para abrazarla como hace meses que había querido hacerlo-

Atlanta: Mamá. -susurró, dejándose llevar por el sentimiento-

 LOS SECRETOS DE AVALÓN  -  G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora